CAPÍTULO 3
"Tengo que observar, pensar y preguntar. Sí, eso es lo que debo hacer: observar y pensar."
El doctor guardó sus herramientas y se despidió con una leve inclinación.
-Me retiro. Si siente algún malestar, no dude en llamar a alguien.
Las sirvientas hicieron una reverencia y lo siguieron.
-Si necesita algo, señorita, solo háganoslo saber.
La puerta se cerró y finalmente me quedé sola.
Un profundo suspiro escapó de mis labios mientras masajeaba mi cuello, intentando aliviar la tensión que se acumulaba en mis hombros.
"¿Dónde estoy? ¿Qué es este mundo? ¿Y por qué estoy aquí?"
Nada tenía sentido.
Me levanté y caminé hasta la ventana. La vista me dejó sin aliento.
Un extenso jardín se desplegaba ante mis ojos, con rosales de distintos colores, tulipanes, lirios y flores exóticas que jamás había visto en la vida real. Había una fuente majestuosa en el centro, con esculturas de ángeles y agua cristalina cayendo en delicados hilos.
Era un paisaje sacado de un cuento.
-Parece... como si estuviera dentro de un libro -murmuré, sintiendo un escalofrío recorrerme.
No quería pensar demasiado, pero algo en mi subconsciente me susurraba que todo esto tenía una conexión.
Decidí salir de la habitación.
El pasillo era igual de impresionante: grandes ventanales a mi derecha dejaban entrar la luz del sol, iluminando alfombras bordadas y muebles de madera fina. A mi izquierda, cuadros elegantes colgaban en la pared, retratando a personas de aspecto distinguido.
Seguí caminando hasta llegar a lo que parecía ser la sala principal.
Era enorme, con un aire refinado y elegante. Una chimenea de mármol dominaba el centro, rodeada de sillas y sofás de estilo victoriano.
Pero lo que atrapó mi atención fue un cuadro en la pared.
Me quedé helada.
Era el retrato de una joven de ojos verdes y expresión distante.
Esa sonrisa...
Era una sonrisa forzada, vacía, como si estuviera mirando algo que no quería ver.
-Espera... -un escalofrío me recorrió-. Yo conozco a esta chica.
Mis pensamientos se agolparon, fragmentos de recuerdos y palabras que no deberían estar ahí.
Y entonces, la revelación cayó sobre mí como un rayo.
"Celeste... Celeste Percy."
Ese nombre.
Esa historia.
"¡Thirsty for Love!"
Era una novela que había leído. Y Celeste Percy... era un personaje de esa historia.
Mis labios se curvaron en una sonrisa de incredulidad.
-No... no puede ser... -mi risa fue temblorosa al principio, pero luego se convirtió en carcajadas descontroladas-. ¡Ja, ja, ja, ja, ja! ¡Esto es absurdo! ¿Yo en Thirsty for Love? ¡Ja, ja, ja!
Me llevé una mano a la cabeza, sintiendo que mi mente estaba al borde del colapso.
-Señorita, ¿se encuentra bien?
Una sirvienta entró a la habitación con el ceño fruncido.
La miré con ojos desenfocados y le hice un gesto para que se acercara.
-Dime... dime algo. -La sujeté por los hombros-. ¿Cómo me llamo? ¿Cómo soy? ¿Quién es mi familia? ¡Dímelo todo!
La mujer titubeó, moviendo la mirada de un lado a otro como buscando ayuda. Pero estábamos solas.
Finalmente, suspiró y bajó la cabeza.
-Se llama Celeste Percy, señorita. Es la hija mayor de la familia Percy. Tiene una hermana menor y su madre, la señora Nadia, sigue a cargo del hogar desde que su esposo falleció...
Alzó la vista, preocupada por mi reacción.
Pero yo ya no la estaba escuchando.
Me llevé ambas manos a la cara.
"Es la misma historia. Todo es igual."
Mi respiración se volvió errática.
"Estoy atrapada en una historia."
Celeste...
No la protagonista, sino ella.
La ex mejor amiga de Elizabeth. La niña mimada que lo perdió todo por culpa del amor.
-Oh, Dios... -me cubrí la boca con las manos-. ¿Pero en qué parte de la historia estoy?
Corrí al baño, arrancándome el vestido con urgencia.
Frente al espejo, examiné mi cuerpo.
Y ahí estaba.
Una cicatriz en mis costillas.
Mis manos temblaron al rozarla.
Era la herida que Celeste se había hecho con un cuchillo.
Los recuerdos del libro vinieron a mí como un torrente.
Celeste, en un acto desesperado, se apuñaló a sí misma para incriminar a Elizabeth.
Ese era su punto de quiebre. Su caída final.
Pero...
-Se suponía que tenía que morir aquí -susurré, con un escalofrío helado en la espalda.
Me vestí apresuradamente y me apoyé contra la pared.
"Esto no tiene sentido. Celeste debía morir. ¿Por qué sigo aquí?"
Mi corazón latía con fuerza mientras intentaba recordar más detalles de la historia.
Celeste Percy.
Noah.
Elizabeth.
La boda arruinada. El amor no correspondido. La desesperación. La caída.
Noah...
Ese pensamiento me hizo estremecer.
Celeste lo amaba. Pero él solo tenía ojos para Elizabeth.
Mis piernas se sintieron débiles y terminé sentándome en la fuente del jardín, mirando el agua moverse con tranquilidad, como si el mundo no estuviera colapsando a mi alrededor.
-¿Qué se supone que debo hacer ahora? -murmuré.
Porque si esto era real, si estaba atrapada en esta historia...
Celeste estaba destinada a morir.
Y yo...
-No quiero estar aquí... -cerré los ojos con fuerza-. Esto tiene que ser una broma...
-Señorita, ¿por qué grita de esa forma?
Una sirvienta se acercó, su rostro reflejando preocupación.
La miré con desesperación.
-¡Porque no quiero estar aquí!
-Señorita...
-¡Deben haberme dado otro papel! ¡¿Por qué ella y no la protagonista?!
Me abracé los brazos, sintiendo el peso del destino sobre mis hombros.
Si todo esto era real, entonces yo...
Yo estaba condenada.