El verano que me cayo en infierno
img img El verano que me cayo en infierno img Capítulo 2
3
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
img
  /  1
img

Capítulo 2

La fiesta de mi puesta de largo es un mar de caras sonrientes y falsas. Todos me felicitan por mis notas de Selectividad. Todos asumen que iré a la Complutense con Mateo y Lucas.

Ellos dos no se separan de mí. Mateo me trae una copa de champán. Lucas me cuenta un chiste malo. Su devoción es tan exagerada que resulta ridícula.

Carla está en un rincón, observándonos. Su vestido es sencillo, casi pobre, para resaltar su papel de víctima. Pero sus ojos brillan con una malicia que solo yo puedo ver.

"Sofía," dice Mateo, cogiéndome de la mano. "Eres la chica más increíble que conocemos."

Lucas asiente, con la misma mirada de perro faldero.

"Nos has gustado desde siempre."

"No sabíamos cómo decírtelo," continúa Mateo. "Pero ya no podemos ocultarlo más."

"Te queremos, Sofía," dicen casi a la vez.

Es patético.

En mi vida anterior, estas palabras me habrían hecho sonrojar. Ahora, solo siento asco.

"¿Ah, sí?" pregunto, con una ceja arqueada. "¿A quién de los dos le gusto más?"

Se miran, confundidos. No esperaban esa pregunta.

"Bueno, yo..." empieza Mateo.

"Yo creo que..." tartamudea Lucas.

Justo en ese momento, sus móviles vibran a la vez.

Es un mensaje de Carla. Lo sé sin necesidad de verlo.

Se excusan torpemente.

"Un momento, Sofía. Es... es urgente."

Se alejan unos metros. Veo sus caras de preocupación mientras leen el mensaje.

Carla les ha escrito. El horno del bar de sus padres se ha roto. Está sola. Tiene miedo. La misma excusa de mi vida anterior.

Mateo y Lucas vuelven hacia mí, con cara de circunstancias.

"Sofía, lo sentimos muchísimo," dice Mateo. "Ha surgido un problema familiar. Tenemos que irnos."

"¿Un problema?" pregunto, fingiendo inocencia. "¿Qué ha pasado?"

"Es... complicado," dice Lucas, sin mirarme a los ojos. "Pero es muy importante."

Se van. Corriendo. Dejándome sola en medio de la pista de baile. En mi propia fiesta.

Todos me miran. Algunos con pena, otros con burla. La humillación es pública.

En mi vida pasada, me escondí en el baño a llorar.

Esta vez, levanto la copa de champán que Mateo me dejó.

Sonrío.

Y brindo por mi nueva vida.

Por mi libertad.

El resto de la noche lo paso hablando con amigos de mis padres, con gente influyente. Hago contactos. Pienso en mi futuro.

Ellos ya no forman parte de él.

A la mañana siguiente, me despiertan sus mensajes. Cientos de ellos.

"Sofía, perdóname. Eres lo más importante."

"¿Estás enfadada? Haremos lo que sea para compensarte."

No respondo.

A mediodía, aparecen en mi puerta. Tienen ojeras. Parecen desesperados.

"Sofía, por favor, háblanos," suplica Mateo.

"No sabíamos qué hacer," añade Lucas. "Carla estaba muy mal."

Recuerdo un invierno, hace años. Tuvimos un accidente de esquí. Me rompí una pierna. Estuvieron a mi lado en el hospital día y noche. No se movieron hasta que me dieron el alta. Su preocupación era real.

¿Qué cambió?

Carla.

Ella los envenenó.

Pero ellos se dejaron envenenar.

La culpa es suya.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022