PROTEGIDA POR EL DON
img img PROTEGIDA POR EL DON img Capítulo 9 La propuesta
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Capítulo 11 ¿Qué siento por ella img
Capítulo 12 Hasta cuándo te resistirás, esposa img
Capítulo 13 Decisiones inesperadas img
Capítulo 14 Entre secretos y traiciones img
Capítulo 15 La Cuenta Regresiva img
Capítulo 16 La Larga Caída img
Capítulo 17 La Alianza img
Capítulo 18 La Boda img
Capítulo 19 La Celebración img
Capítulo 20 Entre el miedo y el deseo img
Capítulo 21 La noche en que todo cambia img
Capítulo 22 Verdades al Amanecer img
Capítulo 23 Entre la Verdad y el Miedo img
Capítulo 24 Entre Amigas y Secretos img
Capítulo 25 La Revelación Inesperada img
Capítulo 26 Despertar Entre Sombras img
Capítulo 27 El Peligro Acecha img
Capítulo 28 La Duda y la Verdad img
Capítulo 29 Frío como el hielo img
Capítulo 30 Negocios y Sombras del Pasado img
Capítulo 31 Humo y Silencios img
Capítulo 32 Pacto de Sangre img
Capítulo 33 Bajo su control img
Capítulo 34 La furia de Fabrizio img
Capítulo 35 Perdón y promesas img
Capítulo 36 La verdad revelada img
Capítulo 37 Amore mio img
Capítulo 38 La venganza img
Capítulo 39 Completamente tuya img
Capítulo 40 Herido img
Capítulo 41 El precio de la traición img
Capítulo 42 La Marca de la Venganza img
Capítulo 43 Golpe de Advertencia img
Capítulo 44 Ecos del Pasado img
Capítulo 45 Sombras en la Noche img
Capítulo 46 Advertencias en la Oscuridad img
Capítulo 47 La verdad desvelada img
Capítulo 48 Redención en la Oscuridad img
Capítulo 49 El Juego Comienza img
Capítulo 50 El precio de la victoria img
Capítulo 51 La evolución de Fabrizio img
Capítulo 52 Sombras nuevas en el tablero img
Capítulo 53 El precio de la lealtad img
Capítulo 54 Mi bella esposa img
Capítulo 55 Las piezas del tablero img
Capítulo 56 La caída de Sartori img
Capítulo 57 Un nuevo comienzo img
Capítulo 58 La amenaza invisible img
Capítulo 59 Marcada como mía img
Capítulo 60 El precio de la libertad img
Capítulo 61 El juego de las sombras img
Capítulo 62 La Caída de Ricardo img
Capítulo 63 Declaración de guerra img
Capítulo 64 Golpe a la distribución img
Capítulo 65 Una jaula de oro img
Capítulo 66 En la boca del lobo img
Capítulo 67 Cazador en la oscuridad img
Capítulo 68 Un día para nosotros img
Capítulo 69 Dudas en la oscuridad img
Capítulo 70 El cumpleaños de Carla img
Capítulo 71 El peso del pasado img
Capítulo 72 La fiesta termina, pero la noche continúa img
Capítulo 73 Es lo que soy, amore img
Capítulo 74 Entre guerra y caricias img
Capítulo 75 El infierno en el puerto img
Capítulo 76 Sangre en la costa img
Capítulo 77 Un látido entre nosotros img
Capítulo 78 – El brindis por la vida- img
Capítulo 79 Epílogo – Donde empieza la verdadera historia img
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Capítulo 9 La propuesta

Capítulo 9 : La propuesta

Cuando llegaron al elegante restaurante privado, Carla sintió todas las miradas sobre ella.

Los hombres más poderosos del mundo de Fabrizio estaban allí. Hombres peligrosos, acostumbrados a imponerse, a mandar... pero, en ese momento, estaban boquiabiertos al verla.

Su vestido rojo resaltaba cada curva de su joven cuerpo, y el collar de diamantes brillaba en su cuello como una marca de posesión. Carla caminó con la cabeza en alto, sintiendo el peso de la atención.

Fabrizio, a su lado, sonrió con orgullo.

Sabía que todos la estaban observando. Sabía que la deseaban. Y eso lo complacía... porque era suya.

Durante la cena, Fabrizio mantuvo su mano sobre la de Carla, acariciándola distraídamente mientras conversaba de negocios con sus aliados. Ella fingía estar tranquila, pero su corazón latía a mil.

Y entonces, después de un rato, Fabrizio se levantó, haciendo sonar su copa con el tenedor.

-Quiero hacer un brindis.

El silencio cayó en la sala.

-Como todos saben, los tiempos cambian, pero el poder debe mantenerse firme. Y yo... -hizo una pausa, mirando a Carla- encontré algo que deseo proteger con todo mi ser.

Todos murmuraban, expectantes.

Fabrizio sacó de su bolsillo una pequeña caja de terciopelo negro y la abrió, revelando un anillo de diamantes impresionante.

Carla sintió que el aire la abandonaba.

No... no aquí, no ahora.

-Desde que te conocí, supe que eras especial. Diferente. Que estabas destinada a ser mía.

Fabrizio se arrodilló frente a ella, tomándole la mano con suavidad.

-Quiero que seas mi esposa, Carla. Quiero que lleves mi apellido, que estés a mi lado... para siempre.

Carla se quedó en shock.

No tenía opción.

No podía rechazarlo.

Todos la observaban, esperando su respuesta.

Y entonces, su instinto de supervivencia se activó.

Forzó la mejor sonrisa que pudo, dejando que sus ojos brillaran con una emoción fingida.

-¡Sí, claro que sí!

Hubo un estallido de aplausos.

Fabrizio sonrió con satisfacción y deslizó el anillo en su dedo.

Luego, sin darle tiempo a reaccionar, la sujetó por la cintura y la besó apasionadamente.

Carla intentó resistirse por un segundo... pero luego se perdió en el beso.

Porque le gustaba.

Porque, por mucho que lo odiara... le encantaban los besos de Fabrizio.

Y eso la asustaba más que él mismo.

Fabrizio se inclinó cerca de Carla después del beso, con una sonrisa que solo ella pudo ver.

-Muy bien actuado, esposa. -Su voz fue un susurro cálido en su oído, haciéndola estremecer.

Carla sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No sabía si fue por sus palabras o por la forma en la que su aliento rozó su piel.

Durante la cena, Fabrizio se distrajo conversando con los hombres importantes de la mesa, cerrando acuerdos y fortaleciendo alianzas. Carla aprovechó el momento para respirar.

Fue entonces cuando un joven se acercó a ella.

-Buenas noches, bella dama.

Carla levantó la vista, encontrándose con un hombre de cabello castaño oscuro, ojos intensos y una expresión encantadoramente arrogante.

-Soy D'Angello Romano.

El apellido la hizo tensarse.

Romano.

Sabía que Fabrizio y los Romano eran enemigos.

-Carla Antonucci -dijo con cautela, sorprendiéndose a sí misma al pronunciar ese apellido con tanta naturalidad.

D'Angello sonrió de lado, observándola con interés.

-Curioso... hay algo en ti que me resulta familiar.

Carla tragó saliva.

Su instinto le decía que no debía hablar demasiado con él, pero su mirada era intrigante, como si intentara descifrarla.

-Tal vez nos hayamos visto antes -respondió con la mejor sonrisa que pudo fingir.

-Lo dudo, créeme, recordaría a alguien como tú.

Su tono era suave, casi seductor, pero antes de que Carla pudiera reaccionar, una sombra oscura apareció junto a ellos.

Fabrizio.

Su expresión era dura, fría... peligrosa.

-¿Algo que decirle a mi esposa, Romano? -Su voz tenía un filo cortante.

D'Angello mantuvo la calma, pero la chispa desafiante en sus ojos no desapareció.

-Solo estaba felicitándola por su compromiso. Después de todo, no todos los días el gran Don Antonucci decide casarse.

Fabrizio entrecerró los ojos, su mandíbula se tensó.

Colocó una mano en la cintura de Carla, atrayéndola hacia él con autoridad.

-No necesito tus felicitaciones.

El ambiente se cargó de tensión.

Carla sintió el agarre firme de Fabrizio en su cintura, como si quisiera dejar en claro a quién pertenecía.

D'Angello mantuvo su sonrisa, pero su mirada se desvió hacia Carla por última vez antes de dar un paso atrás.

-Entonces, que sean muy felices.

Se dio la vuelta y se alejó con calma.

Carla sintió cómo el cuerpo de Fabrizio aún estaba tenso.

Sin soltarla, le susurró al oído:

-No quiero que te acerques a él.

Su tono no admitía discusión.

Carla tragó saliva.

Por primera vez en toda la noche, sintió que la verdadera guerra apenas estaba comenzando.

Fabrizio no soltó la mano de Carla ni por un segundo. Su agarre era firme, dominante, como si quisiera marcar su territorio delante de todos.

Carla entendió el mensaje sin necesidad de palabras: Eres mía, y nadie más puede acercarse a ti.

Así que hizo lo que mejor sabía hacer: actuar.

Sonrió dulcemente, mirándolo con aparente adoración, como si fuera la esposa más ilusionada del mundo.

-¿Todo bien, esposo? -preguntó con un tono suave, deslizando sus dedos entre los de él.

Fabrizio le sostuvo la mirada, leyendo el juego en sus ojos.

Le gustaba.

Le gustaba verla así.

No porque creyera en su actuación, sino porque sabía que, aunque fingiera, poco a poco se estaba acostumbrando a estar a su lado.

-Todo perfecto, esposa. -Su tono fue bajo, casi un ronroneo posesivo.

Carla sintió su estómago revolverse.

Le aterrorizaba lo que Fabrizio le hacía sentir.

Pero no podía dudar. No ahora, no con todas las miradas sobre ellos.

Durante el resto de la cena, Carla se mantuvo a su lado, jugando su papel de la esposa perfecta.

Riendo cuando debía reír.

Mirándolo con ternura cuando debía hacerlo.

Incluso apoyó su mano en su brazo en algunos momentos, dándole a la gente la imagen de una pareja realmente enamorada.

Y Fabrizio...

Fabrizio la observaba con orgullo, con posesión, disfrutando cada instante en que ella reforzaba su papel como la futura Señora Antonucci.

Pero lo que Carla no sabía...

Era que, con cada sonrisa fingida, con cada caricia actuada...

Se estaba metiendo más en la boca del lobo.

            
            

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