/0/15900/coverbig.jpg?v=f3faa254b81abb273ee89a99f2a11ccf)
Brenda estaba viviendo los mejores días de su vida. Andrés era un hombre guapo, adinerado, fogoso y encantador. No había un día que no la llenara de regalos ¡costosos! Cosa que le agradaba sobremanera. No sentía culpa por quitárselo a Victoria en las narices, pero -pensándolo bien- solo era una cita; ellos no tenían nada, y total, Andrés se fijó en ella y no en Victoria.
En estos meses de intensa pasión, Brenda y Andrés pusieron fecha para su boda. No había que esperar para dar el sí; se amaban, se deseaban, se gustaban. Andrés tenía todo para hacer feliz a Brenda y darle el mundo si ella se lo pedía.
-Vic, querida prima, quiero ofrecerte un trabajo con el que ganarás un buen dinerito ahora que estás nuevamente desempleada.
-Cálmate, primo empresario. Solo llevo un día sin empleo, y, además, he pensado en ir a la empresa de mi padre, buscarlo y pedirle un empleo digno.
-Eso está bien, pero necesito tu ayuda en esto. Bianca y yo necesitamos expandirnos, mostrar nuestro negocio, y pensamos que una cara joven y bella como tú traería más clientes a nuestro salón de eventos.
-¡Eso me gusta! Y... ¿de cuánto estamos hablando? -replicó Victoria moviendo los dedos en señal de dinero.
-¡Te pagaré lo justo! Si aceptas, mañana mismo empezamos. Este es el negocio más rentable del momento. ¡Si supieras cuántas personas se casan, festejan cumpleaños o cualquier estupidez!
-Ok, ok -continuó Victoria riendo a carcajadas por las palabras de su primo-. ¿Te burlas de mí? ¡Para ser la imagen de una empresa se necesita ser atractivo o famoso! Yo no cumplo con esos requisitos.
-No digas eso, querida prima, tú eres muy hermosa. Bianca te asesorará y quedarás más hermosa de lo que ya eres.
Fue un desafío para Victoria esa sesión de fotos. Nunca se había enfrentado a las cámaras, no sabía cómo había aceptado esa propuesta laboral de su primo David, ni cómo la había convencido. Pero ya estaba trabajando para él. Más bien, lo había hecho por ayudarlo, puesto que el dinero que tenía disponible ya se le había acabado y pagar a una modelo de talla nacional e internacional le saldría más caro que el salón de eventos. Aunque se sentía bien trabajando con él, deseaba un empleo serio y formal, no pequeños contratos que parecían estar en constante desempleo.
Si no conseguía un empleo digno dentro de poco, se resignaría a humillarse e ir hasta la empresa de su padre y pedir empleo, así fuera en servicios generales. Tanto que se había di-cho a sí misma que conseguiría un trabajo por sus propios me-dios, sin padrinos ni palancas como cualquier persona. Pero sus deudas no daban espera y era mejor hacer cualquier cosa que estar sin empleo y sin dinero.