Capítulo 5 El reloj la incomodaba

"¡Eso no será necesario!", exclamó Madison, quien bajó rápidamente la mirada y comenzó a caminar.

A lo largo del desolado camino, tanto ella como el auto avanzaron a un ritmo dolorosamente lento durante más de diez minutos.

Al final, la chica aceptó subir al vehículo, principalmente porque ese día tenía clases y definitivamente llegaría tarde si seguía perdiendo el tiempo.

Las huellas de su apasionada noche aún flotaban en el aire del asiento trasero, provocando un frenético aleteo en el corazón de Madison.

Chris permaneció callado durante todo el viaje; cuando estaban cerca de la escuela, le pidió a Jordy que fuera a conseguir algo para desayunar.

Con la comida caliente entre sus manos, Madison se mordió el labio y de repente levantó la cabeza, reuniendo todo su coraje para hablar, pero antes de que pudiera hacerlo, la mirada del hombre la silenció; se encontró absolutamente incapaz de abordar el tema, sin siquiera poder articular simples palabras de agradecimiento.

"Tu decisión fue completamente estúpida", comentó Chris sin rodeos, una afirmación casual que golpeó a la chica como una bofetada.

Sus dedos rozaron el elegante y lujoso empaque de comida mientras dudaba: "Yo...".

"Toda negociación comienza con una muestra de buena fe. Si realmente tuvieran la intención de venderte un video comprometedor, primero te mostrarían un fragmento para demostrar su autenticidad".

Fue hasta entonces que Madison se dio cuenta de que Chris se refería a algo que no tenía ninguna relación con sus pensamientos actuales.

La misma mano que la estimuló y volvió loca la noche anterior, dejándola con ganas de más, ahora le tendía una memoria USB.

"Las cámaras de vigilancia fueron manipuladas. Por suerte, pude conseguir una grabación. Lo que decidas hacer a partir de ahora es tu elección", afirmó él con tranquila convicción.

Madison sintió una oleada de calidez llenando su corazón y su mirada instintivamente buscó el rostro de Chris; los ojos de este permanecieron serenos y su expresión inexpresiva, envuelto en su habitual indiferencia.

Parecía que, de los dos, ella era la única que se había quedado preocupada por los acontecimientos de la noche anterior.

Se rumoreaba que a Chris no le interesaban las mujeres, pero era un hombre de 32 años, por lo que seguramente no era ajeno a esta clase de encuentros casuales.

De repente, la chica se halló ahogándose en un mar de sus propias emociones conflictivas.

El auto avanzó hasta detenerse suavemente en la entrada principal de la escuela. Madison guardó la memoria USB, le dio las gracias y salió rápidamente, manteniendo la cabeza gacha para evitar cualquier otro intercambio.

Con la graduación a punto de celebrarse, en el dormitorio solo estaban ella y su compañera de cuarto Josie Ward.

Al empujar la puerta para abrirla, la chica se sorprendió al encontrarla todavía sentada frente a su computadora portátil, con los dedos bailando sobre el teclado.

"¿Te quedaste despierta toda la noche o acabas de levantarte?", le preguntó Madison con una ceja levantada.

Al escuchar sus palabras, la joven alzó la vista, exhibiendo unos ojos enrojecidos y fatigados, antes de correr hacia su amiga para darle un fuerte abrazo.

"¡Odio a la maldita gente que solo escribe mensajes malintencionados!", exclamó ella con una voz que salió ronca tanto por la preocupación como por la furia.

"¡He estado discutiendo con estas personas toda la noche!".

Madison le devolvió el abrazo, dándole suaves palmadas en su espalda a la vez que decía: "Discutir no va a cambiar nada".

"Lo sé. Es solo que estoy muy enojada".

La nariz de Josie se crispó al percibir un leve aroma que no reconoció. "¿A dónde fuiste anoche? ¿Ahora utilizas otra marca de gel de ducha? Hueles diferente...".

Las mejillas de Madison volvieron a ruborizarse mientras se alejaba rápidamente de su amiga. "Pasé por algo para desayunar. ¿Quieres comer conmigo?".

"¡Por supuesto!", con un apetito voraz, la atención de Josie se desvió inmediatamente hacia la comida.

Sus ojos se abrieron con incredulidad cuando vio el empaque. "¡Guau! ¿Ganaste la lotería o algo por el estilo? ¡No puedo creer que hayas podido desayunar en este lugar tan lujoso! La comida que venden allí es muy costosa".

A Madison ni siquiera se le ocurrió revisar en qué lugar había comprado Jordy la comida.

"Ese restaurante estaba cerca, así que pensé: ¿por qué no?".

Josie abrió la caja, pero su expresión de inmediato cambió con consternación. "Solo son pasteles y dulces".

Su amiga era una fanática de los postres, pero ella no podía permitirse el lujo de consumir alimentos azucarados; si Madison hubiera comprado intencionalmente el desayuno para compartirlo, ciertamente no habría comprado tantos dulces.

Atrapada bajo la mirada cada vez más escéptica y curiosa de Josie, la chica se encontró luchando por encontrar una explicación.

Justo en ese momento, Madison sintió el zumbido insistente de su celular desde lo más profundo de su bolsillo; exhaló un suave suspiro de gratitud y respondió, sin molestarse en revisar el identificador de llamadas.

El tono familiar y grave de la voz de Chris llenaron sus oídos.

"Madison, ¿sabes si dejé mi reloj en tu bolsillo?".

Su pregunta sonaba como la típica que compartirían una pareja de toda la vida; después de una noche llena de intimidad, fue como si él se hubiera convertido en su marido y ahora le preguntara casualmente a su esposa sobre su reloj extraviado.

Las emociones recientemente apaciguadas de la chica volvieron a revolotear salvajemente, llenando sus oídos con una oleada de calidez.

Metió la mano en el bolsillo de su falda y sintió el frío metal de un reloj. "Sí, aquí lo tengo".

"Anoche me dijiste que te incomodaba, así que me lo quité. Por favor, guárdalo".

Tras esa última frase, el hombre finalizó la llamada con firmeza.

"Anoche dijiste que te incomodaba".

Esa frase persiguió a Madison, resonando en su mente como un eco implacable; cuanto más intentaba reprimir los recuerdos, más intensos y claros se volvían cuando regresaban.

La noche anterior, la chica tenía las piernas alrededor de su cintura, jadeando mientras él la penetraba implacablemente.

La mano del hombre presionó firmemente contra su espalda baja, acercándola más y más, cuando de repente el frío de la correa del reloj contra su piel enrojecida la hizo susurrar débilmente: "Tu reloj me incomoda".

Atormentada por el recuerdo, la desesperación abrumó a Madison y cubrió su rostro con una mano.

¿Por qué Chris tuvo que ser tan explícito?

Josie se estiró y apartó la mano de su amiga, mirándola con los ojos abiertos de par en par.

Su tono estaba llena de frustración e incredulidad, como el de un padre que acaba de escuchar una noticia inesperada: "¿Anoche estuviste con Colten?".