Capítulo 4 Ritual

-De acuerdo, hagámoslo- Haru forzó una sonrisa.

Todos lucían emocionados a excepción de Haru, pero ya no había vuelta atrás.

-Bien, observen- Jun tomó un sobre blanco del escritorio de Masaru y un objeto punzante- Según el ritual, dentro de este sobre- señaló el sobre que sostenía entre sus manos- Debe haber escritos cinco nombres, cuatro pertenecerán a los estudiantes, tienen que ser cuatro si no no funcionará y el último nombre será el de Gakusei. Cada uno deberá escribir su nombre con su puño y letra, acto seguido deberán depositar una gota de sangre sobre el nombre y colocarlo en el sobre, cuando todos los nombres estén dentro de él, debe incendiarse hasta que no quede ninguna parte de él- explico Jun.

-De acuerdo.

Masaru fue en busca de una hoja y un lápiz, volvió al círculo y cortó cinco trozos de papel.

-Bien, yo iré primero- y su nombre fue escrito en el primer trozo de papel junto con una gota de su sangre y luego lo depositó en él sobre- ¿Quién sigue?

-Yo lo haré-dijo Katsuro.

Al igual que Masaru, escribió su nombre en el segundo trozo de papel con una gota de sangre y lo depositó en el sobre, luego siguió Jun y finalmente Haru.

-¿Quién debe escribir su nombre?- preguntó Katsuro en referencia a Gakusei.

-El primer nombre es el que debe hacerlo y el último deberá depositar su sangre sobre el nombre de Gakusei- respondió Jun.

-Bien, lo haré.

Masaru tomó el último trozo de papel y escribió el nombre de Gakusei.

Luego de depositar su nombre en el sobre, tomaron un mechero y quemaron hasta el último rincón de él.

Oficina de Miroki: 28/05/92

-Nada había ocurrido luego de eso, nada hasta el día siguiente. Supongo que allí comenzó el día uno- Jun no podía evitar sentir culpa, después de todo él había sido el autor de todo lo que estaba ocurriendo- Nunca debí haber hablado de ella- se regañó.

-Nadie sabía que esto iba a ocurrir- consoló Haru.

Miroki se acercó a Jun.

-Debe haber una forma de detenerla, ¿Verdad?- indagó con cierta ilusión.

Jun bajó la mirada.

-No la hay, su sed de venganza es tan grande que nada puede detenerla.