Hace apenas unas horas, yo era Miguel Ángel, el chef de renombre, el hombre que lo tenía todo. Un restaurante exitoso en el corazón de la Ciudad de México, el respeto de la crítica y el amor de una mujer hermosa.
Todo era una mentira.
Había decidido sorprenderla, volar a Cancún sin avisar para celebrar nuestro aniversario. La sorpresa me la llevé yo.
Cuando abrí la puerta de la suite con mi propia llave, el mundo se detuvo.
Sofía, mi esposa, estaba en la cama con Diego, mi asistente personal.
No me vieron al principio. Estaban demasiado ocupados el uno con el otro, sus cuerpos entrelazados, susurrándose cosas al oído.
Me quedé paralizado en el umbral, incapaz de moverme, incapaz de respirar. El corazón me latía con una fuerza brutal, como si quisiera salirse de mi pecho. Sentía un frío helado recorrer mi cuerpo, a pesar del calor húmedo de Cancún.
Entonces escuché sus voces con una claridad dolorosa.
"¿Crees que sospeche algo?", preguntó Diego, su voz llena de una arrogancia que nunca le había notado.
"Imposible", respondió Sofía, y su risa fue como un veneno que se extendió por mis venas. "Miguel es tan predecible, tan ingenuo. Cree todo lo que le digo. Piensa que estoy aquí cerrando un trato para su estúpido restaurante".
"Me encanta cuando hablas de él así", dijo Diego. "Como si fuera un perro faldero".
"Lo es", afirmó ella sin dudar. "Un perro faldero talentoso que me da todo lo que quiero. Pero es tan aburrido, Diego. Tú, en cambio... tú eres divertido".
Cada palabra era un golpe. No sentía tristeza, sentía una rabia sorda y un asco profundo. El amor que había sentido por ella se convirtió en cenizas en un instante.
Di un paso atrás, sin hacer ruido, y cerré la puerta con un cuidado infinito. Salí del hotel como un autómata, compré el primer vuelo de regreso a la Ciudad de México y me encerré en mi estudio.
Fue entonces cuando el Sistema, una presencia que había ignorado desde la muerte de mi madre, habló en mi mente por primera vez en años.
[Sistema: Se ha detectado una fluctuación emocional extrema en el anfitrión. Nivel de traición: 9.8/10. Nivel de desesperación: 9.5/10. ¿Desea activar el protocolo de "Nuevo Comienzo"?]
Y ahora, aquí estaba.
[Sistema: El Sistema ha confirmado que el 98% de las palabras de Sofía son falsas. Su lealtad es una construcción para obtener beneficios materiales y estatus social. ¿El anfitrión insiste en abandonar esta realidad?]
"Sí", dije en voz alta, mi voz temblando ligeramente. "Sí, insisto".
Recordé de golpe otra de sus mentiras, una que ahora cobraba un sentido macabro. Hace un año, cuando mi restaurante obtuvo su primera estrella Michelin, yo quería cerrar el lugar y celebrarlo solo con ella. Una cena íntima, solo los dos.
Sofía insistió en hacer una gran fiesta.
"Mi amor, es tu momento", me dijo, con sus ojos brillando de una emoción que yo creí que era orgullo. "Tenemos que compartirlo con todos. Con la prensa, con nuestros amigos. ¡Con Diego, que ha trabajado tanto para ti!".
Ahora entendía. La fiesta no era para mí, era para ella. Era su oportunidad de brillar, de ser la esposa del chef del momento. Y Diego... Diego ya estaba en el cuadro.
Recordé la primera vez que Diego vino a una entrevista. Era joven, ambicioso, con una sonrisa fácil y una mirada astuta. Sofía estaba presente y me animó a contratarlo.
"Tiene potencial, Miguel. Y es guapo, le dará buena imagen al restaurante".
Incluso recuerdo haberle dicho a Sofía, medio en broma, medio en serio, que no me gustaba la forma en que Diego la miraba.
"No seas tonto, mi amor", se rió ella, dándome un beso. "Es solo un niño. Además, solo tengo ojos para ti".
Otra mentira. Todas eran mentiras.
El teléfono vibró sobre el escritorio. Era un mensaje de un número desconocido. Lo abrí.
Era una foto. Una selfie de Diego, sonriendo con suficiencia, con el cabecero de la cama del hotel de Cancún de fondo. Debajo, un texto:
"Gracias por las vacaciones, jefe. Tu esposa manda saludos".
Sentí una náusea violenta. Borré el mensaje y apagué el teléfono.
"Sistema", dije con una frialdad que me sorprendió a mí mismo. "Inicia el proceso".
[Sistema: Protocolo de "Nuevo Comienzo" iniciado. Tiempo estimado para la extracción: 24 horas. Por favor, resuelva cualquier asunto pendiente, anfitrión.]
Asentí en la oscuridad. Tenía 24 horas para desaparecer para siempre.