Capítulo 9 ¿Esperar a que me pongas los cuernos

Cuando Jeffery se bajó del escenario, Steve y Jeremy ya se habían ido.

Después de lo que había sucedido, Sherry ya no estaba de humor para quedarse ahí por más tiempo, así que sacó decenas de miles de dólares de su bolso y se los dio a Jeffery.

"Sherry, no puedo aceptar tanto dinero", le dijo Jeffery, quien nunca había visto tanto dinero antes. Cuando el joven se dio cuenta de la cuantiosa suma, se puso rojo y murmuró: "Yo...".

Sin embargo, Sherry metió el dinero en el bolso del muchacho a la fuerza y le dijo: "Estudia mucho y no vuelvas a trabajar en un lugar como este". Luego, se dio la vuelta y se fue.

El comportamiento de Sherry llamó la atención de muchas personas y algunos la miraron interesadamente, mientras que otros la envidiaron.

Obviamente, muchos tomaron ese gesto como el tipo de romance de los ricos.

Sin embargo, Sherry tenía claro que lo había hecho sólo por las miradas de Jeffery, pues esperaba que sus miradas pudieran ser tan puras y bondadosas como el cristal para siempre.

Al salir del bar, sopló una ráfaga de viento y, de repente, se sintió un poco mareada.

Cuando estaba a punto de avanzar, después de haberse detenido por un momento, vio el Lamborghini de Jeremy estacionado al costado del camino, pero no había nadie en su interior.

'¿Sigue aquí?', pensó Sherry frunciendo el ceño, pero no quiso avanzar hacia el auto, sino que decidió tomar un taxi.

Daba igual si Jeremy se había ido o no, no era asunto suyo.

Cuando estaba a punto de irse, escuchó la voz de susodicho detrás de ella diciéndole: "¡Volvamos juntos!".

Al oír eso, Sherry se dio la vuelta y lo vio apoyado en la puerta del bar. Debió haberla mirado durante bastante tiempo.

Ambos fueron al bar por separado, pero volverían juntos a la casa, lo cual resultaba un poco extraño. Aun así, la mujer asintió y subió al auto.

Quizás porque había bebido demasiado, le empezó a doler la cabeza, y cerró los ojos involuntariamente.

Afuera de la ventana del bar, las luces de neón parpadeantes se volvieron tenues ante sus ojos. Al volver a abrir los ojos, vio que la distancia entre sus labios y los de Jeremy era sólo de un centímetro.

"Disculpa, pero no me siento bien. Será mejor que volvamos a casa ya", le dijo ella.

Cuando lo esquivó inconscientemente, había cierta aversión en su mirada y, a pesar de que fue fugaz, Jeremy se dio cuenta.

El hombre sonrió de forma fría y encendió el auto, pero mantenía los ojos puestos en la muñeca de Sherry, donde había una cicatriz, producto de un corte.

Jeremy miró hacia otro lado y le dijo con voz sombría: "Parece que ya terminaron tus días de tristeza, lo cual es bastante bueno".

Al escuchar eso, Sherry se sintió angustiada y, tocándose la cicatriz con el dedo, le respondió: "El tiempo puede cambiar muchas cosas".

El tono de la mujer era tranquilo y parecía que no le había prestado atención a su sarcasmo. La ira en los ojos de Jeremy era aún más potente y, de repente, se rio crudamente.

¿No debería estar feliz?

Mientras que ella ya no estuviera tan triste y no intentara suicidarse de nuevo, podría divorciarse de ella sin presiones.

Ninguno de los dos habló en todo el camino y llegaron a su casa alrededor de la media noche. Como era de costumbre, Sherry cocinó un poco de sopa para quitarle la borrachera a Jeremy.

Al ver la humeante sopa caliente, el hombre no tomó el plato como siempre, sino que miró a su esposa muy serio.

"¿Sólo un plato?", le preguntó él.

Ella no entendió a qué se refería, pero, después de una pausa, asintió.

Las miradas de Jeremy se volvieron más profundas, tomó el plato de sopa, pero sólo bebió la mitad. El resto lo puso frente a Sherry.

"¡Tómatela!", le dijo de forma rotunda y con una mirada fría. Era una orden.

La mujer hizo nuevamente una pausa, asintió, tomó el plato y bebió la sopa.

Después de darse un baño, Sherry no pudo dormirse, a pesar de que dormía en un colchón grande y cómodo de marca Simmons.

Ese día, Jeremy no había actuado de manera normal y parecía que estaba tramando algo. Hasta se sintió un poco incómoda al escuchar el sonido del agua en el baño.

Justo como ella pensaba, su esposo se metió a la cama pronto y, con sus grandes manos, la tomó de la cintura.

Ella se quedó aturdida y agarró la mano de Jeremy para evitar que siguiera avanzando por su cuerpo.

"Esta noche, yo...", Sherry quería decirle que había bebido mucho y se sentía un poco incómoda, esperando que él pudiera entenderla.

Sin embargo, antes de que ella pudiera terminar de hablar, Jeremy le quitó repentinamente el pijama y se abalanzó contra ella como un loco.

La presionó como un león enojado y arrojó lejos la toalla que lo envolvía mientras la besaba.

A Sherry le dolía la cabeza y lo empujó instintivamente, como un reflejo. "No me encuentro bien. Por favor, respétame".

Este no se lo esperaba y su codo se chocó fuertemente en la mesilla de noche produciendo un ruido fuerte.

Jeremy recordó el rostro sonriente de su esposa en el bar y se enojó inexplicablemente. Luego, se acercó a ella para dejarle las marcas de sus dientes en el cuello blanco y le preguntó con frialdad: "¿Respetarte? Sherry, ¿acaso debo esperar a que me pongas los cuernos?".