Capítulo 6 Cap. 6

Capítulo 6

Natasha miró fijamente la copa vacía frente a ella, sintiendo el calor del alcohol recorrer su cuerpo, pero a pesar de eso, la tensión en su mente parecía inquebrantable. Cada vez que intentaba concentrarse en la conversación con Lu, sus ojos insistían en volver a la mesa de al lado.

Verlo con esa mujer perfecta a su lado la consumía de una forma que no podía explicar, como si cada segundo fuera una tortura silenciosa.

"¿Una copa más?", preguntó Lu, notando la incomodidad de su amiga, pero Natasha simplemente negó con la cabeza.

"No... Creo que ya he bebido suficiente", respondió Natasha, forzando una sonrisa mientras su mente daba vueltas.

Pero por mucho que intentara distraerse, la imagen de él y la mujer no se le iba de la cabeza. La mujer era deslumbrante, la personificación de todo lo que Natasha siempre había imaginado que un hombre como él desearía. Cabello perfecto, maquillaje impecable y ese cuerpo... ¿Cómo podría competir? ¿Cómo se atrevía a tener celos de un hombre al que ni siquiera conocía? Lo absurdo de la situación solo la hacía sentir aún más perdida.

Pero había algo más... algo más profundo que la inquietaba. No eran solo celos. Era la sensación de que, al verlos juntos, presenciaba algo que jamás podría tener. Una realidad que siempre estaría fuera de su alcance.

Natasha intentó desviar su atención, centrándose en Lu y las conversaciones superficiales que le traía, pero se sentía aún más distante. La realidad era que su presencia la quemaba por dentro, y la mujer a su lado solo avivaba esa llama. Con cada palabra que decía, con cada sonrisa que intercambiaba con su compañero, Natasha sentía como si algo dentro de ella le fuera arrancado, como si estuviera perdiendo algo que nunca tuvo.

Su respiración se aceleró y sintió que el calor le subía a la cara, una mezcla de alcohol, deseo, frustración y celos. Ya no podía fingir que no pasaba nada; estaba perdiendo el control.

"¿Nat? ¿Estás bien?" Lu preguntó, con la preocupación evidente en su voz.

Natasha parpadeó, intentando concentrarse en su amiga. Solo quería salir de allí, escapar de esa sensación abrumadora que la dominaba.

"Necesito... necesito un minuto", murmuró Natasha, levantándose bruscamente.

Lu la miró confundida, pero antes de que pudiera preguntar nada, Natasha ya se apartaba de la mesa. Se dirigió al baño, sintiendo que la mirada de él la seguía al pasar. Natasha sabía que la estaba observando, pero no se atrevió a mirar atrás.

Al entrar al baño, se apoyó en el lavabo, mirándose en el espejo. Tenía la cara ligeramente sonrojada y los ojos brillantes. Respiró hondo, intentando calmar su corazón acelerado. "¿Qué me pasa?", pensó. "¿Cómo puedo estar tan afectada por alguien a quien apenas conozco?".

Pero la respuesta estaba allí, reflejada en sus propios ojos. Era más que atracción, más que deseo. Era el tipo de hombre que dominaba su espacio, que hacía que todos a su alrededor se sintieran insignificantes. Y Natasha, que siempre se había creído fuerte e independiente, sintió que se desmoronaba frente a él.

Necesitaba recomponerse antes de volver a la mesa, antes de que su amiga se diera cuenta de lo conmocionada que estaba.

Cuando por fin se sintió un poco más controlada, Natasha salió del baño y regresó a la mesa. Max seguía allí, riéndose de algo que había dicho su cita.

No pudo evitar mirarlo una vez más, sintiendo que esa atracción devastadora regresaba con toda su fuerza. Pero esta vez, Natasha sabía que tenía que lidiar con ello. Sintiera lo que sintiera, no podía dejar que dominara su vida.

Volvió a sentarse y le sonrió a Lu.

"Lo siento, creo que necesito otra copa", dijo, intentando sonar despreocupada, pero sabiendo que la batalla en su interior estaba lejos de terminar.

***

Su cita observó cómo Max observaba a la pelirroja del sexy vestido negro acercarse a la mesa y le preguntaba.

"¿Max?"

"Mmm", respondió instintivamente sin apartar la vista de Natasha.

- ¿Quién es esta pelirroja a la que miras tanto?

Max sintió que se le encendía la cara al ser pillado con las manos en la masa, pero mantuvo la compostura. Miró a Caterina, que lo observaba con curiosidad. Sabía que no era de las que dejaban pasar una situación así sin cuestionarla.

- No es nada, Caterina -dijo, intentando restarle importancia a lo que acababa de pasar.

Caterina no parecía convencida. Conocía a Max lo suficiente como para saber cuándo intentaba ocultar algo.

- ¿De dónde la conoces? ¿Del estudio? ¿O tal vez de la oficina? -Sonrió, pero con un dejo de sarcasmo en su voz.

Max apartó la mirada, intentando concentrarse en el vino que tenía delante. Natasha tenía un poder sobre él que ninguna otra mujer había ejercido en años. No era solo su apariencia física, aunque era innegablemente atractiva, sino algo en sus modales, en su seguridad, que lo intrigaba.

-Caterina, no es para tanto -insistió, intentando que dejara de cuestionarlo.

Pero incluso entonces, no pudo evitar preguntarse.

Al decir esto, Max supo que mentía. Estaba absorto en la visión de Natasha, como un hombre sediento que encuentra un oasis en el desierto. No pudo evitarlo.

Mientras Caterina hablaba, su voz se convirtió en un murmullo lejano. Max no podía concentrarse en sus palabras. La observaba, incluso sin quererlo, fijándose en cada detalle: cómo su cabello rojo caía en suaves ondas sobre sus hombros, cómo sus labios se movían lentamente al beber, cómo sus ojos recorrían la habitación de forma despreocupada pero siempre atenta.

"Max, ¿me estás escuchando?" La voz de Caterina lo devolvió a la realidad.

"Sí, claro", respondió automáticamente, sin saber exactamente qué había dicho.

Caterina suspiró, cruzando los brazos.

"No lo parece. Si estás tan distraído, quizá sea mejor que terminemos aquí". Max sabía que había algo en sus palabras que merecía atención, pero en ese momento, libraba una batalla interna. Una parte de él le decía que debía apartar esos pensamientos, recordar las reglas que había establecido para su empresa. Pero otra parte, una parte primitiva e incontrolable, quería seguir el impulso, conocer a Natasha de cerca, descubrir qué se escondía tras esos ojos enigmáticos.

"Caterina, lo siento." Se obligó a sonreír, intentando calmar la situación. "Tengo mucho en qué pensar, el trabajo es complicado." Ella lo observó un momento y luego pareció relajarse un poco.

"No pasa nada, Max. Pero si necesitas hablar, aquí estoy."

"Lo sé", dijo, agradecido por su comprensión, pero al mismo tiempo consciente de que la conversación estaba lejos de terminar.

Cuando Natasha se levantó y caminó hacia la barra, Max no pudo evitar seguir sus movimientos con la mirada. Había algo en ella que lo desarmaba, y que lo asustaba tanto como lo fascinaba. Sabía que si seguía en esa dirección, podría cruzar una línea que juró no cruzar jamás. Pero la tentación estaba ahí, ardiendo como una llama inextinguible.

Max respiró hondo, intentando alejar los pensamientos que empezaban a apoderarse de su mente de nuevo. Necesitaba controlarse, mantener la distancia.

            
            

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