Secretos Maliciosos Bajo los Olivos
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Capítulo 2

Pasaron las semanas y el trato preferencial de Carmen se intensificó.

Cada mañana, me llevaba el desayuno a la cama. Cada noche, me esperaba con el tónico amargo.

"Para que estés fuerte, mi niña. Una mujer sana es una bendición."

Mientras tanto, Isabel trabajaba sin descanso. Limpiaba la casa, cocinaba, atendía el huerto. Apenas hablaba, y cuando lo hacía, era en susurros. A veces la oía quejarse en voz baja sobre el favoritismo de Carmen, pero si yo me acercaba, se callaba de inmediato.

Yo empecé a sentirme mal. Un cansancio profundo se apoderó de mí, uno que no se iba ni durmiendo diez horas. Mis ciclos se volvieron irregulares, algo que nunca me había pasado.

Se lo comenté a Mateo.

"Es el estrés de la boda, Sofía. Es normal", me dijo, sin darle importancia.

Una tarde, necesitaba usar un ordenador para buscar unos proveedores para la boda. El mío se estaba actualizando. Mateo me ofreció su portátil.

"Úsalo, cariño. La contraseña es el nombre de nuestro olivo favorito."

Lo abrí y entré en su correo para buscar un email que me había enviado. Pero mi vista se desvió a la bandeja de entrada.

Había una cadena de correos con una mujer llamada "Elena". El asunto del último era: "No puedo esperar a verte".

Sentí un nudo en el estómago. Abrí el correo.

El contenido era explícito. Hablaban de encuentros secretos, de lo mucho que se extrañaban. Hablaban de mí.

"Sofía está tan centrada en la boda que no se da cuenta de nada", escribió Mateo. "Pronto todo esto terminará y podremos estar juntos como te prometí."

El mundo se me vino abajo. Cada palabra era un golpe. Mi prometido, el hombre perfecto, me estaba engañando.

Cerré el portátil de golpe. Mi primer impulso fue gritar, confrontarlo, romperlo todo.

Pero una extraña calma me invadió. No. No iba a darle esa satisfacción. Si le montaba una escena, él lo negaría todo. Me llamaría loca, celosa.

Decidí no decir nada. Fingir que no había visto nada.

Pero desde ese momento, todo cambió. La finca ya no era un hogar, era un campo de batalla. Y yo estaba sola.

            
            

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