Al ingresar a la sala de junta, los ojos de la junta directiva observaron asombrados a la hermosa mujer caminando hacia ellos. Les dio una enorme sonrisa, y sus piernas esbeltas rodearon la enorme mesa.
-Buen día... soy la prometida del señor Alba –comentó presentándose, y luego entró agitado Lio, mirando confuso la enorme sonrisa de su "prometida".
-Señorita... un placer. Entonces ¿ahora el señor Alba tiene a alguien que hable por él? –preguntó y ella empresarial.
-Lo lamento. Amor, llegaste. No quise ser ipertinente, pero me preocupé mucho por mi futuro esposo. No podemos casarnos y que el este desempleado ¿verdad? –preguntó divertida, guiñando un ojo a un hombre castaño algo regordete. Muchos se rieron, pero Liam mantuvo su apariencia seria e imperdurable.
-En efecto señorita. ¿Pero conoces los antecedentes de ese hombre? –quiso sable, juntando ambas manos y observando ala mujer.
-Claro. Le quiero por lo que es –susurró y tomó de la mano a su "prometido", quien la observaba enojado. ¿Cómo se atrevía a hablar con su jefe?
-Adorable. Ahora digame una cosa –comentó colocándose de pie. Sus pasos se acercaron justo en frente, la observaron con disimulo pero memorizando cada facción y dijo: -es muy parecida a la asistente del señor Alba –canturreó y se dio la vuelta.
-Somos...
-Primas... lo sé. Entonces, hace tres noches vieron al señor Alba saliendo de un prostíbulo. Digame ¿cómo puede defender a alguien así? –preguntó y no por malicia, sino en parte preocupada por aquella joven. Le parecía tenaz, y capaz de muchas cosas. Pero con ese hombre, dudaba que lograría... ser feliz.
-Teníamos una relación abierta. Hasta que... -comentó y observó de reojo a Alba, quien la veía con una ceja levantada –ya no quise seguir y me pidió matrimonio.
-Bueno, en todo caso los debo felicitad ¿Cuándo será la boda? –preguntó y ella giró la cabeza con disimulo, para observar a Lionel.
-Dentro de una semana –siseó, y Alexa quiso ahogarse con su propia saliva.
-Sí... una semana –murmuró con una sonrisa falsa.
En la oficina, ella entró con una enorme alegría. Al menos había conseguido algo de tiempo para evitar que los echen a la calle. Pero pronto, su espalda chocó contra la pared. Levantó una ceja confusa, mientras él tomaba aire furioso.
-¡Nadie habla por mí! –gritó en su rostro y ella hizo una mueca, rodando los ojos.
-Tu asistente me contó. Si te quedas sin trabajo ¿Cómo podrías pagarme? –preguntó sin una pizca de "miedo", aunque en el fondo estaba temblando. Sus ojos azules, quedaron clavados en otros del mismo color, pero más oscuros.
-¡No sabes nada! –exclamó tomándola de los hombros, samarreandola de adelante hacia atrás. Los ojos de Alexa, lo observaron con aburrimiento mientras lo empujaba pero no lograba moverlo ni un centímetro.
-Bueno, cuando termines con tu ataque de "histeria", ¿podrías dejarme ir? –quiso saber, mirándose las uñas. Observó de reojo, que el agarre de su jefe se suavizó.
Cuando quiso dar un paso adelante, unas manos fuertes y gruesas rodearon su cintura. La levantó y ella envolvió las piernas en las caderas masculinas para evitar caerse. Sus ojos se encontraron, ella comenzó a agitarse debido a la situación. El hombre acarició la mejilla. Alexa dio un respingo, se sobresaltó debido a un golpe justo al lado de su oreja. Lionel, había descargado un puñetazo y ella abrió los ojos con sorpresa.
-Si vuelves a retarme, te irá muy mal... -amenazó con los ojos brillantes de furia y de otra cosa. Ella nego, no era la misma Alexa asustadiza.
-No sabes negociar con tu propia junta ni siquiera –dijo enojada, y el abrió los ojos con sorpresa ¿Quién se creía? La tomó del trasero, para depositarla sin cuidado sobre su escritorio. Arrancó de un tirón sus bragas dejándola casi desnuda.
Alexa, abrió los ojos sorprendida ¿Dónde se había metido? Y en un pestañeo sintió, los dedos de Lionel sobre su clítoris, girando en círculos y la hizo gemir –No eres tan resistente –comentó burlón, mientras pasaba su lengua por el cuello femenino. Ella en respuesta, levantó las caderas y él siguió torturándola con ese enorme placer.
Gimió al sentir, el rostro de Lionel bajar hasta sus senos los cuales liberó; Succiono y pellizcó a su antojo. Hasta que se aburrió y sus dedos entraron en su estrecha vagina, la sintió tan tibia que quería perder su pene en ella. Pero cuando pudo ver que las paredes vaginales de la mujer se contraían en un orgasmo; con una sonrisa se apartó.
Alexa, frunció el ceño al observar a su "jefe", apartarse. –No me interesas querida. Iré a tener sexo con una profesional –se burló y Alexa se sintió desprotegida, mientras el cerraba la puerta y ella quedaba despeinada y agitada sobre el escritorio. Se sentía vulnerable y caliente.
Mala combinación.
En esa semana, "Eliana", no volvió a ver a Lionel. Aunque sí Alexa, tenía que organizar ella misma su propia boda a pedido de su jefe.
-Señor ¿le parece bien que las sillas tengan una tela blanca sobre...?
-Sí –comentó sin mirar la pantalla que ella le mostraba, estaba detrás de su computadora trabajando en un nuevo proyecto.
-Esta bien señor –murmuró y se alejó, al llegar a su cubículo se sintió triste. Ver el desinterés de su futuro esposo, le partió un poco el corazón. No podía negarlo, Lionel era un hombre hermoso. Pero carecía de sentimientos y humanidad.
De pronto, una llamada entrante la sobresaltó. Al atender, del otro lado reconoció la voz de María; amante preferido del jefe.
-Hola Alexa ¿Lionel puede verme hoy? –quiso saber y ella suspir.
-Ya no podrás verlo María. Él... -comentó y cerró los ojos, ahora por esto seguro la despedirían. Pero ella era el contacto de las amantes de Lionel, él jamás atendía ni daba su número privado –está comprometido.
Al decir finalmente esas palabras, la mujer al teléfono se sobresaltó. Hizo mil preguntas ¿Quién era?
¿Cuándo la conoció?
Y demás cosas que prefirió no mencionar, cortó la llamada al escuchar el llanto de maría. Y se sintió una mala persona por espantarle las amantes a su jefe. Pero, no quería contagiarse de una enfermedad. Entonces reflexionó ¿acaso tendrán intimidades?
Cómo si lo hubiera llamado con la mente, su jefe la llamó por el teléfono.
-Ahora voy señor.
En un pestañeo, ya estaba en la oficina con las carpetas en la mano, intentaba cubrir su rostro. Pero su jefe, no la miraba al rostro y eso le aliviaba.
-¿Has hablado con tu prima? –quiso saber, mientras se inclinaba para tomar unos papeles, al lado de una silla.
-Sí... -dijo nervioso y el ascendiendo.
-Necesito su número –comentó con simpleza, y ella abrió la boca con sorpresa.
-S-sú número? –preguntó aosmbrada y el ascendiendo -claro, se lo daré ¿Me espera un momento?
Y sin esperar respuesta, salió despavorida por el pasillo ¡Maldita sea! ¿De dónde sacaría un celular justo ahora? Entonces recordó a Brianna. Se sentó en su silla giratoria, y marcó el número de su mejor amiga.
-Necesito que me hagas un favor.
Diez minutos después, Alexa le dio el número a su jefe, quien lo agendó y simplemente después la ignoró. Alexa sospechó de alivio, había pensado que la llamaría justo en ese momento.
Al llegar a casa, después de cumplir las horas, Brianna la esperaba sentada con una ceja levantada. –Dime que está pasando.
Alexa hizo una mueca, no sabía pero hasta ahora, quería mantener todo en secreto. Pero debería mudarse muy a su pesar. –Yo... hice algo... que no me enorgullece.
Y le contó cada detalle, Brianna observó perpleja a su mejor amiga narrándole cada detalle.
-Pero... ¿por qué has hecho algo así?
-Es mucho dinero –se defendió, girando el cuerpo para llegar a la cocina y encender la pava eléctrica.
-No te importa eso a ti Alexa. Responde ¿por qué? –quiso saber y ella suspir.
-¿Por qué no me ha dicho? –quiso saber Alexa con los ojos llenos de lágrimas y Brianna se acercó.
-Lo sabes.
-Perder. Encontré el sobre... y... no puedo perderte. Con ese dinero, podremos buscar los mejores médicos y..
-El cáncer no tiene cura Alexa. No necesito que te sacrifiques por mí –respondió con los ojos llenos de lágrimas, y se apartó de su vista.
-Brianna... yo... no puedo perder a mi mejor amiga –contestó al borde del llanto y Brianna empresarial.
-Nunca me perderás. Incluso si ya no estoy, te molestaré como siempre –susurró en un fuerte abrazo y ambas lloraron.
-¡No me digas que no haga nada! Voy a fingir ser Eliana, esposa del millonario. Te salvaré, nuestro seguro social es una mierda Brianna –explicó y ella avanzando.
-Es un hombre buenorro, pero muy frío. No quiero que sufras por mí –comentó Brianna, soltándola y observándola con preocupación.
-No te preocupes. Lo tengo controlado. Por cierto... -susurró, pero se alejó porque sabía que Brianna la mataría –mañana puede ser que... dada la situación... me... m-me...
-¿Qué?
-Mi caso. Mañana –susurró y Brianna, le lanzó con una taza térmica de plástico -¡Brianna!
Pero Brianna se sintió furiosa, comenzó a arrojarle almohadones, peluches todo lo que veía a su alcance -¡Basta Brianna!
- ¿Qué pasa? –preguntó su padre, quien se despertó de la siesta por los gritos.
-¡Tu hija mañana se casa! –gritó furiosa Brianna.
-Ah, lo sabía –comentó y se dio la vuelta hacia la heladera. Brianna rodeó la isla de la cocina, para interceptar a su padre.
- ¿Cómo que lo sabía y yo no? –preguntó ofendida y el se encogió de hombros.
-Ella me contó todo... es su decisión Brianna. Es grande, y debemos apoyarnos aunque nos equivoquemos. Lo importante es que siempre nos recibiremos en esta misma casa –explicó y Brianna negligente.
-¡Están locos! –gritó enojada y salió corriendo de la casa. Alexa dio un suspiro triste, no quería lastimar a su amiga, pero era la única solución que había encontrado para no perderla. Y quizás de igual forma lo haría.
-Se le pasará... -susurró su padre, quien le dio un fuerte abrazo y ella emitió un suspiro.
Al día siguiente, Brianna maquillaba a su mejor amiga para la boda. Aunque no le hablaba, y Alexa se sintió triste sin la Brianna alegre y loca de siempre. –Gira el rostro –ordenó y ella le hizo caso.
-No puedes estar tan enojada Brianna... lo hago por ti...
-Odio que hagan las cosas por mí –respondió y ella emitió un suspiro.
-Me gusta Lionel –admitió lentamente y Brianna dejó la brocha suspendida –siempre... me gustó. Cuando lo vi por primera vez, fue... increíble. El era un hombre tan hermoso Brianna, y... desde ese momento siempre soñé con su boca sobre la mía. ¿Patético no? No pensé que... él se fijaría en mí.
-Alexa...
-No me mires así –comentó con los ojos llenos de lágrimas –él jamás se fijaría en mí de otro modo Bri... no me mires con pena, no tú.
-Alexa, estás preciosa...
-¡No lo soy! –exclamó y se puso de pie –solamente estoy detrás de millas de capas de maquillaje y nada más...
-Cómo la mayoría de nosotras y eso no te hace menos mujer Alexa.
-De igual forma no podrás convencerme Bri, me casaré y... ayudaré. Te podré ayudar y yo...
-Buscarás las migajas de un amor... -susurró Brianna.