Capítulo 4 Una Red de Sombras

Cristóbal no podía dormir. Había pasado horas mirando por la ventana de su apartamento en la cima de la ciudad, con un vaso de whisky en la mano. La imagen de Sofía seguía rondando en su cabeza, junto con las palabras de Isabel: "Quiero que tú seas esa persona."

Se sentía atrapado entre el hombre que había construido su imperio con disciplina y el hombre que ahora enfrentaba una verdad ineludible. Sofía era su hija. Una niña que nunca había pedido formar parte de su mundo desordenado y que ahora dependía de él más de lo que estaba preparado para aceptar.

La vibración de su teléfono sobre la mesa lo sacó de sus pensamientos. Era un mensaje de Isabel:

"Sofía pregunta por ti. Quizás puedas venir mañana por la tarde."

Cristóbal se quedó mirando la pantalla por un momento antes de responder:

"Estaré ahí."

La mañana siguiente, Cristóbal llegó a la oficina más temprano de lo habitual. Necesitaba distraerse, y el trabajo siempre había sido su refugio. Sin embargo, apenas se sentó en su escritorio, su asistente personal, Clara, entró con una expresión preocupada.

-Señor Vega, hay algo que necesita ver.

Cristóbal levantó la vista, notando el tono tenso en su voz.

-¿Qué ocurre, Clara?

Ella dejó una carpeta sobre su escritorio y lo miró con inquietud.

-Esto llegó a la recepción esta mañana. Es una copia, pero el sobre no tenía remitente.

Cristóbal abrió la carpeta, y su corazón se detuvo por un momento. Dentro había fotografías tomadas la noche anterior frente a la casa de Isabel. En ellas se le veía claramente hablando con Isabel y jugando con Sofía en el jardín. Había una nota breve pegada a la última foto:

"Todos los secretos salen a la luz."

El rostro de Cristóbal se endureció mientras analizaba las imágenes.

-¿Quién las envió? -preguntó, su tono frío como el acero.

Clara negó con la cabeza.

-No lo sabemos. No había cámaras de seguridad cerca de la recepción. Esto es todo lo que dejaron.

Cristóbal cerró la carpeta y se levantó, ajustándose la chaqueta.

-Llama a mi equipo de seguridad. Quiero saber quién está detrás de esto y qué quieren. Ahora mismo.

-Sí, señor.

Clara salió rápidamente de la oficina, dejando a Cristóbal solo con sus pensamientos. Era evidente que alguien había estado vigilándolo, y no podía permitir que esto se convirtiera en un escándalo. No solo por Sofía, sino también por la empresa. Una revelación como esta podría ser un arma en manos equivocadas.

Esa tarde, Cristóbal llegó nuevamente a la casa de Isabel, esta vez con una mezcla de preocupación y determinación. No podía permitir que ella o Sofía estuvieran en peligro.

Cuando Isabel abrió la puerta, lo miró con curiosidad.

-No esperaba verte tan pronto.

Cristóbal entró sin esperar una invitación y cerró la puerta detrás de él.

-Tenemos un problema, Isabel.

Ella frunció el ceño, claramente desconcertada.

-¿Qué problema?

Él sacó la carpeta de fotografías y se la entregó. Isabel las miró una por una, y su expresión pasó de la confusión a la alarma.

-¿Quién hizo esto?

-Eso es lo que estoy intentando averiguar -respondió Cristóbal, cruzando los brazos-. Pero está claro que alguien sabe sobre nosotros.

Isabel dejó las fotos sobre la mesa y se pasó una mano por el cabello, visiblemente tensa.

-No puedo creer que esto esté pasando ahora.

-¿Hay alguien en tu vida que podría querer hacerte daño? -preguntó Cristóbal, su tono más suave de lo habitual.

Isabel lo miró, sorprendida por su repentina preocupación.

-No lo sé. Tal vez... -vaciló un momento antes de continuar-. Tuve problemas con un cliente hace un par de años. Fue insistente, incluso agresivo, pero pensé que había terminado.

Cristóbal frunció el ceño.

-Dime su nombre.

-¿Qué vas a hacer, Cristóbal? -preguntó Isabel, cruzando los brazos con una mezcla de incredulidad y desconfianza-. No puedes solucionar todo con dinero o amenazas.

-No se trata de dinero. Se trata de protegerte. -Su voz era firme, casi desafiante-. A ti y a Sofía.

La mención de su hija pareció suavizar la postura de Isabel. Finalmente, suspiró y asintió.

-Se llamaba Ricardo Luján. Era un empresario pequeño, pero con contactos peligrosos. No sé si todavía me guarda rencor, pero puedo investigarlo.

-No, déjalo en mis manos -dijo Cristóbal, tomando las fotografías de la mesa-. Esto no es solo un ataque contra ti. También lo es contra mí.

Esa noche, Cristóbal convocó a su equipo de seguridad para analizar la situación. A través de contactos privados, confirmaron que Ricardo Luján estaba activo en el mundo empresarial, pero había rumores de que estaba involucrado en negocios turbios.

-Podría estar buscando venganza o alguna forma de chantaje -dijo uno de los analistas, mostrando un informe detallado en su tableta.

Cristóbal asintió lentamente.

-Encuentren todo lo que puedan sobre él. Si está detrás de esto, quiero saberlo antes de que haga su próximo movimiento.

Pero mientras hablaba, no podía ignorar la sensación de que esto era solo la punta del iceberg. Había algo más, algo que aún no lograba ver.

Al día siguiente, Cristóbal volvió a la casa de Isabel, esta vez decidido a tomar medidas más drásticas. Sofía estaba en la escuela, y eso les daba tiempo para hablar con calma.

-Quiero que te mudes -dijo Cristóbal apenas se sentaron en la pequeña sala de estar.

Isabel lo miró como si hubiera perdido la cabeza.

-¿Qué?

-Esta casa no es segura. Si alguien te está vigilando, necesitan verte vulnerable para atacar. Quiero que te mudes a un lugar más seguro, donde yo pueda garantizar tu protección.

-Cristóbal, no puedo simplemente dejar todo. Mi trabajo, la escuela de Sofía, nuestras vidas están aquí.

-Lo que está en juego es mucho más importante que tu comodidad, Isabel -replicó él, con un tono que no admitía discusiones-. Esto no es negociable.

Ella lo observó con una mezcla de frustración y algo que parecía ser resignación.

-Siempre has sido así, ¿sabes? -dijo finalmente, su voz más baja-. Controlador, decidido a que todo se haga a tu manera.

-Y tú siempre has sido demasiado terca para aceptar ayuda cuando la necesitas -respondió Cristóbal, cruzando los brazos.

Isabel suspiró y apartó la mirada.

-No es tan fácil, Cristóbal. No quiero que Sofía piense que su vida está siendo arrancada de raíz por algo que ni siquiera entiende.

-Entonces explícaselo -dijo él, inclinándose hacia adelante-. Hazle entender que esto es por su seguridad. Por su futuro.

El silencio que siguió fue largo y tenso, pero finalmente Isabel asintió.

-De acuerdo. Pero si hago esto, será bajo mis términos.

Cristóbal asintió, satisfecho con la respuesta.

-Perfecto. Mi equipo se encargará de todo.

Pero mientras salía de la casa esa tarde, Cristóbal no pudo evitar sentir que este era solo el comienzo de algo mucho más grande. Y aunque estaba acostumbrado a lidiar con amenazas en el mundo empresarial, esta vez el costo era demasiado personal.

Intriga Adicional

Mientras tanto, en un oscuro despacho en el centro de la ciudad, Ricardo Luján revisaba las mismas fotografías que Cristóbal había recibido. Su sonrisa era fría y calculadora.

-¿Está seguro de que este es el momento? -preguntó un hombre sentado frente a él.

-Absolutamente -respondió Ricardo, encendiendo un cigarro-. Cristóbal Vega se ha mantenido intocable durante demasiado tiempo. Ahora que tiene algo que perder, es hora de que pague.

El plan que habían trazado no solo buscaba exponer a Cristóbal, sino destruir todo lo que había construido, desde su imperio empresarial hasta su recién descubierta familia.

El juego había comenzado, y Cristóbal aún no sabía qué tan peligrosas eran las piezas en su contra.

            
            

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