Capítulo 8 Mujer fácil

Adonis nunca se había sentido nervioso al preguntar eso. Si la mujer decía que sí, él simplemente se daba la vuelta y se iba. Sin embargo, no quería que Vasti le confirmara que tenía a otro hombre.

Imágenes de ella, tan linda y seductora, con otro hombre, lo hicieron sujetar el volante con rabia.

"¡Contrólate! ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Ni siquiera conoces a esta mujer, idiota!", se dijo a sí mismo.

-¿Qué crees tú? -preguntó Vasti, negando con la cabeza, incrédula.- Sabes, es bastante ofensivo.

-¿Que yo pregunte si tienes novio?

Ella lo miró.

-¡Claro! ¿Crees que si yo tuviera novio habría permitido que...?

Ella miró hacia adelante y sus labios temblaron. Sí, él la veía como una cualquiera. Como una mujer fácil. Si tuviera novio, ciertamente no habría aceptado sus acercamientos de la manera en que lo hizo. Ella... ¡ella no habría aceptado irse con él a quién sabe dónde para perder la virginidad si tuviera novio!

-Solo quería confirmar. No salgo con mujeres comprometidas -se explicó Adonis, pero Vasti no aceptó su justificación.- Lo digo en serio. Sé que podrías decir: yo no soy de esas. Solo que prefiero pecar por preguntar a actuar como si fuera obvio y, más adelante, llevarme una sorpresa.

Vasti frunció los labios. Sabía que algunas mujeres omitirían tener novio por una oportunidad con un hombre como él.

-Para empezar, nosotros -hizo un gesto entre él y ella con el dedo índice- no estamos saliendo. Así que no hay motivo para que te preocupes por saber ese tipo de detalles de mi vida.

-Vasti, quiero hablar en serio contigo -Adonis cambió la expresión.- ¿Puede ser? Después del trabajo, hoy. Es algo... realmente serio.

Vasti se mordió el labio y sintió la garganta cerrarse.

-¿Vas a despedirme? Mira, si vas a hacer eso es mejor que lo hagas ahora.

Él estacionó el auto y miró a la mujer, sujetándole el mentón.

-Si fuera a despedirte, ya te lo habría dicho. ¡Mi vida sería más fácil si tú no fueras empleada de mi empresa! -suspiró Adonis.- Pero es una conversación seria.

-¿Es para decirme que no va a haber nada más que sexo, para que yo no me haga ilusiones ni nada? Si es eso, puedes quedarte tranquilo. Ni sexo va a haber.

Adonis tomó aire entre los dientes e impidió que Vasti saliera del auto. Ella lo miró con disgusto. Él quería decir que sí, que iban a hacer muchas cosas y que, esperaba, el sexo fuera una de ellas. Pero se contuvo.

-Ok -dijo- pero no es eso. ¿Después del trabajo?

Vasti no entendía qué podían tener de tan serio que hablar. Sin embargo, decidió que escucharía. Por lo menos terminaría de una vez con eso y podría trabajar en paz.

-Está bien. -Ella respondió.

-¿Tienes idea de cuánto tiempo va a tardar? -él señaló con la barbilla hacia el hospital.

Vasti ya estaba abriendo la puerta del auto.

-No. No hace falta que me esperes -dijo, sonriendo sin mostrar los dientes.- Ah, gracias por el aventón.

Salió del auto y Adonis contuvo las ganas de ir detrás de ella, pegarse a ella y saber qué estaba haciendo ahí, pero no lo hizo. Entonces decidió esperar. Ella no tenía mucho tiempo y terminaría llegando tarde al trabajo. Él la llevaría y subirían en elevadores distintos para que ella no se sintiera incómoda y para que ningún otro empleado empezara a chismear. La noche anterior solo había "atacado" a Vasti en la cocineta porque ya estaban solos.

No, Adonis no tenía vergüenza de que lo vieran con ella, pero en la empresa, frente a los demás, tenía que ser profesional. Si lo que tenía en mente era aceptado por ella, tendrían que ser discretos. Muy discretos.

"Pero eso no significa que no vaya a devorar a esta ricura en cada rincón de la empresa, incluso en horario de trabajo." Adonis sonrió de lado, ya imaginando a Vasti sobre su escritorio, totalmente rendida.

Dentro del hospital, Vasti fue directo al cuarto de su abuela.

La anciana estaba tomando su desayuno cuando la nieta llegó. Abrió una enorme sonrisa al ver a la joven.

-¡Oh, Vasti! -dijo, dejando el vaso sobre la bandeja-. ¡Te extrañé!

-Hola, abuelita. ¡Buenos días! -Vasti saludó también a la enfermera, que enseguida salió del cuarto para darles privacidad. Ahí ya conocían a la chica, y ella había avisado que visitaría por las mañanas, antes del trabajo. El médico había autorizado ese horario especial de visitas para Vasti. La anciana no tenía más parientes y la chica no podía ir a media tarde o a media mañana, debido al trabajo que era necesario para costear el tratamiento de la paciente.

-Buenos días, querida -la anciana tomó una cucharada de atole-. ¿Cómo fue tu día de trabajo? ¿Te gusta de ahí? ¿Tu jefe es bueno contigo?

Vasti tuvo que tragarse las palabras. Si contaba que Adonis había sido un verdadero ogro con ella desde el principio, la anciana sería capaz de salir del hospital para ir a enfrentarse con él por haber sido un brutote con su nieta.

-Está todo muy bien, abuelita -dijo, sentándose en la silla junto a la cama- La gente es amable conmigo. La chica a la que voy a sustituir temporalmente es muy buena.

-¡Oh, qué alegría escuchar eso!

La sonrisa de la anciana era tan sincera que Vasti incluso se sintió avergonzada por la mentira descarada. Su jefe no era bueno con ella. Él tenía otro interés que no era el profesional.

-Solo vine a ver cómo estabas. Voy a hablar con el médico y luego me voy al trabajo.

Vasti terminó de darle el atole a su abuela, le besó la frente y salió en busca del médico.

-¡Señorita Phillips! -dijo el médico. Era un hombre muy guapo, aún joven.

-¡Doctor Lockwood! -respondió ella, sonriendo-. ¿Cómo está mi abuela?

-Bueno... sobre eso. El hospital me preguntó por el pago de la cirugía. Dije que hablaría contigo. -Él parecía incómodo al decirlo.

Vasti frunció el ceño.

-Pero... ¿no se pagó? Mi p... quiero decir, la persona a la que pedí el dinero dijo que pagaría.

Vasti maldijo para sus adentros haber confiado en la palabra de su padre, ¡Dimas!

-Bueno, no lo sé. Hasta esta mañana no se había confirmado ningún pago -dijo él.- Sé que las cosas están difíciles. Si... si necesitas algo...

Estaba muy cerca de ella y la miró con más suavidad, sujetándole la mano. Vasti se sonrojó por completo y retiró la mano con delicadeza. El hombre era guapo, inteligente y muy educado, sin embargo, no quería darle la impresión equivocada.

-Gracias. Pero voy a intentar resolverlo sola. Ahora, con permiso. Tengo que irme.

Él carraspeó, incómodo.

-Sí, claro. Voy a esperar la confirmación del departamento financiero. Pero hablo en serio. No te angusties tanto. Cualquier cosa, puedo ayudarte.

-Gracias. -Vasti hizo una leve reverencia y se fue.

El doctor Lockwood no lo había dicho con todas sus letras, pero Vasti ya había notado que parecía tener algún interés en ella. Sería mentirosa si dijera que no se sintió halagada. Él era guapísimo. Pero no sintió una conexión con él. No de ese modo.

"Como la que sentiste con Adonis", complementó la voz burlona en su cabeza. Vasti apartó esos pensamientos. Pensamientos inconvenientes y completamente absurdos.

Vasti salió por la puerta doble y miró hacia donde antes había estado el auto de Adonis. Por alguna razón tonta, tenía la esperanza de que él se hubiera quedado ahí esperándola. Caminando hacia la parada del autobús, Vasti intentó concentrarse en el día que tendría y en la llamada que tendría que hacerle a Dimas. Él había prometido que pagaría la cirugía.

"Pero bueno, bueno. Todo va a salir bien y el día será bueno."

Ella solo no sabía que Adonis sí había esperado por ella.

            
            

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