Corazón Arrancado: El Regreso de Ella
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Capítulo 3

"¡Basta!"

Una voz clara y autoritaria resonó en el salón, cortando la atmósfera febril.

Era Elena, la prometida de mi tío.

Se levantó de su asiento junto al trono y caminó hacia nosotros. Su rostro, normalmente sereno, estaba tenso por la ira y la incredulidad.

Se interpuso entre Leo y yo, protegiéndome con su cuerpo.

"¿Qué creen que están haciendo? ¿Se han vuelto locos? ¡Esto es una barbarie!"

Leo retrocedió un paso, sorprendido por su intervención. Elena era la prometida del jefe, una mujer poderosa por derecho propio, y nadie se atrevía a desafiarla abiertamente.

Marta se apresuró a intervenir, su sonrisa de triunfo reemplazada por una expresión de falsa preocupación.

"Elena, querida, no te ensucies con esta... cosa. Solo estamos asegurándonos de que sirva a un propósito útil. Su sangre fortalecerá a nuestros guerreros, especialmente a Valentina."

"¿Fortalecerlos?", replicó Elena, su voz temblando de indignación. "¿Bebiendo la sangre de una chica indefensa? ¡Eso no es fuerza, es salvajismo! ¡Es una desgracia para el nombre de este clan!"

La multitud murmuró, incómoda. Las palabras de Elena tenían peso.

Valentina, que había estado observando desde la distancia, se estremeció al ver la sangre que manchaba el suelo y mi ropa. Su rostro se puso pálido. A pesar de beneficiarse de mi sufrimiento toda su vida, nunca había presenciado la brutalidad tan de cerca.

La visión de la sangre, de la herida abierta en mi brazo, la asustó.

Marta notó la reacción de su hija y su rostro se endureció.

"¡Valentina no necesita ver esto!", espetó a Elena. "¡La estás asustando! ¡Apártate y deja que los guerreros hagan lo que deben!"

"No me apartaré", dijo Elena con firmeza, mirándola directamente a los ojos. "No permitiré que esto continúe. Ricardo, ¿vas a permitir esta atrocidad en tu presencia?"

Todos los ojos se volvieron hacia mi tío.

Ricardo se levantó lentamente de su trono. Su rostro era una nube de tormenta. Miró a Elena, luego a mí, y finalmente a Marta.

"Marta", dijo con voz grave, "Elena tiene razón. Ya es suficiente. Llévenla de vuelta a su celda."

Marta apretó los dientes, furiosa por la interrupción, pero no se atrevió a desobedecer una orden directa del jefe.

"Como ordenes, mi señor."

Los guardias me levantaron bruscamente.

Mientras me arrastraban, mis ojos se encontraron con los de Elena. Ella me dio una mirada de disculpa y preocupación.

Asentí levemente, un gesto que solo ella pudo ver.

Y en mi mente, una voz fría y clara habló. La verdadera yo.

No te preocupes, Elena. Aprecio tu compasión, pero no es necesaria. Todo está saliendo según lo planeado. Su arrogancia, su crueldad, su hipocresía... todo está siendo expuesto ante la persona adecuada.

Marta cree que hoy es su mayor triunfo. Cree que me ha destruido y ha asegurado el futuro de Valentina.

Qué tonta.

No sabe que ha caído directamente en mi trampa. Una trampa que he estado tejiendo durante dieciocho largos y dolorosos años.

Ella reveló el intercambio de bebés, pensando que me humillaría. Pero solo confirmó mi verdadero linaje ante todo el clan. El linaje del clan que ellos masacraron.

Ella me tortura, pensando que me debilita. Pero cada herida, cada hueso roto, solo ha servido para templar mi voluntad, para alimentar el fuego de mi odio.

Pronto. Muy pronto, el telón caerá sobre esta farsa.

Y yo seré la única que quede en pie para aplaudir.

            
            

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