Ex Novio
img img Ex Novio img Capítulo 5 Me cuelo en sus secretos
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Capítulo 6 Preparativos de boda img
Capítulo 7 Ensayo General img
Capítulo 8 La fuga img
Capítulo 9 Reacción calculada img
Capítulo 10 El pacto silencioso img
Capítulo 11 Enfrentados img
Capítulo 12 El acuerdo impensable img
Capítulo 13 La boda improvisada img
Capítulo 14 Nueva posición img
Capítulo 15 La cámara img
Capítulo 16 Debilitada img
Capítulo 17 El retrato antiguo img
Capítulo 18 La semilla del secreto img
Capítulo 19 Juegos inocentes img
Capítulo 20 Primer secreto compartido img
Capítulo 21 La cena incómoda img
Capítulo 22 Las cartas escondidas img
Capítulo 23 Promesa en el jardín img
Capítulo 24 El cumpleaños de Martina img
Capítulo 25 Pelea en la finca img
Capítulo 26 Las escapadas nocturnas img
Capítulo 27 La propuesta indirecta img
Capítulo 28 El pacto de silencio familiar img
Capítulo 29 La boda improvisada con Nicolo img
Capítulo 30 La pequeña casa img
Capítulo 31 Fuego secreto img
Capítulo 32 El dinero img
Capítulo 33 Descubiertos img
Capítulo 34 Despedida img
Capítulo 35 El primer choque img
Capítulo 36 A punto de estallar img
Capítulo 37 Gabriel img
Capítulo 38 La guerra silenciosa img
Capítulo 39 Huellas de traición img
Capítulo 40 Reencuentro envenenado img
Capítulo 41 El legado roto img
Capítulo 42 Entre Damas img
Capítulo 43 El secreto de los criados img
Capítulo 44 La confesión de Esmeralda img
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Capítulo 5 Me cuelo en sus secretos

Sentí el pulso acelerado desde el momento en que vi a Marco colgado del teléfono, encorvado en el rincón de la sala. No era un gesto que se le escapara a alguien acostumbrado a fingir normalidad en las cenas familiares, pero había algo diferente: la tensión en sus manos, la mirada que se perdía detrás de la ventana, el temblor leve en sus dedos que hacía tambalear el auricular. Una grieta invisible en la superficie impecable de aquel mundo al que había llegado con tantas expectativas.

Me acerqué con paso lento, midiendo cada palabra que iba a pronunciar. Sabía que la curiosidad era mi mejor arma, pero también podía ser mi mayor trampa. Disfruto verte fuera de lugar, me habría gustado decirle, pero mi voz, en cambio, se quedó muda. Supongo que mi cara lo dijo todo.

Cuando colgó, tardó un instante en notarme. Me lanzó una sonrisa que pretendía ser natural, pero no logró borrar la sorpresa en sus ojos.

-Nada importante -dijo, apurando la frase como si quisiera cerrar un capítulo que estaba empezando a escribirse.

No lo creí.

Aquel silencio suyo, el aire cargado que dejó en el ambiente, me decía que había más. Siempre hay más.

La tensión entre nosotros comenzó a aumentar. Los ensayos para la boda, que deberían ser momentos de calma y organización, se convirtieron en un juego peligroso donde cada palabra no dicha pesaba más que mil confesiones. Apenas las miradas evasivas dejaban ver lo incómodo de la situación.

Marco era encantador cuando quería, un galán en su traje perfectamente ajustado, pero había una distancia que ni siquiera la mejor de mis intenciones podía atravesar. Se protegía a toda hora del día, al menos delante de nosotras.

Durante una de esas tardes, mientras ajustaba el velo que Martina me ayudaba a colocar, en la prueba del vestido, Marco apareció con una bandeja de vinos en la mano. Con pasos silenciosos pero firmes. La habitación estaba llena de aromas intensos, era un olor que me habría gustado asociar a algo cálido, pero solo me provocaba nervios.

-¿Sabes? -empezó sin mirarme, como si buscara bajar la tensión entre los dos-. Hace años hice un viaje que cambió muchas cosas. No te lo he contado porque... no es sencillo de explicar.

Quise preguntar más, pero su mirada se clavó en la mía con una advertencia no verbal que paralizó mi lengua.

-No quiero que malinterpretes -continuó, con esa voz baja que prometía secretos y amenazas a partes iguales-. No todo lo que parece importante tiene que serlo para ti.

Sentí que me daba la espalda. Era una distancia emocional que cortaba el aire entre nosotros. Era obvio que estaba obligado por su familia a aceptar nuestro compromiso.

Mi frustración se mezclaba con algo más oscuro: una curiosidad insaciable y la certeza de que si no desenredaba ese misterio pronto, mis planes podrían desmoronarse. No podía dejar escapar esta oportunidad de escalar en la sociedad, no tenía otra opción, sería mi fin.

Flashbacks intermitentes me invadieron, fragmentos de conversaciones con Martina y los comentarios velados del sastre que había mencionado "ajustes muy particulares" en el traje de Marco. ¿Qué ajustes? ¿Qué secretos ocultaba esa perfección?

La llamada internacional que escuché al pasar cerca de la biblioteca, conversaciones rápidas en un idioma que no logré entender, me daban vueltas en la cabeza. Todo era parte de un rompecabezas que aún no sabía armar.

Marco no solo me evitaba, sino que parecía proteger algo que temía. Incluso más que perder su posición o su familia. ¿Y si la verdad era tan terrible que nadie se atrevía a nombrarla? ¿Y si nunca me enteraba?

Esa noche, en la habitación que compartía con Martina, me giré hacia la ventana, dejando que la oscuridad me envolviera. El perfume de la viña húmeda se colaba por la rendija, mezclados con el sudor frío de mis manos.

Pensé en el futuro que había imaginado. Un futuro dorado, envuelto en joyas y fiestas interminables, donde todo lo que tenía que hacer era mantener la apariencia.

Pero los obstáculos comenzaron a mostrarse y, debajo de esa superficie brillante, la verdad me esperaba, afilada y cruel.

-No te equivoques -me susurré-. Esto no es solo un juego de poder. Es una guerra de voluntades, y tú no vas a perder.

La mañana siguiente, las horas fueron un desfile de gestos calculados y palabras medidas. Marco apareció en la sala con esa sonrisa impecable que parecía diseñada para borrar cualquier duda, pero en sus ojos había algo que no encajaba. Una sombra que se movía con cada movimiento, un tic casi imperceptible en la comisura de sus labios.

Trataba de mantener la compostura, pero la fragilidad se le escapaba en pequeños detalles: el modo en que evitaba mirarme directamente cuando hablábamos de la boda, la manera en que sus manos se crispaban al sostener la copa de vino, el suspiro ahogado cuando alguien mencionaba la infancia. La mirada esquiva de su madre.

-¿Podemos ver fotos de tu infancia? -pregunté una tarde mientras revisamos juntos el diseño del pastel de boda. Esperaba que cediera y me mostrara el álbum familiar; sin embargo, sus ojos se iluminaron, vi un destello fugaz de molestia.

-Prefiero no ocuparme de eso ahora -respondió con rapidez, dejando a un lado el folleto que sostenía en sus manos.

Aquella reacción fue un disparo directo a mi curiosidad. ¿Qué había en esas fotos que Marco no quería que viera?

En la cocina, Martina me susurró que había escuchado a dos empleados discutir en voz baja sobre el viaje que Marco hizo años atrás, el que él no quería recordar. La voz de mi hermana temblaba un poco, mezcla de miedo e intriga.

Pero lo que más me desconcertaba era la distancia creciente entre Marco y Nicolo. En los pocos momentos en que se cruzaban, la tensión era evidente, en cada mirada y en cada palabra contenida.

Esa noche, al acostarme, repasé cada instante, cada gesto, cada silencio. La certeza me quemaba en el pecho: había algo que Marco estaba ocultando, algo que no solo amenazaba mi boda, sino todo el equilibrio de aquella familia. Fuese lo que fuese, nada iba a impedir que yo acabara siendo la señora de esa familia.

Y mientras la oscuridad me envolvía, una pregunta giraba sin descanso en mi mente:

¿Qué haría cuando la verdad, inevitable y cruel, golpeara a la puerta?

                         

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