Emperador Dragón
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Capítulo 5 Capítulo 5

Se quedaron mirándolo pasmados antes de que Peng Jiang reaccionara y se levantara de golpe para enfrentarlo sumamente enojado. Inmediatamente se sintió la presión de su poder y la temperatura de la sala bajó hasta cero.

-¡Crees que vamos a caer en tus mentiras! ¡Te mandaré al infierno!

Extendió su aura y Lin Yan sintió que estaba frente a un océano que lo ahogaría sin dudarlo. Frunció el ceño pero no se movió, no le habían creído, pero tenía que mantenerse firme.

-¡Espera, Jian! -gritó la joven con el ceño fruncido-. ¿Por qué no dejamos que nos lo demuestre? ¿Cómo lo vas a demostrar? ¿No sabes lo escasos que son los alquimistas? ¿Por qué dices que eres uno?

En comparación con el hombre, la joven se mantenía calmada, pero igual desconfiaba de él y no le sorprendía porque sabía lo difícil que era encontrar a un alquimista sin afiliación en el Reino Yueming, todo esto sin tomar en consideración su edad. Jian se volteó hacia la joven y la miró vacilante.

-Señorita, ¿le cree? Obviamente nos quiere engañar, tenemos que enseñarle una lección -dijo pero la mujer lo calló.

-Quiero que lo intente -sentenció antes de dirigirse a Yan-. Sin embargo, quiero advertirte que si solamente estás aquí para causar problemas, no podré garantizar tu seguridad.

-Si no puedo convencerlos, les daré una Píldora Médula-Purificadora como compensación y pueden hacer lo que quieran con mi vida -le respondió con confianza el hombre.

-¡Si eres realmente un alquimista, me cortaré la cabeza para que la uses de asiento! -bufó Jian echando humo por la nariz.

No podía dejar que un niño tan débil se burlara del mismísimo encargado de la Casa de los Cien Tesoros. Si esto se sabía, sería sumamente humillante.

-De acuerdo, trato hecho, ¡necesito un Horno Elixir para poder hacer las Píldoras! Ya tengo los ingredientes aquí -sentenció Yan enseñándoles la bolsa que tenía en la mano y sonriendo con confianza como si ya hubiera ganado.

La joven le pidió a Jian que lo llevara a la Cámara de Alquimistas en el primer piso. El lugar estaba sumido en las tinieblas pero tenía un enorme horno en el medio sostenido con pesadas cadenas y humo saliendo por debajo.

Sin esperar por el permiso de los dueños, Yan comenzó a trabajar de inmediato. Se colocó frente al horno y sintió que conocía todo sobre él, como si hubiera hecho esta medicina miles de veces. Tocó tres veces la parte de arriba del horno y unas grandes flamas surgieron de entre el humo. En unos segundos, la cámara se iluminó con hermoso color rojo.

El joven comenzó a moverse como si estuviera en su elemento. Echó un poco del ginseng milenario y sangre de grado. Las llamas crecieron según sus indicaciones y en menos de lo que se preparaba un taza de té, las plantas medicinales fueron refinadas.

Yan procedió a incorporar otras más, siempre cuidadoso de la temperatura del horno y sus espectadores se tensaron al ver que alguien tan joven operaba el lugar como si fuera un experto. Ni siquiera parecía que tuviera que pensarlo, se movía como si lo recordara de memoria. Estar tan compenetrado con el proceso de las Píldoras significaba que lo debía haber hecho miles de veces.

-¿Será que este niño realmente es un alquimista?

Jian frunció el ceño, consternado, porque aunque no fuera un practicante de la alquimia, sabía lo que suponía ser uno. La forma de moverse del joven daba a entender que tenía mucha experiencia, incluso más que la de un alquimista experimentado.

El líquido refinado de las hierbas estaba listo, Yan se irguió y soltó el comando final para que se condensaran. Estas se compactaron hasta que se convirtieron en pastillas y el fuego del horno se apagó.

Las Píldoras Médula-Purificadoras recién elaboradas aparecieron suspendidas en el aire emitiendo una suave brillo azul y el joven apreció su obra con una sonrisa. Los otros dos se quedaron con la boca abierta porque nunca habían pensando que un niño como él pudiera ser realmente un alquimista.

Yan abrió el horno, sacó las diez pastillas y se las entregó a la joven que empalideció de inmediato al ver la cantidad.

-¿Cómo es posible que hayas hecho tantas y en tan perfecto estado? -dijo con incredulidad.

La condensación medicinal podía ser calificada en tres categorías: perfecta, normal y defectuosa. La mayoría de alquimistas se alegraban si lograban conseguir una píldora en perfecto estado. El hecho de que Yan hubiera sido capaz de refinarlas todas a la perfección era un suceso inédito. Los dos se quedaron con la piel de gallina.

-He demostrado que soy un alquimista, ¿no? -les comentó burlonamente mientras se quedaba observando a Jian. El hombre tragó saliva y le hizo una venia.

-Maestro Lin, lamento mucho haberlo ofendido, por favor, no se resienta conmigo.

Yan se sorprendió al escucharlo, pero rápidamente se controló y entendió porque le decía así. Aunque su energía espiritual fuera baja, se había ganado ese nombre gracias a sus habilidades con la alquimia.

-¿No dijiste que ibas a cortarte la cabeza y dejar que me sentara sobre ella? ¿Todavía planeas cumplirla? -le preguntó con una sonrisa de lado a lo que el otro se volteó a mirar a la joven con vergüenza.

Esta rápidamente recobró la compostura y decidió que procedería con seriedad porque tenían mucho que ganar con esta conversación.

-Maestro Lin, reconozco que Jian lo ha ofendido, así que no me puedo quedar de brazos cruzados -comenzó-. Por favor, perdónelo y en recompensa le ofrezco lo que desee de nuestra Casa.

Los ojos de Yan brillaron con alegría y se felicitó mentalmente. Había anhelado lograr un mero intercambio, pero al parece iba a irse con una recompensa mucho más grande.

-En ese caso, pretenderé que nada pasó -les dijo antes de darse la vuelta para irse. La joven lo detuvo porque tenía otros planes.

-Maestro Lin, mi nombre es Huang Suqiu, espero que podamos colaborar de ahora en adelante.

El joven se quedó pasmado por la sonrisa que le ofreció la mujer.

-Quiero comentarle que tenemos un problema entre manos. Hace unos días, el elixir que nos habían prometido la Secta no llegó y eso afectó a todas las tiendas del condado, no solo la nuestra. El suministro de las Píldoras Médula-Purificadoras está en rojo y necesitamos su ayuda. Si pudiera elaborar más para nosotros, le prometemos el veinte por ciento de las ganancias.

¿El veinte por ciento? Una píldora de ese tipo costaba alrededor de quinientas monedas, así que le correspondería al menos cien. ¿Cómo podría Yan rechazar tal oferta? Aunque sabía que no podía demostrar demasiado su emoción, así que puso una cara seria.

-¿Solo el veinte por ciento? -se burló. Suqiu se puso nerviosa pensando que realmente no estaba satisfecho con la propuesta y le ofreció un aumento.

-Si no le parece, podría darle hasta el treinta por ciento y la Casa de los Cien Tesoros le proveerá de todos los ingredientes. No necesitaría pagar por nada, solo requeriríamos de sus servicios.

-En ese caso, acepto -respondió el joven con mesura cerrando los ojos y asintiendo con la cabeza.

            
            

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