Bajo la misma Agenda
img img Bajo la misma Agenda img Capítulo 2 Cruces del Destino
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Capítulo 6 Las Verdades Ocultas img
Capítulo 7 Pacto de Confianza img
Capítulo 8 La Trampa img
Capítulo 9 El Vacío de Poder img
Capítulo 10 Alianza Silenciosa img
Capítulo 11 Juegos de Poder img
Capítulo 12 El Juego de las Sombras img
Capítulo 13 El Precio del Poder img
Capítulo 14 El Eco de las Traiciones img
Capítulo 15 La Red que se Cierra img
Capítulo 16 Sombras del Pasado img
Capítulo 17 El Juego de las Sombras img
Capítulo 18 La Encrucijada img
Capítulo 19 La Máscara Caída img
Capítulo 20 El Encuentro Decisivo img
Capítulo 21 La Doble Jugada img
Capítulo 22 La Trampa en la Sombra img
Capítulo 23 La Carga del Silencio img
Capítulo 24 En las Garras del Juego img
Capítulo 25 Entre Sombras y Susurros img
Capítulo 26 Las Fichas del Tablero img
Capítulo 27 Bajo la Superficie img
Capítulo 28 El Arte del Engaño img
Capítulo 29 Sombras que Acechan img
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Capítulo 2 Cruces del Destino

El lunes por la mañana llegó como una tormenta silenciosa. Clara Montenegro caminaba por los pasillos de su empresa con un ritmo que desafiaba cualquier interrupción. Vestía un traje impecable de color negro, y su mirada era la de alguien que no permitía errores. Sus empleados se apartaban a medida que pasaba, como si fueran olas enfrentándose a una roca inamovible.

Sin embargo, esa mañana trajo consigo algo que ella no esperaba.

-Clara, tu nuevo asistente ha llegado -anunció Esther, su jefa de recursos humanos, apareciendo junto a ella mientras ambas se dirigían al ascensor.

-Perfecto. Espero que esta vez hayan elegido a alguien competente. No puedo permitirme más retrasos ni errores.

-Es joven, pero tiene experiencia. Estoy segura de que no te decepcionará.

Clara apenas asintió. Su mente ya estaba en la reunión que tendría en veinte minutos con el consejo directivo. La última presentación del equipo de desarrollo había sido un desastre, y no planeaba tolerar otra falla.

Cuando llegó a su oficina, encontró la puerta entreabierta. Dentro, un hombre alto con una camisa blanca perfectamente planchada y una corbata azul marino revisaba algunos documentos en su escritorio. Su cabello oscuro estaba ligeramente desordenado, y tenía una expresión concentrada mientras organizaba los papeles en pilas metódicas.

-¿Andrés Salgado? -preguntó Clara desde la puerta, con un tono firme que no dejaba lugar a dudas de quién estaba al mando.

Él levantó la vista y sonrió con naturalidad.

-Buenos días, señorita Montenegro. Sí, soy Andrés. Es un placer trabajar con usted. -Extendió la mano con confianza.

Clara lo observó durante un instante, evaluándolo. Finalmente estrechó su mano, aunque de forma breve.

-Espero que lo diga en serio. Aquí no hay espacio para errores, ni para dudas. ¿Está claro?

-Por supuesto. -Su tono era profesional, pero había un brillo en sus ojos, como si estuviera acostumbrado a manejar la presión.

-Bien. -Clara señaló los documentos sobre el escritorio-. ¿Qué es eso?

-Revisé las últimas actas de sus reuniones con el consejo. Noté que hay discrepancias en los informes financieros y algunas proyecciones no cuadran con las estrategias que presentó el trimestre pasado. He marcado los puntos que podrían ser útiles para abordar en la reunión de hoy.

Clara arqueó una ceja, sorprendida de que él hubiera tomado la iniciativa. Se acercó y revisó los documentos. Sus anotaciones eran claras, precisas y, lo más importante, correctas.

-No está mal -dijo finalmente, con un tono que casi parecía un cumplido, aunque rápidamente retomó su actitud fría-. Pero no se adelante. Yo decido qué información se presenta y cómo.

-Entendido. -Andrés no pareció intimidarse.

La reunión con el consejo directivo transcurrió de forma tensa, pero Clara manejó cada pregunta con su acostumbrada habilidad. Sin embargo, mientras hablaba, no podía evitar notar de reojo cómo Andrés, sentado discretamente en un rincón, tomaba notas rápidas y asimilaba cada palabra. Era un detalle menor, pero algo en su postura le resultaba intrigante.

Al terminar la reunión, Clara se dirigió a su oficina. Andrés la siguió, caminando un paso detrás de ella.

-¿Impresiones? -preguntó Clara, cerrando la puerta detrás de él.

-Directos, pero no del todo honestos. Creo que algunos de los directivos no están convencidos de la estrategia a largo plazo, especialmente en lo relacionado con la expansión internacional.

Clara lo miró con interés. Era raro que alguien fuera tan franco con ella, y menos alguien que acababa de comenzar a trabajar en su equipo.

-¿Y cuál es su recomendación?

-Ganar tiempo. Presentar resultados concretos en el próximo trimestre para silenciar cualquier duda.

-Eso ya lo sabía. -Clara cruzó los brazos-. Pero reconozco que no es una mala observación.

Andrés sonrió ligeramente, como si ese pequeño reconocimiento fuera suficiente por el momento.

El primer roce

Esa tarde, Clara se sumergió en su trabajo, revisando contratos, estrategias y presupuestos. Andrés estaba a pocos metros, revisando los detalles logísticos de un evento importante que la empresa organizaría la semana siguiente.

De repente, un correo electrónico apareció en la bandeja de entrada de Clara. El remitente era desconocido, y el asunto simplemente decía: "Cuidado con en quién confías".

Clara frunció el ceño y abrió el mensaje. El cuerpo del correo contenía una foto borrosa de un documento confidencial que había sido discutido en una reunión reciente. La imagen estaba acompañada de un mensaje: "Alguien está jugando en tu contra."

-¿Todo bien? -preguntó Andrés, notando la expresión tensa en su rostro.

Clara cerró rápidamente el correo.

-Nada que deba preocuparle.

Pero mientras decía esas palabras, su mente estaba trabajando a toda velocidad. ¿Quién podría haber filtrado esa información? Y, más importante aún, ¿por qué?

A medida que la noche avanzaba, Andrés seguía trabajando, organizando detalles minuciosos sin que nadie se lo pidiera. Clara, por su parte, no podía dejar de observarlo de reojo. Había algo en su actitud tranquila pero decidida que le resultaba desconcertante.

Finalmente, no pudo evitarlo.

-¿Por qué trabaja tanto? No tiene que quedarse hasta tarde.

Andrés levantó la vista y se encogió de hombros.

-Porque quiero asegurarme de que todo esté perfecto. Y, si puedo ser honesto, porque creo que usted merece un equipo que esté a su altura.

Clara lo miró, sorprendida por su respuesta. No estaba segura de si él realmente lo decía en serio o si era una estrategia para ganarse su confianza.

-Veremos si realmente está a mi altura, Salgado.

Él sonrió, pero no dijo nada más.

El primer secreto

Cuando Andrés finalmente salió de la oficina, Clara volvió a abrir el correo misterioso. Lo estudió con detenimiento, buscando alguna pista sobre quién podría haberlo enviado. La filtración era un problema serio, y no podía permitirse que algo así pusiera en peligro su empresa.

Decidió enviar un mensaje a su equipo de seguridad para que investigaran la fuente. Sin embargo, algo la detuvo antes de presionar "Enviar".

¿Y si el responsable estaba más cerca de lo que imaginaba?

Por un instante, su mente consideró una posibilidad inquietante. Andrés había mostrado una habilidad sorprendente para acceder a la información desde el primer momento. Era eficiente, sí, pero ¿podría ser demasiado bueno para ser verdad?

Clara apagó la pantalla de su computadora y se recostó en su silla, cerrando los ojos por un momento. Había algo en Andrés que no terminaba de encajar, pero no estaba segura de si era una amenaza... o algo mucho más complicado.

            
            

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