Capítulo 8 Desayuno

"Ric, ¿esto es lo que comes todas las mañanas?", cuestionó la chica.

"¡Sí! Esta es toda mi comida favorita: Chuletas de cordero fritas, foie gras con reducción de vino tinto, rollitos de pollo a la española...".

Con un evidente muy buen humor, el niño comenzó a nombrar cada plato servido en la mesa, siendo interrumpido por la mujer.

"¡Ric, esto es demasiado grasoso para el desayuno! Comer este tipo de alimentos por la mañana es malo para la salud, y crecerás tan redondo como una patata".

"¿Leíste el manual del empleado?".

"¿Ah?".

La repentina pregunta, en medio de sus quejas, logró descolocarla al tomarla desprevenida.

"El término 320 del manual dice que no está permitido cuestionar ninguno de los hábitos de vida de su empleador", se escuchó la voz de Angela interviniendo de manera oportuna. El chico asintió con satisfacción ante sus palabras, para luego dedicarle una mirada decepcionada a Elise.

'En realidad, mami no es muy profesional en el trabajo. Ah, bueno, olvídalo. Más tarde puedo hacer que entrene un poco', se dijo él.

Por otro lado, ella no sabía si reír o llorar.

De cualquier forma, se mostraba como una buena oportunidad para ser despedida por él.

Así que, haciendo acoplo de todo su valor, replicó en un tono serio. "Y soy tu mami ahora. Me contrataste para ser tu madre, así que, no puedes darme órdenes como a cualquier otro sirviente. ¡Los niños deben escuchar a sus madres y hacer lo que ellas dicen!", explicó ella.

Eric hizo una breve pausa, reflexionando sobre lo dicho, y encontrándole sentido, puesto que, recordó haber leído una frase en aquel documento: "Los niños deben escuchar a sus madres".

Aún así, resultaba complicado para alguien como él, que siempre fue un poco egocéntrico, admitir su buen punto.

Impaciente, golpeteó la superficie de la mesa con las yemas de sus dedos, pensando en cómo salir de la incómoda situación.

"Una madre calificada debe preparar un desayuno abundante y nutritivo para su hijo todas las mañanas".

Súbitamente, tal oración saltó a la cabeza del niño.

'¡Así es!', se dijo.

"Está bien, como quieras. De hoy en adelante, podría cambiar mi gusto por los productos para el desayuno, pero mami, ¡quiero que tú cocines para mí! ¡De no hacerlo bien, reduciré tu salario!", indicó el niño.

"¡Está bien!", espetó ella, olvidándose por completo del plan original, ser despedida, el cual había ideado un momento atrás. Lo siguiente que supo fue que, efectivamente, estaba en la cocina preparando el desayuno, y parecía que su memoria muscular para cocinar no se había debilitado en lo absoluto.

Durante los últimos años, Elise había trabajado en un restaurante para niños, por lo que debió aprender a preparar una amplia variedad de platos, postres y bocadillos, por lo tanto, no le resultó una tarea difícil prepararle el desayuno a aquel chico.

No obstante, pronto descubrió que tampoco era tan fácil como lo imaginó.

"A Eric no le gusta el pimiento verde".

"A Eric no le gustan las verduras".

"Eric odia las piñas".

"No, no, no. ¡Si te atreves a agregar leche, morirás!".

Al final resultó que él odiaba todo, menos la carne.

La chica hizo oídos sordos a las advertencias de Angela y continuó preparando el desayuno, sin agregar langosta, cangrejo, ni filet mignon en ninguno de los platos, ingredientes que la mujer recomendó encarecidamente que añadiera. En cambio, utilizó muchos de los ingredientes enumerados como prohibidos.

Finalmente, con la intensa mirada de Angela atravesándola, Elise entró al comedor con una bandeja de desayuno.

Entonces, Eric observó el contenido con bastante curiosidad. "¿Qué cocinaste?".

"Esto es un rollito de huevo con leche y jamón, y esto es puré de verduras".

Esas dos comidas eran su especialidad, y con la intención de que las porciones se vieran mejor, puso especial dedicación en el rollo de huevo con forma de corazón.

Los platos cumplían todos los requisitos en cuanto a olfato, efectos visuales y sabor. Considerándolo todo, ella confiaba plenamente en lo que había preparado.

Sin embargo, la cara del pequeño cayó gradualmente a medida que la escuchaba describir la comida.

'¡Odio todos los platos!

¿Acaso esto es un desayuno o veneno?'.

Abatido, giró la cabeza hacia otro lado, sin el mínimo deseo de comer algo de eso. Aunque, dado que Elise preparó su desayuno, le daría una buena utilidad.

Bastó con que chasqueara los dedos, para que un sirviente le entregara un teléfono de inmediato.

"¡Este es el desayuno que hizo mi mami!".

Tecleó eso en el teléfono tras tomar una foto de los platos, seguidamente tiró el teléfono y el sirviente a su lado lo atrapó hábilmente en el aire.

"Está bien. ¡Tira todos estos platos a la basura!", ordenó el chiquillo, con un puchero de disgusto. "Mami, no me gustan las verduras.

No las cocines la próxima vez...", empezó a enlistar todos los errores que la chica había cometido.

No obstante, tuvo que detenerse cuando, abruptamente, le metieron un rollito de huevo a la boca.

"¿No está delicioso?".

Elise soltó el rollo de huevo y observó a Eric, expectante.

Mientras tanto, todos los sirvientes del comedor tomaron una profunda respiración y lloraron en silencio por su nuevo colega.