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El viaje se alargó durante varios días, alejándose cada vez más de los límites conocidos por Aiden. Las noches eran largas y frías, y los días, aunque llenos de luz, estaban marcados por la tensión que se palpaba en el aire. A medida que avanzaban, el paisaje cambiaba. Ya no era el campo verde y tranquilo que rodeaba Verdansk; el terreno se volvía más agreste, más oscuro, y las sombras de los árboles parecían alargarse más de lo que debían.
El grupo se movía rápidamente, sin descanso, y las órdenes de Valin se daban de forma precisa, como si hubiera recorrido estos caminos en más de una ocasión. Los demás viajeros, aunque no hablaban mucho, mantenían una postura alerta, siempre observando, siempre listos para lo inesperado.
Aiden, por su parte, sentía que su mente se estaba llenando de preguntas, muchas de las cuales no se atrevían a salir de su boca. El viaje lo había sacado de su zona de confort, de la vida que conocía, y lo había lanzado a un mundo completamente diferente, uno lleno de misterios y peligros que no comprendía.
La noche del cuarto día, llegaron a un claro en el bosque, un espacio abierto rodeado por árboles altos que parecían susurrar entre sí, movidos por una brisa casi imperceptible. El aire aquí tenía una sensación extraña, como si las propias sombras estuvieran vivas, observando. Elyra fue la primera en desmontar, seguida por Raleth, que rápidamente comenzó a preparar una pequeña fogata.
-Aquí descansaremos por esta noche, -dijo Valin, su voz grave resonando en la quietud del bosque.
Aiden miró alrededor con cierta aprensión. El claro era sombrío, pero no había razón para detenerse en ese momento. A lo lejos, la luna llena comenzaba a asomar en el cielo, bañando todo con una luz plateada que parecía reflejar una calma inquietante. Sin embargo, algo dentro de Aiden le decía que no debía relajarse. Este no era un lugar seguro.
-¿Qué es este lugar? -preguntó finalmente, rompiendo el silencio.
Valin, mientras se acercaba a la fogata, lo miró con una ligera sonrisa, pero sus ojos, oscuros y llenos de experiencia, revelaban algo mucho más serio.
-Este es el Bosque de los Ecos, -respondió. -Un lugar antiguo, donde la magia de Eldoria todavía está presente, aunque muy distorsionada por la corrupción del rey de las sombras. En este lugar, las fronteras entre el mundo real y el reino de las sombras se desdibujan. Aquí, lo que ves puede no ser lo que parece. Lo que oyes puede no ser lo que escuchas. Es un lugar lleno de recuerdos perdidos.
Aiden frunció el ceño, intentando comprender lo que Valin le decía. El Bosque de los Ecos, un lugar donde los recuerdos de los muertos parecían flotar en el aire, ¿y cómo se suponía que podía estar seguro en un sitio como ese? Lo que Valin mencionaba con tanta naturalidad le parecía más bien una advertencia.
-¿Es peligroso? -preguntó Aiden, sin ocultar el temor que comenzaba a formarse en su pecho.
Elyra se acercó a él, sentándose junto a la fogata. Su expresión era grave, pero en sus ojos había una chispa de complicidad, como si supiera algo que él aún no entendía.
-El Bosque de los Ecos no es peligroso en sí mismo, -dijo, mirando las llamas. -Es la mente lo que debe estar alerta. Este lugar pone a prueba a aquellos que se aventuran en él. Aquí, la magia de Eldoria todavía está viva, y las sombras intentarán corromperte, haciendo que veas cosas, escuches voces. Es fácil perderse en los recuerdos.
-¿Recuerdos? -Aiden se sentó junto a ellos, interesado pero aún desconfiado. -¿Qué tipo de recuerdos?
Valin intervino, su tono serio.
-El Bosque refleja los recuerdos de quienes han caído bajo el poder del rey de las sombras. Aquí, sus espíritus vagan, atrapados en sus propios traumas. Si no estás preparado, puedes caer en su trampa y perder tu camino. El miedo y la duda te rodearán. Pero aquellos que están en el camino correcto, como tú, pueden aprovechar este lugar para aprender más sobre lo que enfrentan.
Aiden frunció el ceño. ¿Aprender más sobre lo que enfrentaba? ¿Cómo podía él, un herrero ordinario, estar en el camino correcto? Aún no comprendía por completo el propósito de su viaje, y mucho menos cómo podía ser capaz de enfrentarse al rey de las sombras.
La fogata crujió en silencio mientras el grupo permanecía en sus pensamientos, rodeados por las sombras del bosque. De repente, un sonido sordo y lejano, como un susurro, rompió la quietud. Aiden se tensó, mirando a su alrededor, pero no vio nada. Elyra y Raleth intercambiaron una mirada rápida, y Valin levantó la mano en señal de calma.
-El Bosque está despertando. -dijo Valin, y su voz, aunque tranquila, tenía una firmeza que desbordaba confianza.
Aiden se sintió intranquilo, pero siguió el consejo de Valin y se mantuvo en silencio, observando atentamente las sombras danzantes entre los árboles. En ese momento, una figura apareció, como una ilusión que surgió de las profundidades del bosque. Aiden parpadeó, sin poder creer lo que veía. Una mujer de cabello oscuro y ojos brillantes, vestida con ropas que parecían hechas de la misma oscuridad que los árboles a su alrededor, apareció frente a ellos. Era hermosa, pero algo en su presencia transmitía una sensación de peligro inmediato.
La figura sonrió, y su voz sonó como un eco lejano, suave, pero penetrante.
-Así que el heredero ha llegado, -dijo la mujer, sus palabras flotando en el aire como si las sombras las hubieran acariciado.
Aiden dio un paso atrás, con el corazón latiendo con fuerza. Valin y los demás no parecían sorprendidos, como si ya esperaran este encuentro. La mujer, o lo que sea que fuera, continuó observándolos con ojos de una intensidad helada.
-¿Quién eres? -preguntó Aiden, tratando de mantener la calma, aunque la inquietud se hacía cada vez más pesada sobre su pecho.
La mujer sonrió nuevamente, pero esta vez, su expresión era mucho más oscura.
-Soy una de las sombras que habitan este bosque. Hace tiempo, fui una de las guardianas de Eldoria. Pero el rey de las sombras me corrompió, me convirtió en parte de su ejército. Y ahora, solo soy un eco de lo que fui.
Raleth y Elyra se pusieron de pie de inmediato, listos para defenderse. Valin, sin embargo, permaneció tranquilo, observando a la mujer con una mirada cautelosa.
-No te acerques más, sombra. No tienes poder aquí. -La voz de Valin era como un murmullo bajo, pero cargada de una fuerza antigua.
La mujer rió, un sonido frío y desprovisto de alegría.
-El poder nunca se pierde por completo, hechicero. Y tú sabes bien que la oscuridad siempre encuentra un camino.
Aiden miró a Valin, quien había sacado una pequeña piedra brillante de su cinturón, un talismán que resplandecía débilmente con una luz verde.
-Este lugar está lleno de ecos, Aiden, -dijo Valin en voz baja, mientras sostenía el talismán frente a él. -No dejes que las sombras te engañen. Recuerda lo que eres.
Las palabras de Valin, aunque suaves, tenían un poder que hizo que la figura de la mujer se desvaneciera lentamente en el aire, hasta que no quedó nada más que un susurro de viento entre los árboles. La tensión que había invadido a Aiden comenzó a desvanecerse, pero la sensación de que algo estaba acechando nunca lo dejó completamente.
La quietud volvió al bosque, pero Aiden sabía que ese encuentro no era más que el principio de lo que estaba por venir. Las sombras de Eldoria no se limitarían a desaparecer tan fácilmente.