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Segunda vida

Seungho
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Capítulo 1 El despertar

Capítulo 1

Me llamo Sofía.

Soy una persona tranquila, responsable y pacífica. No me gustan los problemas, así que siempre trato de evitarlos. Nunca fui de tener muchos amigos, pero eso no me molesta. Me basta con mis mangas, mis libros y mi trabajo en una empresa de publicidad.

Ese día, mi rutina se rompió con una simple pregunta.

-Tía... ¿cómo es usted?

Mi sobrina me miró con sus grandes ojos llenos de curiosidad.

La pregunta me dejó en blanco.

¿Cómo soy?

Nunca me había detenido a pensarlo. Pasé tanto tiempo preocupándome por el trabajo, las cuentas y la vida diaria que jamás reflexioné sobre quién era realmente.

Mi infancia no fue fácil. Mis padres se separaron cuando tenía seis años, mi hermana se fue de casa y mi madre apenas me prestaba atención. Aprendí a ser autosuficiente desde pequeña. Trabajé sin descanso, me esforcé para salir adelante, y ahora tenía un empleo estable.

No me quejaba. Mi vida era tranquila. O al menos, eso creía.

El cielo estaba cubierto de nubes grises cuando me subí al auto. La ciudad tenía ese aire melancólico de los días fríos, donde las luces de los semáforos parecían más brillantes de lo normal. Mientras manejaba, mi teléfono sonó.

Un número desconocido.

Fruncí el ceño y dudé antes de contestar.

-¿Hola?

Nada.

-¿Disculpe? ¿Quién habla?

Unos segundos de silencio incómodo pasaron antes de que una voz femenina y suave respondiera al otro lado de la línea:

-Hola...

Mi piel se erizó.

Algo en ese saludo me inquietó, pero antes de que pudiera reaccionar...

Un estruendo.

Las luces de la ciudad se distorsionaron en un torbellino de caos.

Un golpe brutal sacudió mi cuerpo. Algo pesado y demoledor me impactó de lleno. Mi auto giró sin control. Un chillido ensordecedor de metal retorciéndose. El cristal explotó en mil pedazos.

Y luego...

Oscuridad.

Entre la confusión, sentí mi mente tambaleándose entre la conciencia y la inconsciencia. Voces distantes. Gritos. Sirenas.

Abrí los ojos un instante. Vi a mi hermana llorando. Quería decirle que estaba bien, pero mi voz no salió.

El mundo parpadeaba frente a mí.

Negro.

Blanco.

Ruido.

Silencio.

Hasta que, finalmente, todo se apagó.

Desperté de golpe, inhalando una bocanada de aire como si emergiera de un océano profundo.

Mi corazón latía con fuerza, mi piel estaba cubierta de sudor, y mi respiración era entrecortada.

Mis manos temblaban.

No entendía nada.

-¡Señorita!

Una voz femenina me sacó de mi estado de pánico.

Me giré bruscamente y vi a una mujer que no reconocía. Vestía un uniforme de sirvienta y me miraba con preocupación.

-¿Quién eres? -pregunté, con la garganta seca.

El sonido de mi propia voz me sobresaltó. Sonaba diferente.

Lentamente, mis ojos recorrieron el lugar.

Estaba en una habitación amplia y lujosa, decorada con muebles elegantes y detalles dorados. Un candelabro de cristal colgaba del techo, y las cortinas de terciopelo caían pesadamente sobre enormes ventanales.

Esto... no era un hospital.

No era mi casa.

No era mi mundo.

Un escalofrío me recorrió la espalda.

-¿Dónde estoy...? -susurré.

Con manos temblorosas, bajé la mirada y las observé con más detenimiento.

Eran delicadas, de piel tersa y suave. No eran mías.

Algo estaba mal. Muy mal.

Mi corazón latió con fuerza.

Algo dentro de mí gritaba que esta no era mi vida.

Que este no era mi cuerpo.

Y que, de alguna forma, ya no era Sofía.

Me levante con mis piernas temblando y fui hacia el espejo más cercano que estaba de mi, trage saliva y me mire al espejo

-esa... Esa no soy yo - mi cara se puso pálida al ver este cuerpo extraño que tenía

            
            

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