-Buen día. Aún es la mañana, Axel, hay suficiente tiempo para terminar. -expresa, mientras ojea cada cosa a su paso-. Hoy sí he podido mirar muy bien este hermoso lugar, joder.
-Así es, señor. -dice el guardaespaldas mientras ya han llegado y él acomoda una silla para su jefe.
-Vamos a relajarnos y disfrutar, Axel. ¡Madre mía! -Enseguida exclama al mirar cruzar un par de mujeres bellas y morenas al frente de su mesa.
-Ja, ja. Sí, señor Max, aunque sabes que no debo bajar la guardia.
-Sí, pero hay más guardaespaldas. Relájate, siéntate y que ellos hagan su trabajo.
Ellos desayunan y él está muy entusiasmado por la consumación de su proyecto en este país.
Transcurre el tiempo
Max almuerza, y mas tarde hace un pequeño recorrido para contemplar la belleza de su hotel, luego descansa unas horas.
Se aproxima la hora de la inauguración, él se levanta de la cama espaciosa y cómoda.
¡Joder, ya me hace falta tener sexo, tendré que contratar mujeres urgentemente! Clama de pronto en la soledad de su habitación.
Sostiene su gran polla angosta, bien erguida y rígida por encima de su calzón.
¿Por qué tengo que ir a la inauguración ahora?, ¡madre mía, será después! Expresa con cierta decepción, pues no ha tenido tiempo de tener chicas en su cama desde que llegó.
Va a ducharse y vestirse elegantemente, con un traje negro que le asienta muy bien a su color blanco rosáceo y ojos verdes amarronados.
Posteriormente, le da un toque final a su elegancia rociando su perfume de Raulp Lauren, polo supreme.
Seguidamente, se dirige al salón de eventos del hotel.
Luego que él hace entrada al lugar empieza la inauguración.
Un presentador de televisión hace la gran apertura e inicia la elocución.
Mas tarde
Llega el momento de Max dar el discurso, entonces se dirige a la tarima.
-Saludos a todos. Sean bienvenidos a esta grandiosa y maravillosa inauguración del resort 5 estrellas "Tropical paradise", lo cual me llena de orgullo y satisfacción. El cual mis socios aquí presente me alentaron y animaron a hacer esta gran inversión de la cual no me arrepiento...
Minutos después, Max termina de dar el discurso, entonces uno de sus socios que es dominicano, el señor Martín Hernández, se acerca a él y les presenta a todas las personalidades presentes en este gran salón de reuniones y eventos.
Él lo dirige a saludar desde funcionarios de altos cargos hasta periodistas y precisamente ahora lo guía para presentarle a un comunicador reconocido en el mundo de la televisión.
-Señor Max, le presento al periodista Leandro González, uno de los más reconocidos en nuestro país.
Él lo saluda muy encantado y extiende su mano.
-¡Señor, es un honor para mí y tendrá a un amigo más!
-¡Hola, que bien! ¡Ja, ja! ¡Estoy a sus órdenes, señor Max...!
Él retira su mano, pues quiere despedirse del periodista, ya que lo mira muy interesado en conversar, pero Max no está dispuesto, puesto que tiene otros asuntos que atender.
-Leandro, estoy encantado de conocerlo. Ahora, si me permite seguiré conociendo a más personas, vale.
Pero él insiste en seguir la conversación.
-¡No, no, espere! ¡Le presentaré a mi hija, Alexia! -pronuncia con gran insistencia el periodista.
Max quiere marcharse pareciéndole muy impertinente su persistencia, pese a eso le sonríe hipócritamente.
-En otro momento. Leandro, por favor.
-¡No, aguarde! ¡Mire, ya ella viene hacia acá! -clama nuevamente el periodista muy emocionado al ver a su hija acercarse a ellos.
Max está indiferente y disgustado por la actitud de Leandro, un recién conocido hombre. Le desagrada su forma de ser como un "tumba-polvo".
De repente queda boquiabierto e inmóvil al ver llegar hasta ellos a la hija de este. Mira que es una hermosa mujer, joven, rubia y muy elegante, que de inmediato hipnotiza a cualquier hombre que la mira.
La actitud de Max ha cambiado drásticamente en un segundo.
-¡Oh, señor Leandro! ¿Ella es su hija?
El periodista muy alegre sigue insistente, pero ahora eso no le importa al magnate porque solo tiene sus ojos clavados en la joven.
-¡Por supuesto, señor Max, le dije que se la presentaría y no lo dejaría ir sin que la conociera! ¡Ja, ja!
Su socio Martín se marcha, también Leandro se va lentamente, dejándolos solos porque "al fin y al cabo" era lo que buscaba que se conocieran Max y su hija Alexia.
Él aún está hipnotizado mirándola como un tonto.
De pronto, despierta y extiende su mano para saludarla.
-¡Hola, hermosa! ¡Me llamo Max Ferrer Vega!
Alexia es muy coqueta y pícara, ella lo ha observado muy atenta y sabe que lo ha impresionado.
-Señor Max, gracias por el halago, también es usted muy guapo. Me llamo Alexia González. -responde ella con picardía mientras él mantiene sus manos sujeta a las suyas.
Ella retira sus manos de Max al sentir una gran calidez y chispa que nunca había sentido.
Max ya no siente apuro en marcharse porque el tiempo se ha detenido para él.
-¡Señorita Alexia, es un placer haberla conocido! -expresa emocionado y su corazón late a mil contemplándola de arriba hasta abajo.
Ella está sonriente, no hay duda de que este encuentro planeado por su padre ha sido de gran impacto para ambos.
-Igual para mí, señor Max. Ja, ja. -le contesta juguetona.
-No me diga, señor, simplemente llámame Max. Eres muy alegre Alexia, e-e... -Él tartamudea por la gran impresión causada por Alexia.
Por un segundo ella voltea su mirada, entonces ve a su padre hacerle señas para que se despida de él.
-Lo siento, Max, ya tengo que despedirme de ti. Adiós, talvez después volvamos a vernos.
Sin titubear y con gran agilidad, él sostiene sus manos y las besas.
-Adiós, hermosa. Estoy seguro de que nos volveremos a ver.
Queda hechizado mirándola profundamente mientras ella se aleja de él.
Rápidamente, se acerca a su socio Martín y este enseguida le habla.
-Me marché, Max, ya que Leandro no quería dejarlo ir sin presentarle a su hija. ¡Ay, Dios, él es así!
-Sí, sí, pero qué persistente es. Eso ya no importa porque soy capaz de soportarlo por su hija. Ja, ja.
-¡Oh, señor Max, si él es insoportable! Ja, ja, ya lo dejo. Me marcho, pues no quiero llegar tarde a mi hogar.
Ellos se despiden y Max sigue compartiendo con diversas personalidades.
Luego termina la inauguración.
Posteriormente
Ya estando en el hotel, Max se dirige a la habitación.
Él come algo ligero con Axel, pero está inquieto.
-¡¡Quiero follarla muy duro, joder!! -sin pudor alguno comenta esto delante de su guardaespaldas.
Axel se asombra porque nunca lo había visto desesperado por esto.
-¡Señor Max! Ja, ja. ¿Qué le sucede?; ¿ya contrató chicas vips aquí?
-Axel me refiero a esa rubia preciosa, la hija del periodista, que él mismo me presentó. ¡Madre mía, qué hermosa es, debe tener un montón de hombres locos por ella!
-¡Oh, h, vale, pero traerá mujeres a su habitación! -insiste Axel porque lo conoce bien.
-No, te digo que ella se ha metido en mi cabeza, no quiero a ninguna otra mujer, ¡solo a ella me la imagino follándola muy duro!
-¡Ah, bueno, ya entiendo! -clama el guardaespaldas asombrado.
Max no pierde el tiempo, entonces enseguida le ordena algo a su guardaespaldas.
-¡Axel, quiero que me hagas una cita con ella mañana!
Enseguida a él se le atora la garganta. -¡Señor! ¡E, e...! ¡Bueno, es muy apresurado esto!
Max, está muy relajado al sacar a flote sus pensamientos mas perversos con esa chica que acaba de conocer.
-Axel, no me importa, así que encárgate de ir a primera hora y arreglar una cita con ella.
-Está bien. Lo haré, señor. -responde el sumiso, pues no le queda de otra que obedecer su orden.
-¿Además, Axel, observaste a su padre? Casi le faltó que la metiera a mi cama. ¡¡Joder, se le nota que un ambicioso de mierda y que vendería a su propia hija si fuese necesario!!
Axel ríe a carcajadas.
-Es cierto, señor, a ese hombre se lo nota mucho su gran ambición.
Ellos culminan de comer, luego el guardaespaldas se despide de Max.
Él entra al lavabo y se da un baño muy relajante.
Max queda pensativo en el jacuzzi. <<¡¡Madre mía, Alexia, como me has dejado chiquilla!! ¡¡Eres tan hermosa, serás mía!!>>