Capítulo 3 3

El silencio del Bosque de los Ecos se instaló nuevamente tras la desaparición de la mujer sombría. El aire, aunque fresco, estaba cargado de una extraña pesadez. Los árboles, altos y sinuosos, seguían susurrando con el viento, pero la paz que habían sentido antes de la aparición de la sombra parecía haberse desvanecido. Aiden se quedó inmóvil, observando el lugar donde la figura había estado, sin poder comprender lo que acababa de ocurrir. ¿Era una manifestación de la magia del bosque? ¿O había algo más detrás de la mujer sombría?

Valin, que había permanecido completamente inmóvil durante todo el encuentro, guardó el talismán con un movimiento suave. Elyra y Raleth, aunque vigilantes, también parecían relajarse poco a poco, como si ese tipo de apariciones fueran algo esperado.

-No es un buen augurio, -dijo Valin finalmente, rompiendo el silencio, su voz grave y cautelosa. -Las sombras de este bosque no se muestran sin razón. El Rey de las Sombras está más cerca de lo que pensamos. Su influencia ha corrompido incluso los rincones más remotos de Eldoria.

Aiden asintió, aunque no podía evitar sentirse abrumado por la situación. Su vida, que hasta hace poco había sido sencilla y tranquila, ahora estaba llena de elementos que no comprendía: magia antigua, seres oscuros que parecían surgir del propio aire, y ahora la amenaza del Rey de las Sombras, alguien que, según Valin, tenía el poder de destruir todo lo que conocían. Se preguntó una vez más qué lo había traído a este lugar, a este viaje que parecía más una condena que una misión.

-¿Cómo sabías que ella vendría? -preguntó Aiden, mirando a Valin con una mezcla de curiosidad y desconcierto. -Parecía... como si la estuvieras esperando.

Valin lo miró directamente, y por un momento, Aiden pensó que no respondería, pero luego el hechicero suspiró profundamente, como si estuviera considerando si era el momento adecuado para revelar más detalles.

-El Bosque de los Ecos no es solo un lugar físico, -dijo lentamente. -Es un reflejo de los recuerdos y las emociones atrapadas en el reino de las sombras. Aquellos que buscan destruir Eldoria, como el Rey de las Sombras, intentan corromper la magia que aún persiste aquí. Las sombras, las manifestaciones de su voluntad, son la forma en que el mal se filtra. Estoy seguro de que esa figura que viste no fue más que un eco de los muchos que habitan este bosque. Pero su presencia significa algo. El Rey está cerca. Tal vez ya ha comenzado a moverse.

Aiden frunció el ceño, sintiendo una presión en su pecho, como si las palabras de Valin lo estuvieran atrapando en una red invisible.

-¿Por qué me elegiste a mí, Valin? -dijo Aiden, dejando escapar la pregunta que había estado reteniendo durante todo el viaje. -Soy solo un herrero. Un hombre común. No sé nada de magia, de reinos perdidos ni de guerras. ¿Qué tengo yo que ver con todo esto?

Valin lo miró con sus ojos oscuros, observándolo como si estuviera evaluando algo más allá de las palabras de Aiden. Finalmente, el hechicero habló.

-Eres mucho más que un herrero, Aiden. Tu linaje, tu sangre, es la clave. Tú no eres un hombre común. -Valin hizo una pausa, como si estuviera tomando aire antes de revelar algo que cambiaría todo. -Eres el heredero del reino que cayó hace siglos. Eres el legítimo sucesor del trono de Eldoria.

Aiden sintió que el suelo bajo sus pies se desvanecía. Las palabras de Valin resonaron en su mente, pero no podía comprenderlas por completo. El heredero de un reino perdido. ¿Cómo era posible? Su vida hasta ese momento había sido tan simple, tan alejada de todo lo que Valin decía. Había sido un hombre común en un pueblo fronterizo, alejado de cualquier lujo o poder, y de repente, el hechicero le decía que su destino era gobernar un reino que ya no existía, que había sido arrasado por la magia oscura.

-Eso no puede ser cierto, -murmuró Aiden, su voz temblando. -No puede ser. Yo... yo solo soy un herrero. Mi familia no tiene historia, no tiene poder. Mis padres no me hablaron nunca de un reino perdido.

Valin se acercó un paso más, y su expresión se suavizó, aunque seguía siendo seria.

-Aiden, tu historia fue borrada por el mismo mal que está amenazando a Eldoria. El Rey de las Sombras destruyó tu reino, pero antes de hacerlo, borró cualquier recuerdo de tu linaje. Usó magia oscura para esconder tu existencia, para que los descendientes del reino no pudieran reclamar lo que les pertenecía. -Valin suspiró. -Pero la sangre de Eldoria no se pierde. Es por eso que los ecos del pasado siguen presentes, aunque no lo recuerdes.

Aiden cerró los ojos, intentando procesar lo que estaba escuchando. No entendía cómo todo eso encajaba en su vida, pero había algo en las palabras de Valin que lo mantenía cautivo. Algo en su interior, una chispa de reconocimiento, comenzaba a nacer, como si una parte de su ser, enterrada muy hondo, comenzara a despertar.

-¿Qué debo hacer? -preguntó, su voz vacilante pero firme. No sabía cómo, pero sentía que este era el momento. El momento en que su vida cambiaría para siempre.

Valin lo miró por un momento largo y profundo antes de responder.

-Debes reclamar lo que es tuyo. El reino está esperando que su legítimo heredero regrese, y solo tú puedes detener al Rey de las Sombras antes de que destruya lo que queda de Eldoria. El camino será difícil y lleno de sacrificios, pero tienes en ti lo que se necesita para restaurar el reino. No estás solo, Aiden. Yo estaré contigo, como lo estarán aquellos que se alíen con tu causa. Pero el tiempo es limitado. Debemos movernos rápidamente.

Las palabras de Valin, aunque llenas de gravedad, también despertaron algo más en Aiden. Un sentido de propósito que nunca había tenido antes. Si lo que decía el hechicero era cierto, entonces su destino no era ser solo un herrero. Estaba destinado a algo mucho más grande. Y con ese pensamiento, el peso de la responsabilidad se posó sobre sus hombros, pero también una determinación desconocida se encendió en su pecho.

-Entonces, hagámoslo, -dijo Aiden, su voz llena de resolución.

Elyra y Raleth intercambiaron miradas, y aunque sus rostros eran serios, había algo en sus ojos que reflejaba un atisbo de esperanza. El viaje hacia el pasado de Aiden estaba a punto de comenzar, y con él, la posibilidad de salvar Eldoria.

El Bosque de los Ecos ya no parecía tan siniestro, aunque las sombras seguían observando desde las profundidades. El destino de Aiden, del reino, y de todo lo que conocía, estaba en sus manos. Y mientras la noche continuaba su marcha, el grupo se preparaba para lo que vendría. El viaje hacia Eldoria, la tierra que había caído, comenzaba ahora.

            
            

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