Capítulo 5 Solía ser mío

Averie llevó su laptop a reparar al taller más cercano a su departamento.

Después, se sumergió de lleno en el trabajo, concentrada en ganar el dinero necesario para cubrir los gastos médicos de su madre de ese mes.

Su talento para el maquillaje era innegable; en Nolan, ella era la responsable de crear una gran variedad de estilos.

Se olvidó por completo de la promesa que le había hecho a Brayden de asistir a una fiesta.

No volvió a pensar en ello hasta que él la llamó, apenas dos horas antes del evento.

"Lo siento, iré esta noche", se disculpó Averie. Había aceptado fingir ser la pareja de Brayden y no podía retractarse, sobre todo por la considerable suma de dinero que estaba en juego.

"Ven ahora", la urgió Brayden por teléfono.

"¿Por qué?", preguntó Averie, desconcertada. Pronto se divorciarían y ella prefería mantener la distancia.

"Podríamos ir juntos a elegir la ropa y las joyas, y después vamos a la fiesta", sugirió Brayden con un dejo de resignación en la voz.

Averie se sorprendió. ¿Resignado? No se lo esperaba en absoluto.

"No, no es necesario. Tengo mi propia ropa", se negó ella.

"¿Segura?".

"Sí, por supuesto". En realidad, Averie no quería estar a solas con él.

Tenía sus propios planes: ganar dinero, divorciarse, regresar a Haeidith y traer a su madre de vuelta.

Su camino estaba trazado y, desde luego, no quería más imprevistos.

Tras colgar, Averie comenzó a inquietarse por el vestido y las joyas que usaría.

Por suerte, Nolan, que también asistiría al evento benéfico, la ayudó a conseguir un atuendo prestado.

"¿Qué pasa? ¿Tu futuro exmarido te pide que finjan ser una pareja y ni siquiera es capaz de conseguirte un par de vestidos?", la cuestionó Nolan mientras le entregaba el conjunto.

Era evidente la pésima opinión que tenía de Brayden.

"Es que no quiero pasar tiempo a solas con él", explicó Averie.

"¿O sea que te repugna?", le preguntó Nolan, mirándola fijamente. Luego aplaudió y sonrió. "¡Haces bien! Con un tipo como él, ¡contener las náuseas ya es una muestra de respeto!".

"Ya deja de decir tonterías", replicó Averie, esforzándose por contener la risa, pero se mantuvo cortés.

"Está bien, está bien. Solo bromeaba".

Al llegar al lugar del evento, Nolan se detuvo frente a la entrada. "Entra tú primero", le dijo. "Voy a buscar estacionamiento".

"De acuerdo".

Averie bajó del auto y vio a Brayden.

Cuando sus miradas se cruzaron, la expresión de él reveló un destello de sorpresa.

Averie lucía un elegante vestido sin tirantes y un maquillaje sutil que realzaba a la perfección sus rasgos distintivos.

Estuvo a punto de darse la vuelta, pero entonces vio a la familia Briggs cerca de Brayden.

Era evidente que Corinna esperaba con impaciencia el momento de acercársele.

"Cariño". Al oír la voz de Averie, la sonrisa de Corinna se congeló.

Ante la mirada de todos, Averie enlazó su brazo con el de Brayden y le dedicó a Corinna una sonrisa ladina, casi burlona.

La laptop no tenía arreglo.

Y Averie no era ninguna santa. Si Corinna dañaba sus cosas, ella se aseguraría de que Corinna también la pasara mal.

Brayden pareció sorprendido por un instante ante el apelativo cariñoso, pero se recompuso rápidamente.

Entraron al salón del brazo.

Después de socializar un rato, Averie vio a Nolan en la zona del comedor y se excusó para ir a su encuentro.

"¿Por qué tardaste tanto en estacionar?". Averie preguntó mientras tomaba la cereza que coronaba un pastelillo y se la llevaba a la boca.

"Me encontré con un conocido y nos quedamos conversando", dijo Nolan, llevándose el resto del pastelillo a la boca.

"Ah, de acuerdo".

"Tú también lo conoces. Es Edwin Ellis".

Al ver que Averie tomaba la cereza de otro pastelillo, a Nolan no le quedó más remedio que comerse lo que quedaba de este.

"Escuché... que podría comprometerse pronto...", murmuró con la boca llena.

Solo Nolan sabía que Edwin se le había declarado a Averie en el pasado.

"¿Y qué piensas de él ahora...?". La pregunta de Nolan fue interrumpida por una imponente figura que se plantó frente a ellos.

"¿Quién es este...? Brayden...". La irritación de Nolan comenzaba a crecer, pero se calmó de inmediato al ver que se trataba de Brayden.

"¿Quién te enseñó?", preguntó Brayden con el rostro ensombrecido.

Averie no entendió la pregunta.

Su mirada se posó en la cereza que ella sostenía y luego en la crema de los labios de Nolan. "¿Quién te enseñó a comer así?", repitió.

Como la zona del comedor estaba casi vacía, Averie no sintió la necesidad de seguir fingiendo y se dio la vuelta para marcharse.

Pero Brayden la sujetó por la muñeca, exigiéndole una respuesta.

Averie suspiró. "Siempre he comido así...".

Antes de que pudiera terminar, distraído, el agarre de Brayden perdió fuerza y la soltó, dejándola perpleja.

"Es imposible", susurró él. "Si ella está justo a mi lado...".

Averie no alcanzó a oír lo que murmuraba, pero decidió no indagar. Sin decir más, se alejó de allí.

Nolan, con los ojos como platos, alternó la mirada entre ambos antes de apresurarse a seguir a Averie.

"La mirada de Brayden fue muy extraña", comentó. "Siempre te ha guardado rencor por ocupar el lugar de Corinna y casarte con él, ¿no? ¿Será que... todavía siente algo por ti?".

"¡Cállate!", exclamó Averie, dándole una patadita juguetona.

Mientras hablaban y reían, chocaron sin querer con alguien. Justo cuando iban a disculparse, una voz familiar los interpeló:

"¿Arruinaste mi vestido a propósito, Averie?". La habitual compostura de Corinna se hizo añicos esa noche.

No era conocida por perder el control o actuar tontamente, pero la actitud ambigua de Brayden hacia Averie la había desestabilizado.

Sostenía una copa de champaña y ahora veía cómo el líquido dorado se derramaba sobre la tela de su vestido.

"Oye, fíjate por dónde caminas. ¡Nosotros estábamos quietos y fuiste tú la que chocó contra nosotros!", replicó Nolan, a quien ella nunca le había caído bien.

Para el resto del mundo, Corinna era la más amable de la familia Briggs con Averie, pero él sabía que, en realidad, era engañosa y de dos caras.

Corinna reconoció de inmediato a Nolan como el hijo menor de la familia Brooks, pero no se dignó a responderle. En su lugar, continuó culpando a Averie.

"Averie, ¿acaso piensas usar tu poder para intimidarme?", preguntó con una amenaza velada en la voz.

En ese momento, algunos invitados comenzaron a notar el altercado.

Averie pensó en su madre.

Con un suspiro, sacó un pañuelo y se agachó para limpiar el dobladillo del vestido de Corinna.

Corinna retrocedió un paso con arrogancia, sin decir nada.

Nolan, perdiendo la paciencia, espetó: "Oye, no seas tan arrogante. Sin el Grupo Fowler, tu familia ni siquiera estaría invitada a un evento como este...".

El tintineo de un collar al caer al suelo lo interrumpió a media frase y atrajo su atención y la de Averie.

El rostro de Corinna reflejó un atisbo de pánico al ver el collar en el suelo.

Averie lo reconoció al instante: era el que Brayden le había regalado en Haeidith.

Lo había perdido en la residencia de los Briggs poco después de llegar a Nolens. ¿Cómo era posible que Corinna lo tuviera ahora?

Averie hizo el ademán de recogerlo, pero Corinna la empujó a un lado. Brayden la sujetó justo a tiempo, evitando que se golpeara contra el borde de una mesa.

Aun así, Averie no apartó la vista del collar.

"¿Qué sucede?", preguntó Brayden con el ceño fruncido.

Justo cuando Corinna recogía el collar, Averie, apartando a Brayden, intentó arrebatárselo.

"¿Qué demonios pasa aquí?", preguntó Brayden, interponiéndose en su camino, visiblemente molesto.

"Es mío". Averie se soltó de su agarre, sin ceder.

"Averie", dijo él con la voz cargada de ira, "es de tu hermana".

De repente, Averie volvió en sí.

¿En qué estaba pensando?

Siempre supo que Brayden protegería a Corinna y, aun así, ahí estaba ella, compitiendo por todo.

Ya fueran cosas importantes como casas y joyas, o triviales como ropa y comida, si Brayden estaba cerca, a ella solo le quedaban las sobras de Corinna.

Después de todo, el collar era de Brayden. Podía dárselo a quien quisiera.

Pero, con un hilo de voz, dijo: "Solía ser mío".

Mirando a Brayden, agregó: "Pero ahora ya no vale la pena".

Dirigió una mirada de reojo a Corinna, que sostenía el collar con delicadeza, y se mofó: "Aunque lo recuperara, lo tiraría a la basura".

Luego, mirando a Brayden de reojo, comentó con sarcasmo: "Parece que ahora eres tú quien valora la basura".