La lluvia caía en torrentes sobre la ciudad, cubriendo los edificios con un velo grisáceo. Las calles estaban desiertas, salvo por algún transeúnte que corría buscando refugio. En el penthouse donde Elías Castellanos trabajaba, el sonido del agua golpeando los ventanales creaba una melodía melancólica que contrastaba con la intensidad de sus pensamientos.
En el centro de la sala, un gran mapa de conexiones iluminaba la habitación. Flechas, nombres y fotografías formaban una red compleja, el corazón de un plan que llevaba meses elaborando. Samuel estaba a su lado, con un expediente abierto, detallando la nueva información sobre las operaciones de Lorenzo.
-Señor, hemos confirmado que Lorenzo estará presente en la gala benéfica de mañana. Emilia De la Vega lo acompañará, como era de esperarse. -Samuel señaló una fotografía reciente de Emilia, tomada en un evento privado días atrás.
Elías observó la imagen en silencio. Emilia era una figura poderosa, alguien que sabía jugar en las sombras casi tan bien como Lorenzo. Si había una oportunidad de debilitar a su padre, probablemente pasaba por ella.
-Necesitamos estar allí, pero no como invitados. -Elías caminó hacia el ventanal, su reflejo mezclándose con las luces de la ciudad-. Emilia no es fácil de abordar. Si ella detecta alguna trampa, Lorenzo será el primero en enterarse.
-¿Está considerando un acercamiento directo? -preguntó Samuel, notando el tono calculador de su jefe.
-No exactamente. Necesitamos algo que la obligue a escucharnos. -Elías giró hacia Samuel-. ¿Qué sabemos de sus vulnerabilidades?
Samuel revisó rápidamente los documentos antes de responder.
-Emilia tiene una hija, Camila, que estudia en el extranjero. Mantienen contacto regular, pero no parece involucrada en las actividades de su madre. También hay una propiedad en las afueras de la ciudad que visita con frecuencia; podría ser un punto estratégico.
Elías asintió. Cada nueva pieza encajaba en el tablero que había creado, pero también implicaba riesgos. Emilia no era el tipo de persona que perdonaba errores.
-Investiga más sobre la propiedad y asegúrate de que podamos usarla si es necesario. Por ahora, centrémonos en la gala. Quiero que nuestro equipo esté infiltrado en todas las áreas clave.
Mientras Samuel salía a cumplir las órdenes, Elías permaneció en la habitación, repasando cada movimiento en su mente. Sabía que estaba jugando una partida peligrosa, una donde un solo error podría costarle todo.
Al otro lado de la ciudad, en una mansión decorada con lujos que hablaban de décadas de poder acumulado, Emilia De la Vega discutía detalles de la gala con su asistente personal. Lorenzo había insistido en que su presencia era crucial para reforzar alianzas, pero Emilia sabía que su verdadera tarea era observar y evaluar a los posibles aliados y enemigos.
-Quiero que todo esté bajo control -dijo Emilia, mirando a su asistente con una firmeza que no admitía discusión-. No quiero sorpresas esta vez.
La asistente asintió rápidamente y salió de la sala, dejando a Emilia sola. Mientras revisaba los documentos que había preparado, un ligero presentimiento comenzó a crecer en su interior. Había algo en el aire, una sensación de que los días por venir no serían como los anteriores.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando su teléfono vibró sobre la mesa. Era un mensaje cifrado, enviado desde uno de los contactos más confidenciales de Lorenzo. El contenido era breve, pero suficiente para que Emilia entendiera el mensaje: "Movimientos inusuales detectados. Estén alerta."
Emilia cerró el mensaje y tomó una decisión rápida. Si alguien estaba intentando acercarse, necesitaría estar un paso adelante.
La noche de la gala llegó con un clima aún más hostil. La lluvia no daba tregua, y las luces de los vehículos iluminaban las calles inundadas que llevaban al lugar del evento. En el gran salón del hotel más exclusivo de la ciudad, las figuras más influyentes de los negocios y la política se reunían bajo candelabros que brillaban como estrellas.
Elías había llegado temprano, disfrazado de uno de los asistentes de catering. Su apariencia impecable no levantaba sospechas, y cada paso que daba estaba calculado. Samuel y dos miembros de su equipo estaban en otras áreas, asegurándose de que cada salida y entrada estuviera cubierta.
Desde un rincón, Elías observaba a Emilia y Lorenzo mientras saludaban a otros invitados. La figura de Lorenzo seguía siendo imponente, su porte lleno de la seguridad que solo alguien acostumbrado al poder podía proyectar. Pero era Emilia quien capturaba su atención. Había algo en sus movimientos, en la forma en que analizaba a cada persona que se acercaba, que la convertía en una pieza clave en el juego.
El momento llegó cuando Emilia se retiró hacia uno de los balcones. Elías la siguió, asegurándose de que nadie notara su presencia. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, habló en un tono bajo pero firme.
-Señora De la Vega, necesito unos minutos de su tiempo.
Emilia giró con rapidez, su expresión pasando de la sorpresa a una calma calculada.
-¿Quién es usted y qué hace aquí? -preguntó, su voz cargada de autoridad.
-Alguien que tiene información que podría interesarle. -Elías dio un paso adelante, extendiendo un sobre sellado-. Esto es solo una muestra.
Emilia tomó el sobre con desconfianza, abriéndolo para revisar su contenido. Su rostro no mostró ninguna emoción, pero sus ojos delataban la sorpresa.
-Esto... -murmuró, levantando la mirada hacia Elías-. ¿Cómo obtuvo esto?
-Eso no importa. Lo que importa es que su posición junto a Lorenzo podría estar en peligro. Y si no actúa con cuidado, él no dudará en sacrificarla.
Emilia dio un paso hacia él, su mirada ahora llena de una mezcla de desconfianza y curiosidad.
-No sé quién es usted, pero si cree que puede manipularme, está cometiendo un grave error.
-No busco manipularla -respondió Elías, con una calma que contrastaba con la intensidad de la situación-. Solo quiero que vea la verdad antes de que sea demasiado tarde.
El sonido de pasos acercándose interrumpió su conversación. Sin perder tiempo, Elías desapareció entre las sombras, dejando a Emilia con más preguntas que respuestas.
Horas después, en su despacho, Emilia revisaba nuevamente el contenido del sobre. La información era clara y detallada, lo suficiente como para sembrar dudas sobre la lealtad de Lorenzo hacia ella. Pero aún no estaba dispuesta a confiar en un desconocido.
Por su parte, Elías regresó a su base, satisfecho con el desarrollo de la noche. Había plantado la semilla de la desconfianza, y ahora solo quedaba esperar a que germinara.
Sin embargo, sabía que no podía bajar la guardia. Cada paso lo acercaba más a su objetivo, pero también lo ponía en mayor peligro. El tablero estaba en movimiento, y las piezas comenzaban a tomar posiciones que cambiarían el curso del juego.