Capítulo 5 4

El trayecto de regreso al penthouse fue silencioso. Isabella mantenía la mirada fija en la ventana, pero Adrián podía notar la rigidez en su postura, la forma en que apretaba la mandíbula y entrelazaba los dedos con más fuerza de la necesaria.

No dijo nada. Sabía reconocer a alguien que no quería hablar.

Cuando llegaron, Isabella se quitó el abrigo con movimientos mecánicos y lo dejó sobre una silla antes de dirigirse a la cocina. Sacó una copa y una botella de vino, sirviéndose sin prisa.

Adrián se apoyó en la encimera, observándola.

-Te afectó más de lo que quieres admitir.

Isabella bebió un sorbo y luego dejó la copa sobre la mesa.

-Matteo es un hombre peligroso -dijo con voz controlada-. No me sorprende que intentara intimidarme, pero esperaba tener más tiempo antes de enfrentarme a él.

-No parecía solo resentido. Parecía convencido de que esto no va a durar.

-Porque no cree que seas un problema real.

Adrián dejó escapar una risa baja.

-Bueno, no es la primera vez que alguien me subestima.

Isabella lo miró por primera vez desde que salieron del restaurante.

-Eso puede jugar a nuestro favor.

Adrián inclinó la cabeza.

-¿Cómo?

-Si Matteo y mi padre piensan que eres solo una distracción, no se preocuparán demasiado. Si creen que esto es real... entonces harán lo que sea para deshacerse de ti.

Adrián sonrió de lado.

-Entonces, ¿qué prefieres? ¿Que me tomen en serio o que me ignoren?

Isabella tomó la copa nuevamente y bebió otro sorbo antes de responder.

-Prefiero que sobrevivas.

Adrián se quedó en silencio por un momento. No esperaba esa respuesta.

-¿Qué tan lejos crees que llegarán?

-Mi padre no va a mancharse las manos directamente. Pero Matteo... él no tiene escrúpulos.

Adrián exhaló y se pasó una mano por el cabello.

-Perfecto. Me casé contigo y de paso gané un enemigo con conexiones peligrosas.

Isabella cruzó los brazos.

-Nadie te obligó.

-¿Estás segura? Porque todavía me pregunto cómo demonios terminé aceptando esto.

Isabella lo miró con la misma frialdad de siempre.

-Porque no tenías nada que perder.

Adrián sonrió con ironía.

-Eso es lo que crees.

Isabella frunció el ceño, pero no preguntó más. En cambio, dejó la copa sobre la mesa y comenzó a caminar hacia su habitación.

-Mañana tenemos otra aparición pública. Ponte algo decente.

-Sí, jefa.

Ella se detuvo, como si fuera a responder, pero al final solo negó con la cabeza y desapareció en el pasillo.

Adrián suspiró y se dejó caer en el sofá.

Había pensado que esto sería fácil. Un matrimonio de conveniencia, algo temporal, sin emociones involucradas.

Pero Isabella Moretti no era una mujer fácil de ignorar.

Y ahora, no solo tenía que lidiar con ella...

Sino también con un enemigo que parecía dispuesto a todo.

Adrián se quedó un rato en el sofá, tamborileando los dedos contra el brazo del mueble. Todo esto le parecía una locura, pero al mismo tiempo, sabía que no tenía escapatoria. Había aceptado este matrimonio porque Isabella tenía razón: no tenía nada que perder.

O al menos, eso creía.

No era la primera vez que lidiaba con tipos como Matteo De Luca. Sabía reconocer a un hombre con poder y, más importante aún, a un hombre que estaba acostumbrado a salirse con la suya.

Matteo no lo veía como una amenaza real.

Pero eso podía cambiar.

Soltó un suspiro y se puso de pie. Si iba a sobrevivir a esto, tenía que saber más. No le gustaba ir a ciegas en situaciones peligrosas.

Caminó por el pasillo hasta el despacho de Isabella. No había tenido oportunidad de explorarlo antes, pero suponía que era el mejor lugar para encontrar respuestas.

Giró el picaporte y la puerta se abrió sin resistencia.

El despacho era tan impecable como el resto del penthouse. Una enorme biblioteca de madera oscura cubría la pared izquierda, llena de libros perfectamente organizados. El escritorio de Isabella estaba en el centro de la habitación, con su ordenador portátil cerrado y una pila de documentos a un lado.

Adrián caminó hasta el escritorio y comenzó a revisar algunos papeles. Nada parecía fuera de lo común al principio, solo informes financieros y contratos. Pero cuando llegó a un folder negro sin identificación, su instinto le dijo que allí había algo importante.

Lo abrió.

Dentro, encontró varias fotografías.

La primera era de Matteo De Luca, parado junto a un hombre mayor que reconoció al instante.

El padre de Isabella.

La segunda imagen mostraba a Matteo en un club privado, acompañado de otros hombres trajeados. No parecía una simple reunión de negocios.

La tercera...

Adrián frunció el ceño.

Era una foto de un hombre al que no reconocía. No tenía el porte elegante de Matteo ni la presencia imponente del padre de Isabella. Su traje no era tan costoso y su expresión era tensa, como si estuviera esperando que algo saliera mal.

¿Qué hacía esa foto en un folder junto a imágenes de Matteo?

Antes de que pudiera revisar más, escuchó un ruido detrás de él.

-¿Buscando algo?

Adrián se giró lentamente. Isabella estaba apoyada en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y una mirada que podía congelar a cualquiera.

Él cerró el folder con calma y lo dejó sobre el escritorio.

-Solo quería entender en qué demonios me metí.

-¿Y crees que revisando mis documentos encontrarás respuestas?

-Me parece mejor que esperar a que casi me maten para descubrirlo.

Isabella suspiró y caminó hacia el escritorio. Tomó el folder y lo miró por un momento antes de volver la vista a Adrián.

-Matteo no es solo el hombre con el que mi padre quería que me casara.

-Ya me di cuenta.

-Él ha estado involucrado en negocios turbios durante años. Pero a diferencia de mi padre, Matteo no tiene límites.

Adrián se apoyó en el escritorio, observándola.

-¿Y quién es el tipo de la última foto?

Isabella vaciló por un segundo antes de responder.

-Se llamaba Daniel Vega. Era uno de los contadores de mi padre.

Adrián frunció el ceño.

-¿Era?

-Lo encontraron muerto hace seis meses.

El tono de Isabella era plano, casi frío, pero Adrián notó el brillo de rabia en sus ojos.

-¿Y qué tiene que ver con Matteo?

-Antes de morir, Daniel me advirtió sobre ciertas irregularidades en las cuentas de la empresa de Matteo. Me dijo que estaba desviando dinero, pero no pudo probarlo.

Adrián se quedó en silencio.

Esto ya no se trataba solo de un matrimonio para evitar una boda arreglada.

Isabella estaba peleando una guerra contra dos hombres con demasiado poder.

Y ahora él estaba atrapado en medio de todo eso.

-Déjame adivinar -dijo finalmente-. No crees que la muerte de Daniel haya sido un accidente.

Isabella cerró el folder y lo dejó a un lado.

-No.

Adrián soltó una risa sin humor.

-Genial. Me casé contigo y ahora tengo a un posible asesino viéndome como un obstáculo.

Isabella lo miró fijamente.

-Si quieres irte, ahora es el momento.

Adrián la estudió por un momento.

Podía irse. Podía fingir que nunca aceptó esta locura y desaparecer antes de que todo se volviera peor.

Pero algo dentro de él le decía que no podía hacer eso.

No era solo por el dinero.

Era por la forma en que Isabella estaba enfrentando esto sola.

Por la forma en que su mirada, tan fuerte y decidida, ocultaba el miedo de quien sabe que el enemigo está esperando su oportunidad.

Adrián suspiró.

-Voy a necesitar un trago para procesar esto.

La tensión en los hombros de Isabella pareció disminuir apenas un poco.

-Hay whisky en la barra.

-Sabía que me casé con la mujer adecuada.

Isabella rodó los ojos y salió del despacho sin decir nada más.

Adrián tomó el folder negro y le echó un último vistazo antes de volver a colocarlo en su lugar.

Estaba claro que esto iba más allá de una simple boda de conveniencia.

Y si Matteo pensaba que podía sacarlo del camino fácilmente...

Bueno, entonces él estaba subestimando al hombre equivocado.

                         

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