EL DOLOR DE LA CEO
img img EL DOLOR DE LA CEO img Capítulo 5 CAPITULO 5
5
Capítulo 6 CAPITULO 6 img
Capítulo 7 CAPITULO 7 img
Capítulo 8 CAPITULO 8 img
Capítulo 9 CAPITULO 9 img
Capítulo 10 CAPITULO 10 img
Capítulo 11 CAPITULO 11 img
Capítulo 12 CAPITULO 12 img
Capítulo 13 CAPITULO 13 img
Capítulo 14 CAPITULO 14 img
Capítulo 15 CAPITULO 15 img
Capítulo 16 CAPITULO 16 img
Capítulo 17 CAPITULO 17 img
Capítulo 18 CAPITULO 18 img
Capítulo 19 CAPITULO 19 img
Capítulo 20 CAPITULO 20 img
img
  /  1
img

Capítulo 5 CAPITULO 5

Una noche como todas, Hazel llegó a la casa de Bady, se acercó a la puerta, abrió con suavidad y empezó a llamarla.

-Bady, ¿quieres cenar algo?

Te traje tu sopa favorita.

El silencio fue su única respuesta. Bady dormía en una habitación del primer piso, así que ella decidió ir hasta allá. Golpeó la puerta, espero un momento , pero no recibió respuesta alguna de Bady.

Hazel entró a la habitación ya que Bady no le contesto traía la sopa en sus manos, se detuvo en seco al ver a su hermana acostada en la cama, inmóvil, con un frasco de pastillas que estaba vacío a su lado.

-¡Bady! -gritó, Hazel soltando la sopa dejándola caer al suelo.

Corrió hacia la cama y tomó su rostro entre sus manos, tratando de despertarla.

-¡Bady, por favor! ¡Despierta! No me hagas esto, no te puedes morir, no me puedes dejar sola-. Las lágrimas comenzaban a caer por todo su rostro mientras sus manos y todo su cuerpo temblaban.

Desesperada, Hazel llamó a una ambulancia, luego se sentó junto a Bady, tomando su mano, rogando que no se muera. El dolor y la angustia la invadieron.

Hazel Se calmo no sacaba nada con estar angustiada y desesperada, Pasaron unos minutos cuando la ambulancia llegó y bajaron los paramédicos rápido , entrando directo a la habitación de Bady para examinarla, mientras Hazel observaba con el corazón a mil, preguntándose si alguna vez Bady volvería a sonreír.

Pasaron algunas horas después del intento de suicidio de Bady , ya estaba estable.

Por fin abrió los ojos y lo primero que vió fue a su hermana Hazel cruzada de brazos observándola en silencio.- Hazel susurro Bady con su voz apagada.

-¿Por qué lo hiciste, Bady?- preguntó Hazel con su voz llena de angustia e inseguridades con lágrimas en sus ojos. Bady la miró en silencio, sin darle una respuesta a su hermana, pero al mismo tiempo sintió culpa por ver a Hazel tan preocupada y triste a la vez.

Había querido ponerle fin a su dolor, a su sufrimiento, a la soledad que sentía desde que murió su esposo e hijo.

Pero al ver cómo estaba el rostro de su hermana, sintió culpa. Se dio cuenta de que la decisión que había tomado había lastimado a la única persona que le queda en esta vida.

-No, no puedo seguir, Hazel. Lamento lastimarte de esta forma, pero todo este dolor es demasiado grande y difícil de llevar. No sé cómo soportarlo, de verdad -susurró Bady con algunas lágrimas en su rostro.

-No siento que tenga una razón para estar aquí. Lo perdí todo. Sin ellos, no soy nada, Hazel. Entiéndeme, por favor.

Hazel tomó su mano con firmeza y la miró a los ojos, con determinación y seguridad.

-Bady, ellos no se fueron completamente. Están aquí -dijo, colocando sus manos en el corazón de ella-. Siguen contigo en cada, recuerdo, en cada sonrisa que alguna vez compartieron como familia.

Si tú te rindes, si tú te vas, ellos también se irán contigo.

Bady la miró, sintiendo una mezcla de culpa y confusión. -No sé si puedo, Hazel. No sé cómo soportar esta vida sin ellos a mi lado.

Hazel la entendía; comprendía el dolor de su hermana, pero estaba decidida a no dejarla rendirse. -Entonces no lo hagas sola, aquí estoy yo junto a ti, te puedo ayudar en lo que sea. Te apoyaré siempre, Bady.

Bady cerró los ojos y dio un suspiro de alivio, dejándose llevar por las palabras de su hermana. Aunque su corazón seguía lleno de dolor, por primera vez en mucho tiempo sintió una chispa de algo diferente. No era esperanza aún, pero tal vez, solo tal vez, podía ser el inicio de un pequeño cambio, y para eso tenía que aceptar que sus dos amores ya no estaban con ella.

Pasaron unos días después de su intento de suicidio. Bady seguía metida en su dolor; nada le llenaba el corazón, nada la ilusionaba. Apenas cruzaba algunas palabras con Hazel y, cuando lo hacía, su voz salía entrecortada, como si le faltara el aliento.

-¿Lista? Ya estás vestida -dijo Hazel, terminando de amarrar los zapatos de Bady. Te ves hermosa -dijo Hazel terminando de colocarle una chaqueta a su hermana .

Bady -susurro mientras Hazel estaba en la habitación de ella ayudándola a vestirse, Hazel la miró a los ojos , esperando que Bady hablara -dime contestó ella. -Hazel, quiero ir al cementerio, me puedes llevar. Necesito despedirme de ellos.

Hazel asintió con la cabeza; entendió que Bady necesitaba ese momento para dejarlos ir de una vez.

Hazel no dijo nada, salió de la habitación y se fue a preparar para la visita al cementerio.

Ambas salieron de la casa y, durante el trayecto, los recuerdos inundaron a Bady, formando una melancolía y tristeza en su rostro.

Bady ya no era la misma mujer dulce , sonriente y feliz se había convertido en una mujer fría, despojada de toda alegría y de toda esperanza; ya no sonreía como antes, y eso entristecía demasiado a Hazel.

Al llegar al cementerio, el chófer las ayudó bajando a Bady del auto, dejándola en su silla de ruedas. Ella miró la entrada del cementerio y un frío recorrió todo su cuerpo. Hazel la acompañó hasta las tumbas y luego le dio su espacio, dejándola sola para que se pueda despedir. Al ver Bady las lápidas que tenían los nombres de sus dos amores se quedó frente a ellas, que ahora representaban todo lo que había perdido.

Bady se derrumbó frente a las lápidas, cubriendo su rostro con sus manos mientras sus lágrimas descendían por sus mejillas sin control. Entre sollozos, empezaron a salir sus palabras con un dolor desgarrador.

Miró la tumba de Felipe. -Dime, mi amor, ¿cómo se supone que siga con mi vida sin ti?- susurró con su voz baja, mirando la lápida de Felipe. -Sin tus besos, sin tus caricias que me hacían sentir amada, sin tu mirada que me daba fuerzas cada día- su voz se quebró por su llanto profundo.

Bajó la mirada al suelo, sintiendo cómo el dolor y el vacío en su pecho crecen sin parar. -¿Por qué, Felipe? ¿por qué tuvo que pasar todo esto?- Las preguntas salieron de su boca entre lágrimas; cada una pesaba como una roca en su pobre corazón. Luego miró hacia la pequeña lápida donde descansaba su pequeño hijo, y un sollozo más duro salió de su boca.

-Ángel, mi pequeño, mi vida, mi hijo-. Es tan doloroso haberte perdido, tú tan pequeño, tan frágil. Solo seis meses, seis cortos meses pude disfrutarte, mi pequeño sol- su voz temblaba-. Vivir sin tu sonrisa, tan pura, tan inocente, tan perfecta, sin tus ojitos llenos de luz, de ternura cada vez que me mirabas...

Continuara...

                         

COPYRIGHT(©) 2022