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Al día siguiente es jueves.
Max se marcha al hogar de su madre para conversar y despedirse de ella, lo cual se llama Lourdes Vega, vive en Miami, cerca de donde él tiene su departamento.
-¡Hola, mamá! -expresa emocionado al entrar a su hogar.
La mujer de estatura mas baja que él, pero cuerpo corpulento lo abraza fuertemente.
-¡Hola, mi amor!, ¿te vas de viaje, verdad? Ahora solo me visitas cuando viajas. -finalmente, le recrimina ella con razón.
-¡Ay, mamá! ¡Ja, ja! ¡Joder, me romperá la costilla!
Él se ha quejado por tan fuerte apretón.
Al fin ella lo suelta y enseguida se dirige a la cocina muy feliz porque está cocinando alguna comida favorita que a veces hace cuando no están las sirvientas o quiere estar ocupada.
-¡Qué llorón eres! -expresa ella con emotividad mientras sigue la conversación y prueba la sazón de sus preparativos- ¡Ya eres un hombre viejo para estar en esa! Quédate a almorzar "nene" porque ya no te volveré a ver, ¿y quién sabe hasta cuando serás?
-No será por mucho tiempo, madre, vale.
-Lo mismo que dijiste la última vez cuando iba a formalizar la relación con Dana.
Él se sienta de golpe en el comedor que está a escasos metros de la cocina al escuchar su nombre.
-¡Han pasado varios años y no quiero recordar ese amargo momento con ella! -clama él desde su asiento con gran congoja.
-En algún momento tienes que conversar con alguien sobre ese tema, mi amor, porque no puedes ahogar tu pesar y llevar esa carga tú solo. -comenta ella tratando de amortiguar las penas que sabe él lleva dentro de su pecho.
-Aún no estoy listo, mamá. -expresa cabizbajo y triste por aquella historia de amor olvidada en su vida, ¿o aún no la olvida?
De pronto su madre coge una pequeña toalla y seca sus manos, entonces va hacia su hijo al ver que desenterró aquel doloroso pasado para él.
Le da un gran abrazo.
-Perdona, hijo. Si quiere llorar, hazlo porque te hará bien desahogar tus penas. Nunca imaginé que la amaría de ese modo.
Ella le trata al igual que cuando era adolescente y lo consolaba como a un niño, luego retira sus brazos de él y se sienta a su lado.
-Ella era la mujer que me hacía soñar despierto y con quien quería pasar el resto de mi vida.
Él rememora los hermosos momentos que pasó con Dana.
-¿"Era", ósea, que ya no sientes eso por ella? -indaga su madre extrañada, pues piensa que aún él siente mucho amor por aquella joven.
-Por supuesto, mamá, que "era" porque ya ella debe tener una familia e hijos, vale.
Max reconoce el transcurso del tiempo que no perdona.
-Bien, hijo. Ahora debes buscar a tu mujer ideal y enterrar definitivamente esa historia de amor con Dana porque es muy amargo.
Ella le da palmadas en la espalda y se levanta para retirarse a la cocina a seguir con su quehacer.
-Por supuesto, pero sabes que ya no creo en el amor. -Rectifica él.
-¿Cómo vas a creer? ¡Es que solo frecuentas con "mujerzuelas" "nene", así no encontrarás el amor! -Refuta su madre desde la distancia moviendo la carne de cerdo que cocina con arroz y gandules.
Max reacciona acongojado y aturdido por la conversación sobre Dana.
-Tienes razón, pero no encontraré a la mujer que me haga volver a sentir esas sensaciones fuertes de pasión, amor y ternura.
-Por supuesto, que la encontrará, no debe ser pesimista, hijo.
-No lo soy, solo he cerrado mi corazón para no sufrir otra vez.
Continúan la conversación y él siente que ha sido bueno sacar a flote y desahogar sus penas.
Más tarde, ellos almuerzan juntos, él está muy alegre y pasan la tarde juntos entre charlas y risas.
Transcurre el tiempo, pero él ya no se siente tan triste.
Tiempo después, se despide de su madre.
Ahora está entusiasmado y piensa en la inauguración que hará próximamente.
Él entra al vehículo mientras los guardaespaldas los escoltan.
Su mente está en otra parte imaginando cómo será su nuevo destino y si realmente es tan bueno como lo muestran en los videos.