Unas horas más tarde la teniente caminaba por los pasillos sin un rumbo fijo, se sentía inútil sin alguna actividad que hacer, fue entonces que decidió regresar y hablar con el Comandante Garcés pero al estar cerca de su oficina logró escuchar una conversación que mantenía con el Coronel Flores, uno de sus amigos más íntimos.
- ¿Tan difícil fue?- preguntó el coronel con curiosidad.
- Carolina no cedió tan fácil- respondió el comandante.
- Solo a él se le ocurre escogerla, habiendo tantas mujeres en las filas...
- Ella fue su novia antes de ir al entrenamiento de la élite...
- ¿De verdad?- Flores preguntó sorprendido interrumpiendo a su superior.
Erick y el comandante eran amigos desde varios años atrás cuando el primero le salvó la vida en un altercado y el coronel sabía que tuvo una novia en el ejército pero jamás pensó en que hubiera sido Carolina.
- Así es. Él siempre fue discreto conmigo, pero una vez los vi juntos, luego, Martínez se fue al entrenamiento de élite y lo demás es historia. Por esos antecedentes yo pensé que ella accedería más rápido, aún más con la pérdida de Rivas pero no fue así.
Carolina cubrió su boca, escuchar el nombre de su acaecido amor, era tan doloroso como el día que le dieron la noticia, pero aguantó las lágrimas.
- Aún así, me sorprende que tú hayas accedido a prestar a una joven para esto. Eso es común en los espectáculos, en los medios televisivos, no del ejército.
- Hubo un buen trato de por medio- comentó el Comandante, la chica al escuchar esas palabras abrió los ojos y puso atención a lo que hablaban.
- Explícate, Garcés- ordenó el coronel.
- Amigo, es simple. Si Jansen gana, nosotros ascenderemos también- tomó el cuello de su camisa y lo estiró- estás viendo al próximo secretario de la defensa y al siguiente subsecretario- señaló a este último con la mano.
- Wow- pronunció asombrado el coronel- pues creo que sí valía la pena sacrificar a un peón.
- Te equivocas, Flores. El peón se convertirá en reina y nos dará ventajas en el tablero.
Un elemento de la policía militar pasaba por aquellos corredores, rápidamente observó que Carolina se encontraba ahí.
- ¿Se le ofrece algo, señora?- le preguntó.
- Vengo a hablar con el Comandante Garcés- respondió en seco.
Tanto el comandante como el coronel guardaron silencio al escuchar la plática que se llevaba a cabo afuera, de repente apareció la teniente.
- Hablando del rey de Roma- musitó el coronel con desagrado.
Carolina se cuadró y se dirigió al comandante una vez que este le respondió el saludo.
- Señor, vengo a ponerme a disposición ya que por el momento no tengo ningún servicio asignado o alguna actividad.
- Teniente Martínez, sé lo incómodo que es para usted el llevar a cabo esta misión, no será fácil, mucho menos por el largo tiempo que va a durar. Tómese estos días de descanso mientras estamos en veda electoral, en cuanto terminen las elecciones podrá llevar a cabo lo solicitado, sin embargo, Teniente, podrá salir sin problema alguno de la Zona Militar, puede quedarse donde guste. Ya solo quedan unos pocos días antes de las elecciones.
Ella tenía mucho coraje pues se sentía utilizada pero tuvo una idea.
- Está bien, señor. Un favor, ¿pudiera facilitarme las llaves de algún departamento?- preguntó- me gustaría descansar.
El comandante accedió y solicitó las llaves a Manjarrez quien no tardó ni dos minutos en traerlas.
- Tome, Teniente, es el 305- le entregó las llaves.
Carolina quedó sorprendida porque en ese departamento vivían ella y Rivas.
- Solo que debo informarle que el departamento será deshabitado en los siguientes días para que el nuevo Mayor asignado pueda vivir en él. - Hágame favor de retirar las cosas que guste conservar para que esto sea más rápido.
Carolina sabía que en algún momento reasignarían el departamento pero quedó impactada al escuchar que aún estaban las cosas del Mayor.
- ¿Cómo?, ¿aún no han venido a recoger sus cosas?- preguntó con los ojos muy abiertos.
- No, señora. Se le estuvo llamando varias veces a la señora Griselda, la madre del Mayor Rivas, pero ella ha expresado explícitamente que no va a venir... es muy doloroso.
Ella suavizó su expresión; aunque en la familia del Mayor Rivas eran militares entendía que era difícil para ellos asimilar que su hijo prodigioso había muerto.
- Entiendo, señor. Yo limpiaré el lugar.
- No hay necesidad, solo retire las cosas que planee conservar, el personal de intendencia llegará a limpiar en tres días- interrumpió el comandante.
La teniente suspiró profundamente y lanzó unas palabras con una voz seria.
- Señor, tengo otra petición.
- Dígame- respondió ligeramente molesto.
- Quiero quedarme con ese departamento, durante esos días. Verá, si regreso a casa de mis padres tendré que desplazarme durante varias horas para llegar a la capital y por el momento no tengo en donde hospedarme.
El comandante suspiró y miró al coronel, este asintió.
- Está bien, Martínez, solo quince días podrás estar en ese lugar.
Ella agradeció, se cuadró frente a sus superiores y se fue.
Durante el camino, Carolina pasó frente al supermercado donde compró tres cartones de cerveza además de una cajetilla de cigarrillos, sopa instantánea y carne preparada, fue a la caja y pagó los productos, entonces siguió caminando, el departamento se encontraba ubicado a doscientos metros de aquel supermercado y a quinientos metros de la zona militar, en ese edificio se alojaban algunos oficiales y mayores, los departamentos eran bastante amplios con terraza, tres habitaciones, sala, comedor y cuarto de aseo además de un amplio estacionamiento subterráneo.
Justo cuando llegó introdujo la llave en la cerradura, dio dos giros y pudo abrir la puerta, de ahí salió un poco de polvo, se veía a través de la luz, ella tosió un poco para liberar sus fosas nasales de tan molestas motas.
- Vaya, Mayor, qué desastre tiene- dijo al entrar a la casa como si alguien estuviera ahí.
Entonces los recuerdos invadieron su mente.
***Recuerdo***
Un día que regresaba de la zona militar, estaba muy contenta porque tendría vacaciones al fin, tres semanas de descanso para la siguiente misión.
- Ya llegué, mi amor- gritó Carolina muy sonriente, sus dientes blancos adornaban su hermosa sonrisa contrastaba con el carmín de sus labios, desataba su cabello para dejarlo caer en hermosas ondas.
- Está lista la cena, cariño- dijo el Mayor Rivas quien colocaba un costillar de cerdo bañado con salsa BBQ, la ensalada y el puré de papas estaban en la mesa junto con dos copas de vino.
El mayor vestía unos jeans y una camisa gris de manga corta que se ajustaba perfectamente a sus brazos trabajados
- Huele increíble- comentó Carolina emocionada.
- Y sabe todavía mejor.
La chica caminó a sus brazos y lo saludó con mucha ternura depositando un beso en sus labios, se miraban con mucho amor y mucho deseo, por fin un descanso antes de la siguiente misión, la última misión del Mayor Rivas.
*** Fin del recuerdo ***
Los sentidos trajeron de nuevo la mente de la Teniente al presente, en la mesa no había nada más que polvo, de hecho todo estaba empolvado, siete meses de ausencia habían dejado su huella.
- Voy a limpiar la mesa, Mayor- advirtió Carolina simulando hablar con él mientras tomaba del cajón de la alacena un trapo azul para limpiar; del mueble de la tarja sacó una cubeta y limpiador líquido, todo se encontraba en su lugar cuidadosamente acomodado, rápidamente llenó el balde con agua y agregó el limpiador. Fueron varios minutos de fregar y limpiar superficies y pisos, una vez que hubo terminado volvió a sus cosas y sacó la comida, preparó las sopas instantáneas y colocó la carne en un plato, luego se dirigió a la esquina izquierda de la sala, ahí había un minicomponente, entonces colocó un viejo CD perfectamente cuidado, era de una banda estadounidense llamada "Green day", era la música que amaba el Mayor, todo lo que fuera rock y metal, decía que lo mantenía alerta. Carolina destapó una cerveza con la ayuda de otra, un truco que le enseñó el Mayor, solo se recostó en el sofá mientras miraba al techo, luego llevó su mano a las láminas de hierro que colgaban de su cuello.
- Me niego a creer que estás muerto, Rivas- musitó con voz baja y le dio un sorbo a su botella. La amarga y fría bebida resbalaba por su tráquea, las burbujas le hacían un ligero cosquilleo a su lengua.
No soltó una sola lágrima aunque se sentía impotente, sabía que esa misión donde el Mayor Rivas supuestamente había perdido la vida era la misión de otro soldado pero que de último momento se la cambiaron a él por ser muy experimentado en combate. La misión consistía en enfrentar a una de las células de una organización criminal bastante sanguinaria. Rivas fue quien descubrió una filtración de información y ayudó a que más de la mitad del pelotón regresara a casa, pero a él y a tres soldados más los asesinaron.