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Daría.
Mi madre estaba feliz, ella siempre había soñaba con poder llevarme a mi primer día de clase. La Diosa Luna había cumplido su deseo, así que la felicidad en su rostro era más evidente.
-Ten un lindo día, hija, si necesitas algo no dudes en llamarme -me dijo mamá desde la ventana del coche.
-Estaré bien, así que no debes preocuparte-le dije.
Ella me dedicó una sonrisa, luego se despido con la mano, papá hizo lo mismo. Los vi marcharse, luego suspiré y me encaminé al interior de la escuela.
Todos se detuvieron para observarme, sería un largo día. Tratando de ignorarlos, me encaminé a lo que creía era la oficina del rector. Toqué y me permitieron el paso después del segundo toque.
-Buenos días-saludé.
-Señorita Sullivan, sea usted bienvenida, mi nombre es María, soy la secretaria -me saludó una mujer de unos cuarenta años.
-Muchas gracias, señorita María-le contesté.
-El rector vendrá en un momento, por favor, tome asiento -dijo.
Me senté en una silla que quedaba enfrente del escritorio. La mujer volvió a su escritorio que quedaba en una de las esquinas de la habitación. Cerca de diez minutos después, un hombre mayor ingresó; su perfecto traje y cabellera peina, lo hacían lucir, pulcro y a la vez estricto.
-Buen día -saludó, acomodando su traje-. ¿Es usted la señorita Sullivan?
-Mucho gusto, señor Daría Sullivan -me presenté diciendo el apellido que le pertenecía a mi padre, el cual existe en mi acta de nacimiento.
-Sea usted bienvenida, en estos documentos encontrará todo lo necesario para que pueda iniciar sus clases-. Fuera hay un grupo de jóvenes que la esperan para ir con usted al recorrido de las instalaciones.
-Es usted muy amable-le dije-Tenga buen día.
Por suerte había sido algo breve, pues la intensa mira del hombre me tenía incómoda. Sabía que mi aspecto me traería uno que otro problema, pero no esperaba que fuera ocurrir algo en mi primer día. Me dirigí junto a Jasper. Susana y otros chicos al recorrido de las instalaciones. Después de casi media hora, el encarado del recorrido nos guio a la que sería nuestra primera clase.
-Según el cronograma de clase, deben estar en este salón, aquí se dicta la clase de inglés -dijo.
-Gracias -respondimos.
Él se despidieron y nos dejó enfrente del salón. Los tres nos miramos antes de tocar. La verdad as era que todo nos estaba dando duro, pero tratábamos de tener la mejor actitud para que nuestros padres no se preocuparan. Después de llenarnos de ánimos, tocamos, y el profesor nos hizo pasar.
-Bienvenidos -dijo la profesora con una cálida sonrisa.
-Gracias-dijimos.
Los tres nos paramos de frente a todos, las miras y los murmullos empezaron. Tenía buen oído, por lo que podía escuchar lo que decían.
-Es rara-susurró una en voz baja, pero no lo suficiente para mí.
-Es hermosa-susurró otro.
-Qué mal gusto-agregó otra.
No pude evitar sonreír, pues sabía que me divertiría.**Daría se presentó al igual que Jasper y Susana. Luego tomaron asiento en los que sería su lugar ese día.
-Hola -la saludó un chico de linda sonrisa-. Mi nombre es Santiago, bienvenidos.
-Gracias, Santiago, mi nombre es Daría -le respondió ella.
-Tu cabello es increíble, ¿con qué te lo pintará? -preguntó otra chica uniéndose a la conversación.
-Es de nacimiento -contestó.
- Impresionante -respondió la mujer llena de sorpresa.
El resto de la clase se desarrolló con normalidad. Daría que estuvo atenta a cada explicación, por suerte era una estudiante aplicada, así que no me costó nada entender.
La hora del receso llegó, Susana, Jasper y yo nos dirigimos a la cafetería. Desde la distancia se podía escuchar el bullicio de todos, bullicio que se detuvo cuando ingresamos. Fue realmente incómodo, así que me esforcé por ignorar el hecho de que las miradas de todos estaban encima de mí.
Me dirigí a la fila seguida por los chicos. Mientras lo hacíamos, conversábamos como si nada. La verdad era que estaba agradecida con Susana y Jasper, pues, aunque nunca fuimos los amigos más cercanos, el que ahora me apoyarán era algo que me daba un poco de seguridad.
- ¿Qué te pareció la clase?-preguntó Susana- A mí me costó un poco al principio.
-Para mí estuvo bien, es difícil volver a adaptarse, pero creo que lo haremos bien, dije.
Jasper, estuvo en silencio escuchando lo que hablamos, fue así hasta que un grupo de chicos quiso pasar antes que nosotros sin respetar la fila. Jasper los detuvo, parándose enfrente de ellos.
-La fila inicia allá -les dijo señalando el lugar.
-Para qué hacerla, si fácilmente puedo pasar directo o tú me lo vas a impedir -dijo uno de ellos.
Jasper sonrió de medio lado, lo conocía desde la primaria y sabía que se gastaba un genio que ni él mismo se soportaba.
-Si es así, ¿qué piensas hacer-?- intervine.
-Mira nada más, si es la rarita -dijo otro de ellos.
La verdad es que me llené de enojo al escucharlo. Jasper, se acercó a ellos de forma amenazante, pero no permitiría que se metiera en problemas por mí.
-No te preocupes, Jasper, ese tipo de comentario no molesta. Si ya he notado lo cerrados que son aquí- dije el tipo se acercó a mí y acaricio un mechón de mi pelo.
-- Mirándote de cerca, puedo ver que en realidad eres hermosa -dijo.
Su cercanía era molesta, por lo que no dudé en tomar su mano y torce su muñeca. Él se quedó del dolor, mientras que sus acompañantes me miraban con sorpresa.
-Si no quieres perder tus manos, procura de no volver a tocarme - le dije de manera amenazante.
Le di un pequeño empuje, pero este calló al piso, como si lo hubiese hecho con todas mis fuerzas. La verdad es que me sorprendió.
-Es mejor irnos- dijo Susana.
- No tenemos por qué hacerlo, aquí todo lo empezaron, ellos - agregó Jasper.
* *
Todos se quedaron en silencio, pues era evidente que Daría contaba con gran fuerza, aun a pesar de su pequeño cuerpo, el cual lucía frágil.