Su esposa, su juego, su escape
img img Su esposa, su juego, su escape img Capítulo 3
3
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
Capítulo 16 img
Capítulo 17 img
Capítulo 18 img
Capítulo 19 img
Capítulo 20 img
Capítulo 21 img
Capítulo 22 img
img
  /  1
img

Capítulo 3

Pasé el día siguiente encerrado en la habitación de invitados, los sonidos de Eva y Kael riendo y moviéndose por el departamento eran un recordatorio constante e irritante de mi humillación. Eran deliberadamente ruidosos, su alegría una actuación para mi beneficio.

Esa noche, Eva llamó a mi puerta.

-Vístete -dijo cuando abrí-. Vamos a tener una fiesta.

-¿Una fiesta?

-Es el cumpleaños de Kael -dijo, su tono ligero y despreocupado. Intentaba actuar con normalidad, como si traer a su amante a nuestra casa fuera lo más natural del mundo-. Quiere celebrar.

Quería negarme, cerrar la puerta con llave y no salir. Pero sabía que eso solo empeoraría las cosas. Así que me puse un traje y la seguí a la sala, que había sido transformada. Docenas de personas pululaban, la música pulsaba desde altavoces ocultos, y Kael era el centro de atención, con una copa de champán en la mano.

Llevaba un traje ridículamente llamativo, cubierto de lentejuelas que atrapaban la luz. Parecía una parodia de una estrella de rock, una imitación barata de lo que yo fui una vez.

-¡Bruno! ¡Ahí estás! -gritó Kael, haciéndome señas para que me acercara-. ¡Ven, ven! ¡Conoce a mis amigos!

Fui exhibido como una mascota extraña, el esposo silencioso de la gran Eva Valdés. Todos conocían la dinámica, el secreto a voces de nuestro matrimonio. Me observaban con una mezcla de lástima y curiosidad morbosa. Sentía sus miradas, oía sus comentarios susurrados.

"Pobre hombre, mira qué cara de tristeza trae".

"No puedo creer que aguante tanto".

"Seguro le paga una fortuna".

Mi estómago se revolvió. No era más que un personaje en sus chismes, una figura trágica en el gran drama de Eva.

Kael, disfrutando de la atención, se subió al piano de cola.

-¡Un brindis! -declaró-. ¡Por mi hermosa Eva, por organizarme la fiesta más maravillosa! Y por su esposo, Bruno, por ser tan... comprensivo.

La multitud se rio. Fue un insulto directo, una emasculación pública. Eva me observaba, sus ojos brillando. Este era el clímax de su juego. Me estaba mostrando a mí, y al mundo, que me poseía por completo.

La miré a ella, a Kael, al mar de rostros sonrientes y depredadores. Y sentí una extraña calma apoderarse de mí. El dolor era tan inmenso que se había convertido en una especie de entumecimiento.

Levanté mi copa.

-Por Kael -dije, mi voz uniforme-. Feliz cumpleaños.

Kael pareció decepcionado por mi falta de reacción. Quería una escena. Se nutría del drama.

-Sabes -dijo, haciendo un ligero puchero-, pensé que serías un poco más apasionado, Bruno. Un poco más como solías ser. Eva me dijo que eras todo un torbellino en tus buenos tiempos.

Miró a Eva.

-¿No es así, cariño? ¿No dijiste que te enamoraste de su lado salvaje?

La sonrisa de Eva se tensó. Esto no era parte de su guion.

Antes de que pudiera responder, Kael hizo algo inesperado. Recogió un trozo de una copa de champán rota de una mesa cercana.

-Yo también puedo ser apasionado -dijo, su voz temblando con una emoción fabricada-. Haría cualquier cosa por ti, Eva. Cualquier cosa para demostrar mi amor.

Y luego, arrastró el trozo de vidrio por su propio antebrazo. Una delgada línea roja apareció en su piel.

La multitud jadeó. Eva se precipitó hacia adelante, su rostro una máscara de preocupación.

-¡Kael! ¿Qué estás haciendo? -gritó, agarrando su brazo.

Él la miró, con los ojos muy abiertos y llorosos.

-Solo quería mostrarte cuánto me importas.

Eva acunó su brazo, su expresión una mezcla de conmoción y una extraña y retorcida ternura. Lo miraba con una preocupación que nunca me había mostrado a mí, sin importar cuánto dolor sintiera yo.

Observé la escena, una obra de devoción retorcida y manipulación. Y no sentí nada más que una profunda sensación de hastío. Este era su mundo, su juego. Y yo, por fin, de verdad, había terminado de jugar.

Me di la vuelta para irme.

-Bruno, ¿a dónde vas? -gritó Eva, su voz aguda.

No me detuve. Caminé hacia la puerta, y justo antes de salir, me volví hacia ellos. Eva me fulminaba con la mirada, enojada porque estaba arruinando su momento. Kael parecía triunfante, incluso con la sangre goteando por su brazo.

-Se merecen el uno al otro -dije, mi voz apenas un susurro-. Diviértanse.

Y luego salí, dejándolos en los escombros de su propia creación.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022