Capítulo 9 Celos

Cuando Vasti salió del elevador, la oficina estaba más silenciosa que nunca. Heidi la miró e hizo una señal para que Vasti se acercara.

-¿Qué pasó? -preguntó Vasti.

-El Sr. MacGyver no está nada contento. Nadie sabe qué ocurrió, pero está de pésimo humor. Llegó así desde temprano.

Vasti frunció el ceño al oír eso. Cuando Adonis la dejó en el hospital, parecía estar tranquilo. ¿Qué habría sucedido en ese tiempo para que se pusiera tan irritado?

-Bueno. Voy a ocuparme de mis tareas, entonces. Lo último que quiero es que decida despedirme otra vez.

Heidi asintió y también volvió al trabajo. Vasti ya había aprendido muchas cosas, y Heidi sabía que la muchacha estaría más que lista para encargarse de la oficina y de la agenda del Sr. MacGyver cuando llegara el momento de su licencia.

La mañana pasó tranquilamente, con Adonis llamando a Heidi de vez en cuando y, cada vez, ella parecía salir más nerviosa. En la última ocasión, Vasti la miró e hizo un gesto con la cabeza, como preguntando qué pasaba. Heidi solo negó suavemente y regresó a su sala.

Ya era pasado el mediodía cuando Vasti se levantó de su silla y fue a la sala de Heidi, tocando la puerta para llamar su atención.

-¿Puedo ir a comer?

No había comido en el camino porque, si perdía el autobús del hospital al trabajo, llegaría tarde -decisión de la cual estaba agradecida, pues si el jefe estaba tan irritado, quizá habría perdido el empleo. Y esta vez con motivo profesional, porque la falta sería de ella. Aunque unos minutos de retraso no fueran suficientes para justificarlo, aun así...

-Sí, claro. Puedes ir -sonrió Heidi.

-¿Y tú? ¿No vas a comer?

-Todavía no. No te preocupes. Cuando regreses, voy yo.

Vasti solo asintió y salió. Llamar hambre a lo que sentía era decir poco. ¡Le rugían las entrañas!

Fue hasta el elevador y presionó el botón. Entonces, escuchó algunos resoplidos de sorpresa detrás de ella, pero no volteó a mirar. Si no era con ella, no tenía motivo para meterse en nada, ni siquiera con una mirada. Además, tenía una prioridad: comer.

Una sombra se hizo presente detrás de ella.

"Debe ser algún otro empleado esperando el elevador", pensó. Vasti aún no conocía a todos, claro, llevaba poco tiempo ahí. "Vamos, elevador. ¡Apúrate!"

La puerta de la caja metálica se abrió y ella entró con la cabeza agachada, sacando su celular de la bolsa. Al girar para presionar el botón de Planta Baja, una mano se lo impidió. Ella miró al dueño de la mano y el elevador se cerró.

-Necesitamos hablar -dijo él, serio. Vasti arqueó una ceja.

-Está bien... -se dio cuenta de que Adonis estaba más serio de lo normal. De hecho, parecía emanar un aura casi sofocante. No sabía si debía o no preguntar qué había ocurrido. "¡Él mismo lo dirá, Vasti! Si no, no te habría llamado para hablar. Ay, Dios, ¿qué hice?"-. Pero necesito comer antes, señor MacGyver.

-¿Comer? -Vasti notó un brillo extraño pasando fugazmente por los ojos de él y entrecerró los suyos al mirarlo fijamente.

-Sí. Es tarde... y no comí nada en la mañana -explicó Vasti, tranquila, mirando hacia abajo.

-Pensé que habías comido con tu amiguito.

Vasti levantó la cabeza y lo miró, confundida.

-¿De qué...? ¿Qué amiguito? -la puerta del elevador se abrió y Adonis sujetó la muñeca de Vasti, no con fuerza, pero sí lo suficiente para obligarla a seguirlo hasta su auto-. ¡Señor MacGyver!

-Entra -su tono era una orden, no una petición. A Vasti no le gustaba que le mandaran y, por eso, ofreció resistencia. Adonis rodó los ojos y le dedicó una sonrisa impaciente-. Por favor.

La mirada de Vasti decía: "más te vale". Ella negó con la cabeza hacia arriba y abajo antes de entrar al auto.

-¿Podría explicarme ahora qué quiso decir? ¿Por qué me jaló así?

Adonis sujetó el volante con ambas manos, cerró los ojos y suspiró hondo antes de girarse hacia ella.

-¿Quién era ese hombre que estaba contigo en el hospital?

A Vasti le tomó un instante entender. ¿De qué hombre...? Entonces lo comprendió.

-Es el médico que está atendiendo a la persona que fui a visitar.

-¿Estás saliendo con él? -Vasti se confundió un poco, porque Adonis parecía...

"No. No puede ser."

-Mire... -carrapeó y lo enfrentó.- Con todo respeto, señor MacGyver, yo no le debo explicaciones.

-¡Vasti! Dime, ¿tú y ese hombre están juntos o no?

La verdad, ella quería mandarlo a freír espárragos, para ser educada. Pero ¿para qué alargar eso? Si él quería una respuesta, ella se la daría y quizás -eso esperaba- dejaría de molestarla con tonterías y podría comer de una vez.

-No, señor MacGyver, no estoy con ese hombre de la manera en que usted creyó.

Un inmenso alivio se extendió por el pecho de Adonis y su expresión cambió, quedando mucho más relajada. Su mano se acercó al rostro de Vasti y acarició su mejilla.

-No me gustó nada verte tan cerca de él. Él... te tomó de la mano.

Tomó la mano de ella, como mostrando lo que había visto, y depositó un beso en el dorso.

Vasti no sabía ni qué hacer. Adonis parecía cambiar de humor muy fácilmente. En un momento parecía interesado solo en sexo, luego parecía preocuparse por ella, después se enfurecía por sabe Dios qué motivo y, enseguida, volvía a ser un corderito.

"Francamente, parece un novio celoso, lo cual no tiene sentido porque no tenemos ese tipo de relación." Podía llamar a aquello un coqueteo, pero nada más.

-Es un amigo. Y como ya dije, no tengo por qué darte explicaciones.

Ella lo dijo eso más bajo de lo que pretendía. Fue casi un susurro. Adonis acercó su rostro al de ella y depositó un beso suave en sus labios.

-Tenemos que hablar después del trabajo -murmuró, apoyando su frente en la de ella.

Vasti pasó la lengua por sus labios y asintió. A veces se reprendía por ser curiosa y meterse en líos. ¿Qué podía querer ese hombre si no algo relacionado con sexo?

-Está bien -no iba a decir que no. Era absolutamente inapropiado. Pero aun así...-. Vamos a comer algo. Por favor...

Adonis rió y se apartó, abrochándose el cinturón, colocando una mano en el volante y la otra en la palanca.

-¿Qué quieres comer hoy?

-No sé... sinceramente, no sé. Solo necesito comer.

-Yo también solo necesito comer -su tono fue pícaro y Vasti lo miró incrédula, sin creer que había hecho un chiste tan malo.

Él levantó las manos en señal de rendición por unos segundos, riendo. Y entonces, el ambiente dentro del auto cambió por completo. Su aura cambió. Volvió a parecer el Adonis de esa mañana: ligero, relajado y atento.

El auto comenzó a moverse y salieron del estacionamiento. Adonis la llevaría a comer algo que le encantaba, pero que rara vez comía.

                         

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