/0/16024/coverbig.jpg?v=df1f78ec4db2c48117802073c5fa6ebd)
El amanecer llegó, iluminando con una luz pálida y difusa el Bosque de los Ecos. Los árboles altos se erguían como guardianes del lugar, sus ramas entrelazadas formando un techo natural sobre el sendero que Aiden, Valin, Elyra y Raleth comenzaban a recorrer. El aire frío de la madrugada aún colaba entre los árboles, pero ya no se sentía tan sombrío. Aunque la presencia de las sombras nunca se disipaba por completo, la determinación de Aiden le daba una nueva claridad al bosque.
La noticia de que él era el heredero perdido de Eldoria seguía resonando en su mente, como un eco lejano. Cada paso que daba parecía más pesado que el anterior, como si estuviera caminando sobre el peso de una historia olvidada. La idea de gobernar un reino que ni siquiera recordaba parecía tan absurda como aterradora. Pero mientras Valin caminaba a su lado, su presencia firme y tranquila lo hacía sentir que no estaba solo en este viaje.
-¿Cómo podemos estar seguros de que puedo reclamar el trono? -preguntó Aiden, mirando a Valin mientras caminaban. La pregunta había estado en su mente desde que había escuchado la revelación del hechicero. -¿Qué pasa si las personas de Eldoria ya no recuerdan lo que fuimos? Si el Rey de las Sombras ha corrompido tanto a la tierra que no queda nada de lo que fue nuestro reino?
Valin le dirigió una mirada pensativa, pero su tono era firme.
-No todo está perdido, Aiden. El corazón de Eldoria sigue latiendo, incluso si está escondido bajo las sombras. La magia de tu linaje es poderosa, y aunque el Rey de las Sombras ha tratado de borrarlo todo, no puede eliminar lo que está en tu sangre. Las antiguas fortalezas de Eldoria aún existen, aunque en ruinas. Y hay quienes recuerdan lo que fuimos.
Elyra, que hasta ese momento había estado observando el camino con una seriedad inquebrantable, se adelantó un paso y se volvió hacia Aiden.
-Valin tiene razón. -dijo, su voz grave pero llena de una calma que parecía natural en ella. -El pueblo de Eldoria no olvidó. Aunque han sido dispersados, muchos aún esperan que su legítimo rey regrese. La sombra del Rey de las Sombras se extiende por todo el continente, pero la resistencia siempre ha existido. No estás solo en esto.
Las palabras de Elyra, aunque reconfortantes, no lograban disipar completamente las dudas de Aiden. Mientras caminaba junto al grupo, su mente comenzaba a girar, tratando de entender cómo sería su futuro. Un futuro que, por alguna razón que aún no comprendía del todo, parecía estar inevitablemente ligado al regreso de su reino y la lucha contra el mal que lo había destruido.
-¿Quiénes son esos que esperan mi regreso? -preguntó Aiden, deseando entender más. -¿Quiénes son los que aún resisten al Rey de las Sombras?
Raleth, que hasta ahora había permanecido en silencio, levantó la vista desde el suelo, donde había estado inspeccionando el camino en busca de señales de enemigos o trampas. Sus ojos, tan afilados como su espada, se encontraron con los de Aiden.
-Son los últimos guardianes de Eldoria. -respondió Raleth con una sonrisa sombría. -La resistencia se ha mantenido oculta, pero aún están ahí, esperando el momento adecuado para actuar. Algunos son antiguos caballeros del reino, otros son hechiceros que sobrevivieron a la caída. Pero muchos se han dispersado a lo largo de las tierras. Solo aquellos con la sangre real pueden unirlos de nuevo.
Aiden asintió lentamente, tratando de asimilar todo lo que escuchaba. Sabía que este viaje, esta misión que se le había impuesto, no sería fácil. Pero algo en su interior comenzaba a despertarse, un deseo de lucha, un deseo de reclamar lo que le pertenecía. Ya no era solo el herrero de un pueblo fronterizo. Ya no era solo un hombre sin destino. Ahora sabía que tenía una responsabilidad, algo mucho más grande que su vida anterior.
El grupo siguió su camino, atravesando los límites del Bosque de los Ecos y entrando en las llanuras abiertas que separaban el bosque de las montañas que conducían al antiguo reino. A medida que avanzaban, el paisaje comenzaba a cambiar. La vegetación densa del bosque fue reemplazada por colinas cubiertas de hierba dorada y campos vacíos, donde el viento susurraba como un eco lejano de tiempos perdidos.
Durante el día, las conversaciones eran escasas. Todos se concentraban en el camino por delante, sabiendo que su misión era urgente y peligrosa. La noche llegó rápidamente, con el cielo despejado y las estrellas brillando como una manta de luz sobre ellos. Acamparon al pie de una colina, donde el viento se calmó y el silencio de la noche les dio un respiro.
Aiden se alejó del campamento por un momento, caminando hacia la cima de la colina. Allí, el viento le acarició la cara, y por un breve momento, sintió una conexión extraña con la tierra que lo rodeaba. Cerró los ojos, escuchando el susurro del viento, y por un instante, imaginó cómo había sido su reino en su apogeo. Se vio a sí mismo, no como un herrero, sino como un joven príncipe en un palacio brillante, rodeado de su gente. Un reino próspero, lleno de magia, música y vida.
Pero esa visión se desvaneció rápidamente, reemplazada por la imagen de ruinas, de edificios derrumbados, de oscuridad. El Rey de las Sombras, con su poder, había destruido todo eso.
-Lo recuperaré. -murmuró Aiden para sí mismo, apretando los puños con determinación. -Lo prometo.
Se dio la vuelta y regresó al campamento. Valin estaba sentado junto a una fogata, con su rostro iluminado por la luz titilante de las llamas. Elyra y Raleth ya estaban acostados, pero el hechicero no parecía dormir. Aiden se acercó y se sentó junto a él.
-A veces, el peso de todo esto es mucho. -dijo Aiden en voz baja, mirando las llamas. -No sé si puedo cumplir con todo lo que esperan de mí.
Valin lo miró por un momento antes de responder, su tono suave pero seguro.
-Tú no estás solo en esto, Aiden. Todos nosotros tenemos algo que perder, pero más importante aún, todos nosotros tenemos algo que ganar. El destino del reino está en tus manos, pero también está en nuestras manos. Juntos, podemos derrotar al Rey de las Sombras. No tienes que cargar con todo el peso tú solo.
Aiden asintió, agradecido por las palabras de Valin. Aunque la duda seguía presente, una chispa de esperanza comenzó a encenderse en su pecho. Sabía que el camino sería largo y difícil, pero ya no podía detenerse. El regreso de Eldoria dependía de su acción, y ahora, más que nunca, entendía que era el momento de reclamar su lugar como heredero.
Y con ese pensamiento, se preparó para el día siguiente, cuando su viaje hacia el corazón de Eldoria comenzaría de verdad.