Ahora lo entendía. Sofía, insegura por los sentimientos persistentes de Damián hacia Valeria, estaba tratando de empujarla hacia Antonio. Para neutralizar la amenaza.
El rostro de Antonio se tensó. Él también lo entendió. Lo único que no soportaba era ser vinculado públicamente con Valeria, especialmente por la mujer que amaba. Rompía su fantasía.
-¡Vamos, tomemos algunas fotos! -canturreó Sofía, ajena a todo, empujándolos juntos hacia el área de fotos de la tienda. Tomó fotos sin parar, creando una colección de recuerdos felices y falsos.
-Qué pareja tan guapa -murmuró una vendedora a su colega.
-No seas ridícula -espetó Antonio, su voz aguda y fría-. Es mi hermana. -Dijo la palabra "hermana" como un insulto, una forma de poner la mayor distancia posible entre ellos.
Valeria sabía que ahora estaba de mal humor. Encontró su mirada enojada y luego desvió la vista, regresando al probador. Había terminado con esta farsa.
-Valeria, detente ahí mismo.
La voz de Damián cortó el aire. Había vuelto. Y parecía furioso.
Se acercó a ella, con los ojos encendidos. -¿Qué crees que estás haciendo? ¿Vestida así, con él? -Gesticuló enojado hacia Antonio-. ¿No tienes vergüenza?
La agarró del brazo, su agarre como de hierro, y tiró de ella hacia adelante. -Ve a cambiarte. Ahora.
La fuerza de su tirón fue demasiado fuerte. Valeria tropezó, sus pies enredándose en el largo vestido. Cayó, su cabeza golpeando la esquina de una mesa baja con un crujido repugnante.
El dolor explotó detrás de sus ojos. El mundo se inclinó.
-¡Valeria!
El rostro de Damián cambió instantáneamente, su ira reemplazada por pánico. Corrió a ayudarla a levantarse.
Antonio estuvo allí un segundo después, su propio rostro pálido de alarma, secando el corte en su frente con su pañuelo.
-Fue mi culpa -dijo Sofía, su voz temblando de culpa-. Yo le pedí que se lo probara. Lo siento mucho, Damián.
Damián dirigió su furia hacia ella. -¿Por qué hiciste eso? ¿Tienes idea de lo que dirá la gente si los ven juntos así? ¡Los rumores destruirán la reputación de esta familia!
Sofía, que nunca había visto este lado de él, pareció sorprendida. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Es solo un vestido, hermano -intervino Antonio, su voz elevándose en defensa de Sofía-. ¿Por qué haces tanto escándalo por eso?
-Mantente fuera de esto, Antonio -advirtió Damián-. Y aléjate de ella. -Señaló a Valeria-. No te quiero cerca de ella.
-¡Nunca me casaría con ella! -replicó Antonio, las palabras una seguridad desesperada dirigida a Sofía.
La discusión se intensificó, sus voces una cacofonía áspera alrededor de Valeria. Sofía, abrumada, rompió a llorar y salió corriendo de la boutique.
Al instante, ambos hermanos dejaron de pelear y corrieron tras ella.
-¡Sofía, espera!
Se habían ido.
Valeria se quedó sola en medio de la boutique de novias, sentada en el suelo con un vestido de novia que no era para ella, con sangre goteando por su frente.
Una vendedora se le acercó tímidamente. -Señora... ¿sobre el vestido? Se ha dañado.
Valeria miró la pequeña mancha de sangre en la seda blanca.
-Me lo llevo -dijo, su voz tranquila pero firme.
Después de todo, necesitaría un vestido de novia pronto.