Mi Hermanastro Adiós a tu Amor Roto
img img Mi Hermanastro Adiós a tu Amor Roto img Capítulo 7 No.7
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Capítulo 7 No.7

La mente de Jayde Rosario se quedó en blanco.

Era la escena con la que había soñado incontables veces, materializándose ahora, real y abrumadora. Una mano áspera le rozó el pecho; la sacudida la hizo retroceder y luchar por liberarse de su agarre.

Brendan...

Su resistencia solo pareció avivar la brusquedad de él.

Chloie, pórtate bien..., el murmullo apasionado de Brendan retumbó en su oído como un trueno.

Aturdida, sintió que la alzaba en brazos. La llevó a la habitación y la empujó sobre la cama.

Fue solo entonces, al caer sobre el suave colchón, cuando despertó por completo de aquel beso embriagador.

¡Brendan Maynard, mírame bien! ¡Soy Jayde Rosario, no Chloie Ellis!

La voz de Jayde temblaba, quebrada por un dolor agudo y desgarrador.

Brendan se detuvo. Sus ojos, nublados por el alcohol, se posaron en ella. Un instante después, la rodeó con los brazos y la estrechó contra sí, sin más.

Jayde intentó incorporarse, pero la voz ronca de Brendan susurró en su oído.

No te vayas.

El cuerpo de Jayde se tensó y apretó los puños a los costados. ¿Le pedía a ella que se quedara o seguía creyendo que era Chloie Ellis?

A su lado comenzó a oírse una respiración profunda y regular. Brendan había cerrado los ojos y se había quedado dormido.

Una repentina y sofocante sensación de impotencia la invadió. Intentó liberarse de sus brazos, pero él la sujetaba con demasiada fuerza. No podía escapar.

Sentía la cabeza pesada y el persistente olor a alcohol de su aliento la mareaba aún más. Un cansancio abrumador la envolvió y cayó en un sueño confuso.

A la mañana siguiente, lo primero que vio Jayde al abrir los ojos fue a Brendan. Estaba de pie junto a la cama, observándola con una expresión indescifrable.

Jayde Rosario, ¿por qué estás en mi cama?

Los sucesos de la noche anterior inundaron su mente y el calor le subió al rostro. Abrió la boca para responder por instinto, pero Brendan la interrumpió.

Si esto vuelve a suceder, te mudarás a los dormitorios de la universidad. ¡Y no volverás a entrar en mi habitación jamás!

La reprimenda, cargada de decepción y asco, hizo que Jayde se tragara cualquier explicación que pudiera ofrecer.

Lo siento, dijo en voz baja. "No volverá a pasar".

Sabía que, aunque le contara la verdad, no le creería. Para él, ella no era más que su hermanastra, la que sentía por él un amor indebido.

No importaba. Solo faltaban cinco días. En cinco días estaría en California. De ahora en adelante, no solo evitaría su habitación; desaparecería de su mundo para siempre.

Jayde se levantó de la cama, se alisó la ropa arrugada y salió del cuarto.

Justo al salir al pasillo, se encontró con Chloie Ellis, que subía las escaleras.

Jayde, ¿qué haces saliendo del cuarto de tu hermano tan temprano?, preguntó Chloie con una voz aguda por la sorpresa.

Jayde palideció. Desconcertada, no supo qué responder. Evitó la mirada de Chloie y se refugió en su habitación.

Pero apenas entró, Chloie la siguió y cerró la puerta de un portazo.

Pasaste toda la noche en la habitación de tu hermano. ¿Qué hiciste?, la interrogó Chloie, mirándola fijamente, con una mirada oscura y escrutadora.

Las dos somos mujeres. Siempre he sabido lo que sientes por tu hermano. Creí que conocías tu lugar, pero nunca imaginé que fueras tan descarada. ¡Te aprovechaste de que estaba borracho para meterte en su cama!

Las palabras de Chloie estaban cargadas de un desprecio evidente.

Jayde bajó la cabeza. Sabía que cualquier explicación sería inútil. "Anoche, él y yo no..."

Antes de que pudiera terminar, Chloie la interrumpió bruscamente. "Él y yo discutimos ayer, y eso te dio una oportunidad. Pero nos casaremos pronto. Si vuelves a hacer algo tan rastrero, ¡me aseguraré de que te echen de la familia Maynard para siempre!"

Tras su amenaza, Chloie le lanzó una última mirada fulminante, se dio la vuelta y salió, cerrando la puerta con otro portazo.

Jayde se deslizó por la pared hasta quedar sentada en el suelo. Sintió que toda la fuerza la abandonaba, dejándola débil e indefensa.

La reprimenda de Brendan y la advertencia de Chloie eran como una mano invisible que le estrujaba el corazón.

Gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas sin control. Las emociones que había contenido durante tanto tiempo por fin se desbordaron.

Jayde se tapó la boca con las manos, ahogando los sollozos mientras las lágrimas se filtraban en silencio entre sus dedos.

            
            

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