La amante del jefe de mi esposo
img img La amante del jefe de mi esposo img Capítulo 4 Si, acepto
4
Capítulo 6 Primera Noche img
Capítulo 7 Propuesta de trabaj img
Capítulo 8 Solo quiero ayudarte img
Capítulo 9 Un respiro para ti img
Capítulo 10 Bienvenida al equipo img
Capítulo 11 Despido img
Capítulo 12 Bienvenida de vuelta img
Capítulo 13 Sin escapatoria img
Capítulo 14 Atrapados img
Capítulo 15 Sabes lo que quiero img
Capítulo 16 Un encuentro inesperado img
Capítulo 17 Una Sombra Persistente img
Capítulo 18 El precio del silencio img
Capítulo 19 Necesitamos hablar img
Capítulo 20 La verdad img
Capítulo 21 Perdiste img
img
  /  1
img

Capítulo 4 Si, acepto

Sofía sintió que el aire se volvía irrespirable. Su corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de su pecho. La voz de Ramírez resonaba en su cabeza como un eco venenoso.

Ella cerró los ojos por un momento. No veía otra salida.

-Está bien... -murmuró, apenas audiblemente.

Ramírez inclinó la cabeza, como si hubiera esperado escuchar esas palabras desde el inicio.

-¿Perdón? -dijo con una sonrisa ladeada-. No te escuché bien, Sofía.

Ella tragó saliva y levantó la vista, mirándolo directamente.

-Acepto.

Sofía sintió que el aire se volvía denso, como si la habitación se encogiera a su alrededor. Su mente le gritaba que corriera, que buscara otra salida, pero su cuerpo no respondía.

-Sabia decisión -susurró Ramírez, su sonrisa cargada de satisfacción.

Se quitó el abrigo con calma y lo dejó sobre la silla, como si estuviera en su propia casa. Luego, avanzó lentamente hacia ella, sin apartar su mirada calculadora.

Sofía sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

Cuando él levantó una mano para rozarle la mejilla, ella cerró los ojos con fuerza, deseando no estar allí, deseando que todo esto fuera una pesadilla de la que pronto despertaría.

-Tranquila -murmuró él con un tono casi amable-. Si cooperas, esto será más fácil para los dos.

Sofía tragó saliva, su cuerpo rígido, mientras él deslizaba sus dedos por su piel. Su mente quería bloquearlo, borrar ese momento de su memoria, pero no podía.

Ramírez dejó escapar una leve risa.

-Me gusta que seas obediente -dijo en un murmullo, antes de inclinarse un poco más hacia ella.

El sonido de su respiración se mezclaba con el latido frenético del corazón de Sofía. Ya no había marcha atrás.

Ramírez comenzó a deslizar sus dedos por su cuello, suavemente, hasta llegar a su rostro. Sofía sintió un cosquilleo en la piel mientras sus labios se acercaban a los suyos.

-Deja que te muestre -susurró, antes de besarla suavemente.

Sofía intentó resistir, pero la suavidad de sus labios y la calidez de su aliento la desarmaron. Se dejó llevar, sintiendo cómo su cuerpo comenzaba a reaccionar.

Ramírez profundizó el beso, sus manos recorriendo su espalda y sus caderas. Sofía sintió un ardor en su vientre, una necesidad que crecía con cada segundo.

-Quiero sentirte -murmuró Ramírez, deslizando sus manos bajo su blusa.

Sofía jadeó al sentir sus dedos recorrer su piel desnuda. Se dejó llevar por la oleada de placer que invadía su cuerpo.

-Déjame verte -dijo, desabrochando su blusa y descubriendo su cuerpo.

Sofía se sintió expuesta, vulnerable, pero también deseada. Ramírez la observaba con deseo, sus ojos recorriendo cada curva de su cuerpo.

-Eres perfecta -susurró, antes de inclinarse para besar sus pechos.

Sofía gimió, sintiendo cómo sus labios y su lengua la llevaban al borde del éxtasis. Ramírez se movía lentamente, disfrutando de cada momento, de cada gemido que escapaba de sus labios.

-Quiero sentirte dentro de mí -murmuró Sofía, su voz llena de deseo.

Ramírez sonrió y se inclinó para besarla nuevamente.

-Entonces, déjame prepararte -dijo, antes de deslizar sus manos hacia su entrepierna.

Sofía se estremeció al sentir sus dedos acariciando su clítoris, su piel ardiendo de deseo. Ramírez la besaba y acariciaba, llevándola al límite.

-Estoy lista -susurró Sofía, sintiendo cómo su cuerpo se preparaba para recibirlo.

Ramírez se levantó y se desvistió lentamente, mostrando su cuerpo desnudo. Sofía lo observaba con deseo, sintiendo cómo su cuerpo anhelaba ser poseído.

-Ven a mí -murmuró, extendiendo una mano hacia ella.

Sofía se acercó y se dejó llevar por él, sintiendo cómo su cuerpo se ajustaba al suyo. Ramírez la besaba con pasión, sus manos recorriendo cada centímetro de su piel.

-Déjame llevarte al cielo -susurró, antes de penetrarla lentamente.

Sofía gimió, sintiendo cómo su cuerpo se adaptaba a la suya. Ramírez se movía lentamente, disfrutando de cada momento, de cada gemido que escapaba de sus labios.

-Demonios... -susurró Sofía, sintiendo cómo su cuerpo anhelaba más.

Ramírez la penetró más profundamente, su ritmo aumentando con cada movimiento. Sofía se estremecía, sintiendo cómo su cuerpo se llenaba de placer.

-Rápido -murmuró, su voz llena de deseo.

Ramírez obedeció, su ritmo aceleró hasta alcanzar un frenesí que los llevó al borde del éxtasis. Sofía jadeaba, sintiendo cómo su cuerpo se preparaba para explotar.

-Si, cogeme, si... -gimió, su voz llena de placer.

Ramírez continuó moviéndose, sus cuerpos unidos en un baile de deseo y placer. Sofía sintió cómo su cuerpo se tensaba, su clímax acercándose con cada movimiento.

-Oh, oh, ooooh -jadeó, su cuerpo estremeciéndose con cada embestida.

-Perra, muévete -ordenó Ramírez, sintiendo cómo su cuerpo se preparaba para llegar al límite.

Finalmente, sus cuerpos explotaron en un orgasmo que los dejó sin aliento. Sofía jadeaba, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba, lleno de placer.

-Fue inclreible -susurró Ramírez, besando su frente.

Sofía sonrió, sintiendo que su cuerpo aún vibraba de placer.

-Sí, lo fue -respondió, su voz llena de satisfacción.

Voy a continuar la historia explorando las consecuencias de lo que ha sucedido, centrándome en los sentimientos de Sofía, la tensión en su relación con Daniel y el dilema en el que se encuentra.

Ramírez se vistió con calma, ajustando el nudo de su corbata frente al espejo de la pequeña habitación. Sofía, aún acostada, lo observaba en silencio, sintiendo su cuerpo pesado.

-Por ahora, has ganado tiempo -dijo él sin mirarla, con su tono habitual de superioridad-. Pero sabes que esto no termina aquí.

Sofía apretó la sábana entre sus dedos, sintiendo un nudo formarse en su estómago.

-¿Cuánto tiempo más me darás?

Ramírez se giró hacia ella con una sonrisa ladeada.

-Nos veremos la próxima semana. Tú sabrás qué hacer cuando llegue el día.

Ella bajó la mirada. Lo había sabido desde el momento en que aceptó, pero escucharlo de sus labios hizo que la realidad la golpeara aún más fuerte.

Ramírez tomó su abrigo y se acercó a la puerta. Antes de salir, se inclinó y le dio un beso en la frente, como si aquello fuera una despedida tierna.

-Nos vemos pronto, Sofía.

La puerta se cerró con un leve chasquido, dejando un silencio espeso en la habitación.

Sofía se llevó las manos al rostro, sintiendo que la respiración se le entrecortaba. El peso de lo que había hecho la aplastaba.

Había ganado tiempo... pero a qué costo.

Sofía se quedó acostada en la cama unos minutos después de que Ramírez se fue. El silencio de la casa le resultaba ensordecedor. Se dijo a sí misma que no sentía nada, que todo había sido una obligación, pero su propio cuerpo la traicionaba. Había algo en ella que se sentía diferente, y eso la aterraba.

Sacudió la cabeza, tratando de alejar esos pensamientos. Se levantó rápidamente y fue al baño. Abrió la llave de la ducha y dejó que el agua caliente corriera sobre su piel, como si pudiera borrar lo que había ocurrido. Se frotó con fuerza, asegurándose de eliminar cualquier rastro de él, cualquier aroma que pudiera delatarla.

Cuando terminó, envolvió su cuerpo en una toalla y salió al cuarto. Se acercó a la cama y arrancó las sábanas con manos temblorosas. No podía permitir que Daniel sintiera algo extraño, no podía darle motivos para sospechar. Metió las sábanas en la lavadora y puso un juego limpio, asegurándose de que todo pareciera normal.

Pero nada era normal.

Se vistió con ropa cómoda y se sentó en el borde de la cama, mirando el suelo. El peso de su decisión la aplastaba, pero al mismo tiempo, había una inquietud dentro de ella que no quería reconocer.

Cuando la puerta de la casa se abrió y escuchó los pasos de Daniel, se obligó a respirar hondo.

Debía actuar con naturalidad.

Daniel entró, con la expresión agotada y los hombros caídos.

-¿Cómo estuvo tu día? -preguntó Sofía con la voz más tranquila que pudo.

Daniel suspiró y se dejó caer en el sofá.

-Mal. No encontré ninguna solución. No sé qué vamos a hacer.

Sofía sintió un nudo en la garganta.

Ella sí sabía lo que habían hecho... y lo que tendría que seguir haciendo.

Los días pasaron con una lentitud insoportable. Sofía trataba de actuar con normalidad mientras ayudaba a Daniel a preparar su maleta, escuchaba sus planes y fingía estar emocionada por la oportunidad que le habían dado.

Pero por dentro, sentía un abismo abrirse bajo sus pies.

La mañana en que Daniel partió, se despidió de ella con un beso en la frente.

-Te voy a extrañar -dijo con una sonrisa cansada-. Pero esto es por nuestro bien. Te llamaré todos los días.

Sofía asintió, incapaz de decir algo sin que su voz la delatara.

Lo vio subir al taxi y alejarse por la calle hasta que el vehículo desapareció en la distancia. Solo cuando quedó completamente sola, soltó el aire que había estado conteniendo.

No pasó mucho tiempo antes de que su teléfono vibrara.

Ramírez: Voy en camino.

El mensaje fue suficiente para hacerla sentir atrapada.

No tenía opción.

No tenía escapatoria.

Pero, ¿realmente era así?

Una idea cruzó su mente, algo que hasta ahora no había considerado: ¿y si encontraba otra salida? ¿Y si dejaba de huir y enfrentaba la situación de otra manera?

Pero antes de que pudiera pensar en ello, el sonido de un auto estacionándose frente a la casa la sacó de sus pensamientos.

Ramírez había llegado.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022