Capítulo 3 Buscando empleo.

De repente, Victoria se detuvo y miró a Rebeca por un momento antes de hacerle una pregunta.

__ ¿Es que acaso soy muy fea? ¿Soy la mujer más fea del mundo? preguntó Victoria.

Rebeca la miró con sorpresa. __ No, tú no eres fea, respondió.

__ Es solo que no te arreglaste lo suficiente. Nosotras te dijimos que te echaras un poco de maquillaje, pero tú no quisiste.

Victoria se sintió humillada.

__ Esto es muy vergonzoso, murmuró.

__ Ya solo falta que me caiga un rayo o que me orine un perro. Así completaría lo terrible de mi vida.

Rebeca intentó consolarla. __ No digas eso. Mira que Dios puede castigarte.

Pero Victoria estaba en su propio mundo de desgracia. __ ¡Ya basta, Rebeca! ¡Que más castigo que este! En ese momento, como si estuviera mandado por el destino, un cachorrito apareció de la nada y se acercó a Victoria. Levantando una de sus patitas, el pequeño perro orinó en los pies de Victoria.

__ Pero ¿Qué es esto? ¡Eres un niño muy malo! exclamó Victoria, persiguiendo al cachorro con la intención de castigarlo y tener una fuerte discusión con su dueño. Sin embargo, el cachorrito fue más rápido y se escabulló en un conjunto residencial, burlándose también de Victoria en ese momento. Mientras tanto, Rebeca reía a carcajadas por todo lo que le estaba pasando a su amiga.

El dueño de aquel pequeño perro lo estaba buscando hacia una hora y este que era bastante travieso se salió del conjunto residencial para aventurase en las calles encontrándose con Victoria que luego del incidente quiso cobrar venganza. No quiso ser visto por la molesta joven que venía corriendo a toda marcha lanzando insultos al aire; en verdad no quería encontrarse con esa fiera salvaje, si los encontraba a los dos, era capaz de fuetearlos por igual.

De regreso a casa se fueron en autobús, puesto que el coche era de Brenda, quien sabía conducir muy bien. Tenía que tratar de olvidar este día, se metería de lleno en sus estudios y en lo que más le gustaba hacer, bailar. Bailar era más que una pasión para Victoria y la utilizaría como terapia para olvidarse del tal Andrés como ella lo apodaba y de la traidora y farisea Brenda.

... La búsqueda de empleo para Victoria ya había comenzado unos meses antes. Ya había terminado su carrera como publicista y se sentía preparada para trabajar. Entre todas las llamadas que había recibido de posibles trabajos, ninguno ofrecía un salario mínimamente serio, y en realidad, ella sentía que valía mucho. Estaba preparada profesionalmente, había sido la mejor de su clase con excelentes notas, por lo que se sentía muy valiosa. Por momentos sentía la necesidad de dirigirse a la empresa de su padre, para pedir el empleo soñado, total era hija de Antonio Caballero, el dueño y señor de la empresa, la cual tenía más de cien empleados y había sido mencionada en revistas y periódicos de la ciudad como una de las empresas de publicidad más prósperas del país, pero el orgullo la detenían, tenía muchos años que no sabía de él y presentarse así como si nada, de seguro sufriría una gran decepción y posiblemente humillaciones y burlas por parte del personal directivo que no sabían de su existencia.

            
            

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