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La mañana siguiente llegó con el cielo teñido de tonos grises, como si el mundo mismo aguardara el inicio de una nueva era. El viento soplaba fuerte entre las colinas, y las nubes se agrupaban en el horizonte, presagiando una tormenta lejana. Aiden se levantó temprano, como siempre lo hacía, aunque esa mañana sentía una inquietud diferente. Los días anteriores habían sido solo el principio del viaje, pero ahora el destino parecía acercarse más, como una sombra al final del túnel.
El campamento estaba en silencio cuando se levantó, los demás ya comenzaban a prepararse. Valin estaba afilando su espada junto al fuego, Elyra inspeccionaba el mapa con mirada atenta, y Raleth ya estaba de pie, observando el horizonte con sus ojos penetrantes, como si esperara que algo o alguien apareciera desde la lejanía. Aiden no sabía si era la presión del viaje o las palabras de Valin la noche anterior, pero algo en él había cambiado. La duda había comenzado a desvanecerse, dejando espacio para una determinación más fuerte que nunca.
-Hoy cruzamos la frontera de Eldoria. -dijo Valin, sin apartar la mirada de su espada, como si su mente estuviera en otro lugar. -El camino será más peligroso a partir de aquí. Las tierras de nuestro reino están llenas de rastros de la oscuridad del Rey de las Sombras, y cada paso que demos podría llevarnos a algo que aún permanece oculto. Pero no podemos dudar. Debemos continuar.
Aiden asintió, con la sensación de que, por fin, algo dentro de él comenzaba a entender la magnitud de lo que estaba por venir. Su destino no solo era reclamar un trono olvidado, sino también devolverle la luz a un reino sumido en la oscuridad. Las palabras de Valin lo habían alcanzado de una manera que no esperaba. Él no estaba solo. Cada uno de ellos tenía una razón para luchar. Juntos, se enfrentarían al mal que había destruido todo lo que conocían.
-Estamos listos para avanzar. -dijo Aiden, su voz más firme que antes. -Si cruzamos la frontera, debemos estar preparados para lo peor. La batalla por Eldoria comienza hoy.
Raleth levantó una ceja, pero no dijo nada. Elyra asintió y guardó el mapa en su bolsa.
-No hay vuelta atrás, Aiden. -dijo ella, mirando al joven príncipe con una expresión seria. -Si lo que dices es cierto, entonces debemos estar preparados para que el Rey de las Sombras nos esté esperando. Pero debemos tener cuidado. No sabemos cuántos de sus seguidores podrían estar cerca.
Valin se levantó entonces, guardando su espada en la funda.
-La oscuridad que ha corrompido estas tierras se extiende más allá de lo que creemos. -añadió, con su voz grave y profunda. -Pero nosotros somos más fuertes. Tenemos algo que ellos no tienen: la voluntad de recuperar lo que nos pertenece.
Con esas palabras resonando en sus corazones, el grupo comenzó su marcha. A medida que avanzaban, el paisaje cambiaba. Las colinas suaves y onduladas se convertían en llanuras secas, con la hierba amarillenta y los árboles retorcidos que parecían no haber crecido adecuadamente debido a la corrupción de la tierra. La atmósfera se volvía cada vez más densa, como si la misma tierra estuviera pesando sobre ellos. Aiden podía sentirlo en el aire, el rastro de la magia oscura que aún marcaba el suelo bajo sus pies.
Las horas pasaron lentamente, y el cansancio comenzó a hacer mella en todos. Aunque el sol permanecía oculto tras las nubes, el viento les daba un respiro, refrescando sus cuerpos agotados. Después de varios días de marcha, llegaron a la entrada de lo que había sido una de las fortalezas más imponentes de Eldoria, pero ahora estaba desmoronada, cubierta por la maleza y la oscuridad. El lugar era un testamento de la tragedia que había caído sobre el reino.
Aiden se detuvo frente a las ruinas, sintiendo el peso del lugar sobre sus hombros. Este era el primer vestigio visible de lo que había sido su hogar, y no podía evitar que su corazón se oprimiera ante la destrucción que veía. La puerta principal estaba rota, y las murallas que una vez defendieron el castillo se derrumbaban por la falta de cuidado. La vegetación cubría casi todo, pero aún quedaban restos de la antigua grandeza de Eldoria, como un eco lejano de lo que había sido.
-Esto... esto es lo que queda de Eldoria. -murmuró Aiden, su voz casi un susurro mientras observaba la fortaleza arruinada. -¿Por qué dejó el Rey de las Sombras que llegara tan lejos?
Valin, que se acercó a su lado, lo miró con una expresión sombría, pero su mirada estaba llena de la sabiduría de alguien que había visto mucho más de lo que cualquier joven como Aiden podría imaginar.
-Porque la magia oscura que él utiliza no solo destruye físicamente, sino que también corrompe lo que una vez fue. La gente, las tierras, todo lo que toca se marchita. Lo que ves aquí es solo una pequeña muestra de su poder. La corrupción se extiende por todo el reino, pero no todo está perdido. No olvides que aún hay esperanza. Y esa esperanza somos nosotros.
Elyra observó las ruinas con un ceño fruncido, sus ojos buscando señales de que aún quedaba algo útil. Su mano descansaba sobre la empuñadura de su espada, lista para reaccionar ante cualquier amenaza.
-Si el Rey de las Sombras dejó que todo esto cayera, entonces debemos estar preparados. -dijo ella, sus palabras llenas de un tono decisivo. -Los seguidores de la oscuridad pueden estar cerca, esperando que bajemos la guardia. No podemos darnos el lujo de ser complacientes.
Aiden asintió, sabiendo que el peligro era más grande de lo que había imaginado. Su objetivo no solo era reclamar un trono, sino también liberar su hogar de una oscuridad que lo había consumido todo. A medida que el grupo avanzaba por las ruinas de la fortaleza, los ecos del pasado resonaban en cada paso. Los vestigios de la antigua gloria de Eldoria, aunque cubiertos de maleza y suciedad, seguían hablando a través del viento que pasaba por los pasillos rotos.
Pero lo que más le pesaba a Aiden era la realidad de lo que significaba todo esto. Esta fortaleza era solo el principio. Si quería restaurar Eldoria, tendría que enfrentarse no solo a las sombras, sino a su propio miedo y dudas. Estaba comenzando a comprender que, si bien el Rey de las Sombras había destruido el reino, no podía destruir lo que realmente importaba. La verdadera fuerza de Eldoria no estaba en sus muros ni en sus castillos, sino en las personas que aún creían en él.
-Vamos. -dijo Valin, después de un largo silencio. -El camino a Eldoria es largo y peligroso, pero debemos seguir adelante. El tiempo no está de nuestro lado.
Con esas palabras, el grupo siguió avanzando, dispuestos a enfrentar lo que fuera necesario para restaurar la luz de Eldoria. Mientras caminaban entre las ruinas, Aiden sabía que su viaje apenas comenzaba. Las sombras aún acechaban, pero la esperanza, aunque pequeña, comenzaba a renacer dentro de él.