Jamás mostraré piedad,
Sobre esa antigua ciudad,
Me encargaré de darle un cruel final.
P. F. CANYUL
Solo me faltaba ser golpeada por la novia de Eduardo, sería la cereza del pastel este día no podía ser peor.
- Lo siento, no quería gritarte. - le dije rápidamente.
Levanté la mirada y pude ver que estaba desconcertado, pronto cambio su semblante, mis palabras lo habían herido.
-No te disculpes, entiendo que estés harta de estar en nuestra clase. - contesto, pero su novia Miranda no tardo en dirigirse en donde estábamos.
- Ya deja de hablarle a la rara, no te disculpes amor. - dirigió su mirada a mi dirección.
- Aquí nadie te molestaría si no te creyeras mejor que nosotros fea, deberías volver a tu castillo del horror para que nadie te toque bruja con esas fachas causas horror. - me dijo mientras intentaba empujarme, pero inmediatamente evadí su mano.
Sonrió con malicia.
-¿QUÉ? No soy lo suficientemente buena para tocarte deberías sentirte horrada ya que no toco basura. - volvió a decirme mientras me dirigía una mirada traviesa. No respondí, no quería entrar al juego y sabía que los demás la seguirán y comenzarían a molestarme.
-¡Ya basta déjala, Miranda! - y tomándola del brazo intento arrastrarla hacia atrás. Miranda giro bruscamente hacia él.
-Deja de defenderla o dime, ¿te gusta esta bruja? - su rostro se había transformado en una mueca de desagrado mientras golpeaba su pecho con su puño.
No quise quedarme para ver su pelea, agarré mi mochila y me dirigí a la salida, solo quería ir a casa estaba exhausta y me dolía el cuerpo sobre todas las palmas de mis manos estaba segura de que cuando me desvistiera vería sangre seca en mis rodillas, caminé rápidamente hasta llegar a los barrotes del colegio, ese tramo transcurrió sin problemas, no voltee para nada y seguí mi camino no quería tener otro incidente.
Después de 15 minutos caminando estaba a punto de llegar al buzón donde había visto al cachorro, me acerque cuidadosamente, para ver si seguía ahí o alguien se había apiadado de él, pero un movimiento en la caja me confirmo que ahí seguía.
-Hola amiguito- dije, mientras me acercaba para verlo.
Pude notar a una pareja a unos metros de mí, al escucharme hablar me miraron de manera extraña, supuse que les daba asco que le hablara a un cachorro callejero a veces hablaba sola, así que notar ese tipo de miradas en la gente era normal para mí.
De pronto vi el molde vacío se había comido todos los rollitos de jamón, con una sonrisa en mi rostro sentí la necesidad de acariciarlo, un jadeo se escapó de mis labios, mi sorpresa fue inmensa cuando noté que aquel cachorro negro estaba más grande, era como si nunca hubiera estado flaco y su pelaje era hermoso, no podía dejar de preguntarme si era el mismo perro que vi en la mañana.
Era como si por la mañana hubiera estado maltratado y desnutrido y en una tarde recuperará su salud, se veía saludable y esponjoso con unos hermosos ojos lapislázuli. Este cachorro tenía algo extraño no podría explicar que era me provocaba una sensación muy extraña, era como si mi cuerpo se encontrara cerca de una valla eléctrica, provoco que mis alarmas internas se encendieron e inmediatamente corrí hacía la avenida solo tenía que cruzarla y llegar a casa estaba dispuesta a olvidar todo lo que había pasado hoy.
Cuando llegue a la entrada de la casa, me apresure a cerrar la puerta y prender las luces, suspiré aliviada a pesar de que a veces los seres oscuros me seguían sentía que en casa estaba a salvo, aunque no podía decir lo mismo con los seres que venían en cada cumpleaños o los seres oscuros que emanaban una sensación pesada y maligna.
Ellos eran diferentes y lograban lastimarme, al contrario de las almas de las personas a los que muchos les dicen fantasmas, pero yo les decía espíritus, ellos eran como una persona muy translucida que todo el mundo podía atravesar menos yo, yo al verlos podía sentir un leve contacto con ellos, no eran malos son seres que se sienten solos y siempre quieren platicar.
Pero siempre recordaba los consejos de mi madre e intentaba ignorar a todo lo que no estuviera vivo.
No esperé a mi padre ya que no regresaría hasta muy tarde, tome un poco de jugo y una pechuga de pollo me senté en la mesa mientras comía sola, tal vez todos piensen que estoy acostumbrada a esto, pero no es así, no tengo comidas placenteras desde hace años, di unos cuantos bocados, pero se sentía como si un pedazo de cartón bajara por mi garganta, por alguna razón me sentía más sola que nunca otra vez pude sentir lagrimas brotando.
-Deja de ser una tonta Yulianne. -me dije a mi misma, mientras limpiaba con furia las lágrimas, no debía llorar le había prometido a mamá que viviría y seria feliz, pero era como si esa promesa se encontrara cada vez más lejana y nunca llegaría a cumplirla cada día que pasaba era más difícil, acaso ella no veía lo duro que era sonreír, era como si ella se hubiera llevado toda la felicidad con su último aliento hace 10 años.
-Perdóname mami, creo que nunca voy a cumplir la promesa que te hice... - dije en un susurro.