Obligada A Ser La Luna Del Alfa
img img Obligada A Ser La Luna Del Alfa img Capítulo 4 El aroma a rosas
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Capítulo 6 Mi lealtad es total img
Capítulo 7 Barrio de Élite img
Capítulo 8 El hallazgo del reloj img
Capítulo 9 El punto de no retorno img
Capítulo 10 Arruinaste mi vida img
Capítulo 11 Regalo de agradecimiento img
Capítulo 12 Estoy dispuesto a matar img
Capítulo 13 El intento desesperado img
Capítulo 14 La confesión img
Capítulo 15 Me enamoré de ti img
Capítulo 16 Vampiros acechando img
Capítulo 17 Yo me haré cargo de ella img
Capítulo 18 Una familia junto a ti img
Capítulo 19 Mi nueva realidad img
Capítulo 20 El regreso img
Capítulo 21 Apoyar a la familia img
Capítulo 22 Mi lobo desesperado img
Capítulo 23 El nuevo Thomas img
Capítulo 24 El grito del Alfa img
Capítulo 25 Una fecha agridulce img
Capítulo 26 Deseo prohibido img
Capítulo 27 El enfrentamiento img
Capítulo 28 El rescate img
Capítulo 29 El regreso img
Capítulo 30 Celos ocultos img
Capítulo 31 La conversación incómoda img
Capítulo 32 El consejo de Alfas img
Capítulo 33 El primer beso img
Capítulo 34 Una amenaza menos img
Capítulo 35 Una guerra que pelear img
Capítulo 36 El llamado de la Luna img
Capítulo 37 Se acabó la distracción img
Capítulo 38 La muerte de un amigo img
Capítulo 39 La batalla final img
Capítulo 40 Final img
Capítulo 41 Epílogo img
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Capítulo 4 El aroma a rosas

NARRA ASHER

No podía creer la absurda ironía que estaba presenciando en este momento de mi vida. Había pasado dieciséis años, dieciséis largos y tortuosos años, buscando a mi mate por los rincones más remotos del planeta, en los territorios más seguros de las manadas y las universidades más prestigiosas. ¿Y dónde me la venía a encontrar? En un bar mugriento, ruidoso y lleno de humanos, en una salida de viernes por la noche que acepté por pura desesperación para complacer a Wade.

Cuando el taxi se detuvo fuera del local, un lugar con luces de neón parpadeantes, sentí una extraña y poderosa punzada en el estómago. Mi corazón comenzó a latir con una vehemencia que no experimentaba desde mi primera transformación. Era el presentimiento. Mi lobo, usualmente tranquilo en el encierro de la ciudad, se agitó con una ferocidad inusual, como si supiera que estábamos a punto de cruzar un umbral.

Al entrar al bar, el instinto animal, mi lobo, tomó el control. Mi nariz se arrugó, olfateando el aire denso y pesado. Ignorando el olor a cerveza rancia, sudor y colonia barata, mi cerebro se concentró en un único aroma, puro y embriagador, que llegó a mis fosas nasales: rosas. Rosas salvajes y tiernas, recién cortadas, envueltas en un ligero toque de miel.

¿Qué es eso? ¿De dónde diablos viene ese olor?

Entrecerré mis ojos, mi visión buscando desesperadamente la fuente de esa fragancia que actuaba como un faro en la oscuridad. Nunca había sentido algo igual. Era el olor que había soñado.

-¿Qué ocurre? ¿Por qué te detienes? -Wade preguntó, notando mi repentino estado de alerta.

-Siento un olor... distinto -murmuré, mi voz profunda y apenas audible.

-¡¿Qué?! -Mi amigo chilló con una emoción apenas contenida. Le hice una seña severa para que guardara silencio. Los humanos no debían notar nada, ni la menor alteración en nuestro comportamiento-. ¿Está aquí? ¿Es ella?

-No sé, estoy intentando buscar de dónde proviene, pero no lo encuentro entre todo este ruido y perfume -respondí, girando la cabeza de un lado a otro, mi lobo luchando por concentrarse.

-Vamos a sentarnos en los taburetes cerca de la barra. Tal vez desde allí tengas mejor visión y el aroma sea más fuerte -sugirió Wade. Yo asentí de inmediato. Lo seguí, pero mi atención seguía fija en el rastreo de mi mate.

Nos sentamos. Me pasé una mano por el pelo y comencé a mover mi pierna impaciente bajo la barra. Estaba desesperado. Dieciséis años de búsqueda podrían terminar en este bar de mala muerte.

-Estoy tan nervioso como tú, Asher, te lo juro. Por eso mismo creo que tenemos que pedirnos algo fuerte para tranquilizarnos -dijo Wade.

-Quiero un whisky en las rocas. Que sea doble -ordené.

Escuché de fondo que mi amigo le hacía su pedido al barman. Mi mente era un torbellino de incredulidad y miedo.

¿Estará realmente mi mate aquí, o es sólo una trampa cruel del destino para burlarse de mí en mis últimas tres semanas como Alfa?

Esto era surrealista. ¿De verdad iba a encontrar a mi mate en un lugar así, después de haberla ido a buscar a los territorios de las manadas más puras, a las universidades más exclusivas y a los lugares importantes de Los Ángeles? Era casi una broma divina.

-Toma, bebe un poco. Te hará falta -mi amigo me entregó el vaso y le di un gran sorbo, sintiendo el ardor del licor en mi garganta.

-El olor... Se está perdiendo un poco -comenté, frustrado. Era como si esa hermosa fragancia estuviera siendo sofocada por otros perfumes.

-Todo calza con lo que leíste en el libro, Asher. ¡Todo calza! A la Luna se le complica juntarte con tu mate, lo que quiere decir que... -mi amigo se calló, mirándome expectante.

-Tiene una conexión con otra persona -terminé su frase, la conclusión era un golpe.

-Sí, ¡pero lo positivo es que no está muerta! -Wade intentó animarme, pero solo se ganó una mirada fulminante de mi parte. ¿Esa era la parte positiva? ¿Que mi mate ya pertenecía a otro?

-Tal vez no la voy a encontrar hoy, pero esta puede ser una señal de que está cerca. Muy cerca -intenté convencerme, aferrándome a la mínima esperanza.

-¡Lo puedes creer, Asher! ¡Por fin estás sintiendo el olor de tu alma gemela! -exclamó, acercándose para que los demás no escucharan-. ¿A qué huele? Melissa tenía un olor a coco y vainilla. ¡Y en realidad yo odio el coco! Pero extrañamente en ella se sentía un aroma bastante agradable, aunque obviamente...

En ese momento, la voz de Wade se desvaneció. Su cháchara inútil se volvió un zumbido distante.

Mi mirada se había centrado en una mesa cerca de la ventana.

Y allí estaba. Ella.

Una hermosa mujer. Tenía el cabello rubio, ondulado y largo. Llevaba un vestido negro, elegantemente cortado, aunque noté una pequeña mancha que parecía ser de comida cerca del busto. Pero ese detalle, esa imperfección, no quitaba que se viera perfecta.

Es ella -murmuré, sintiéndome anonadado, petrificado. No podía quitarle la mirada de encima.

-¿Quién? -preguntó Wade, siguiendo la dirección de mi mirada.

-La chica rubia de la mesa que está cerca de la ventana.

-¿Estás seguro? ¿Solo por el olor? -preguntó, su escepticismo era entendible.

-Sí -respondí, mi voz era un susurro ronco. Estaba seguro al cien por cien. Ella era la fuente del aroma a rosas.

-¿Qué piensas hacer, Asher?

-Me quedé sin ideas. ¡Joder, Wade! Nunca pensé que la iba a encontrar. No así, no tan pronto.

Podría admitir que he estado con muchas mujeres en mi vida. Mi posición y mi físico lo facilitaban. Sin embargo, esa chica rubia que estaba a unos metros de mí era, sin duda alguna, la mujer más hermosa que había visto en la vida. Tenía una sonrisa deslumbrante mientras hablaba con sus amigas, un rostro de facciones perfectas y una postura que denotaba mucha elegancia, seguridad y clase.

Mi corazón, mi maldito corazón de Alfa, latió con una fuerza salvaje cuando, de repente, sus ojos se encontraron con los míos. El contacto visual fue breve, fugaz. Pero fue suficiente. Sin duda me sentí como un niño pequeño de dieciséis años, torpe y desorientado, cuando la niña que le gusta le presta atención.

-¿Te gustó? -Wade sonrió, aliviado por mi obvia reacción.

-¡Claro! ¿No la ves, idiota? Es preciosa. Es mi mate.

-No la mires tanto, Asher. Se va a sentir incómoda -me advirtió mi beta.

-Entiéndeme, por el amor de la Luna, llevo dieciséis años buscándola -me tallé el rostro con frustración, mis manos temblaban ligeramente-. Ahora que la tengo frente a mí, viva y tan hermosa, se me hace imposible no observarla. Mi lobo me está gritando que vaya por ella.

Nuevamente, nuestra mirada se encontró. Esta vez, la sostuvo por un segundo más. Su expresión, que antes era de sorpresa, se veía un tanto extraña, incluso molesta.

Le di otro sorbo a mi vaso, intentando apaciguar el fuego en mi interior, sin despegar mi mirada de ella. Pero mi cuerpo se puso en alerta máxima cuando la vi ponerse de pie.

¿Se va?

Caminó junto a otra chica hacia los baños, y mi mirada, la mirada de mi lobo, no pudo evitar seguir el elegante movimiento de sus caderas. Ella se movía con una gracia innata.

Respétala, Asher. Es tu Luna.

Moví mi cabeza de un lado a otro, reprendiéndome por mi falta de decoro. Esperé, impaciente, a que apareciera nuevamente en mi campo de visión. Cuando lo hizo, sola, su mirada fue directamente hacia mí. Mantuvo una expresión seria y, para mi asombro absoluto, comenzó a caminar. Mas no hacia su mesa.

-Viene para acá, Asher -me avisó Wade, como si yo fuera ciego o estuviera en coma.

-Shhh... -callé a mi amigo, quien se había puesto más nervioso que yo.

El aroma a rosas me llegó de golpe, abrumador, tan puro que sentí un mareo leve, justo cuando la rubia se detuvo frente a mí. Ella era aún más impresionante de cerca.

-¿Acaso te conozco? -Su voz. Dulce, firme, pero con un toque de molestia que la hacía aún más atractiva. Mi piel se erizó al escucharla-. Me molesta que me estés mirando con esa intensidad.

Escuchar por fin su voz, el sonido de mi mate, fue extasiante. Pero darme cuenta de que soy una molestia para ella me hizo caer bruscamente de la nube en la que estaba.

Yo la había estado buscando durante años, pero ella no sabía quién era yo. Yo era solo un desconocido acosador en un bar.

Se cruzó de brazos, su postura era desafiante, esperando una respuesta de mi parte.

-Lo siento. Solo... me llamaste la atención -carraspeé, mi garganta se sentía seca. Mi respuesta fue estúpida y patética, pero era lo único que pude articular.

-Estoy casada -soltó la bomba, sin rodeos, su voz era un látigo-. Te pido, por favor, que dejes de observarme de esa manera.

Mi estómago se encogió. Sentí una punzada tan aguda, un desgarro en mi pecho, que tuve que aferrarme al borde del taburete para no caer. Casada. El libro era verdad. Tenía una conexión.

-Perdón. No era su intención incomodarte -Wade intervino rápidamente, dándose cuenta de que yo no iba a poder hablar. Mi lobo estaba gritando en agonía.

Cerré los ojos con fuerza, intentando concentrarme en la respiración, en el frío del vaso. No me importaba que ella estuviera a un metro de mí, solo quería largarme de este lugar.

-Creo que el que debe pedirme disculpas es él -insistió ella, su tono no se suavizó.

-Perdón -solté, mi voz era baja y áspera. Era la única palabra que podía pronunciar sin liberar un gruñido. Me puse de pie. Pasé por al lado de ella sin dirigirle la mirada, con los ojos fijos en la salida. Tenía que huir.

No quiero más humillaciones por hoy.

Cuando estuve fuera del bar, la rabia me consumió. El aire frío de la noche me golpeó, pero no me calmó. Pateé un basurero con todas mis fuerzas, el ruido metálico y violento fue una liberación mínima, antes de comenzar a caminar por la orilla de la calle mientras esperaba que pasara un taxi.

¿Casada? ¿Mi Luna tiene esposo?

Rascé mi cuello con fuerza, tan brusco que me hice daño. No me importaba. Necesitaba sentir algo físico para silenciar el dolor interno. Nada me interesaba en estos momentos. Estaba demasiado inquieto.

-¡Asher! -Escuché el grito de Wade detrás de mí. Seguí caminando sin prestarle atención.

Segundos después, sentí una mano en mi hombro, la que alejé de inmediato con un empujón.

-No quiero hablar, Wade. Solo quiero que pase el puto taxi para irme de esta ciudad de mierda -dije, sintiendo la furia de mi lobo burbujear bajo mi piel.

-Se llama Selene, Selene Dewan.

Fruncí el ceño y paré en seco. Me giré.

-¿Cómo sabes? -lo miré de inmediato, mi atención capturada.

-La vi cuando abría un correo en su celular. Decía "Querida Selene Dewan". Leí rápido, pero no fallé -respondió, su voz ronca y triunfal.

Suspiré con profunda frustración antes de seguir caminando. El nombre, Selene. Era el nombre de la Luna. Una ironía más del destino.

-¿Y qué con eso? -pregunté, aunque sabía la respuesta.

-¿Acaso no te interesa saber más de ella? -inquirió.

-Sé que está casada, Wade. Con eso basta y sobra. No puedo hacer nada. Mi honor...

-¡Vamos, Asher! ¿No piensas hacer algo al respecto con el ultimátum que tienes? ¿Vas a dejar que Keegan te arrebate todo por un anillo en el dedo de una mujer que ni siquiera sabe lo que es? -preguntó mi amigo con voz irritada.

-Por ahora, solo quiero que llegue el taxi para que nos deje cerca del bosque -respondí con seriedad. La única solución a mi rabia era correr en mi forma de lobo-. Necesito estar en mi forma de lobo para correr sin destino alguno y dejar que la rabia se extinga.

-Está bien, por ahora necesitas desestresarte -concordó Wade, siguiéndome el paso-. Pero prométeme que intentarás hacer algo con respecto a Selene. No puedes renunciar a tu mate por esto.

-Wade, de verdad no quiero hablar de eso ahora, menos después de...

-Prométeme que intentarás buscar una solución. ¡Yo sé que tú eres capaz de arreglar esto! -me cortó, su mano agarró mi brazo, forzándome a mirarlo.

Puse los ojos en blanco, pero el respeto por Wade y la presión de mi situación me obligaron.

-Está bien, lo prometo -dije, sintiendo el peso de esa promesa. Iba a investigar. Iba a saber quién era ese hombre que la había atado antes que yo.

            
            

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