El primer contacto visual fue como una descarga eléctrica. El tiempo había pasado, y ambos se habían cambiado, pero en los ojos de Marco seguía habiendo algo familiar, algo que la hizo sentirse vulnerable, expuesta. Sus recuerdos se agolparon con fuerza, y Valeria tuvo que hacer un esfuerzo consciente para no dejarse llevar por ellos. Había decidido no pensar en él durante tanto tiempo, y ahora se veía arrastrada de nuevo a esa época en la que todo parecía más sencillo, aunque, en realidad, nunca lo fue.
Marco se acomodó en la silla frente a ella, su presencia tranquila pero inevitable. Valeria intentó centrarse en la conversación, pero sus pensamientos estaban dispersos. Clara, tan ajena a la situación como siempre, parecía más que feliz de ver cómo se desarrollaba el encuentro, pero Valeria solo quería que todo fuera diferente, que no fuera él, que no estuviera allí. Sin embargo, no podía retroceder. Tenía que seguir adelante, de alguna forma.
-Entonces, Valeria, ¿cómo va todo en la empresa? -preguntó Marco, rompiendo el silencio que había caído entre ellos. Su voz era suave, pero había algo en ella que despertaba una sensación de nostalgia que Valeria intentaba aplacar.
-Bien, ya sabes... -Valeria buscó una respuesta neutral, algo que no dejara entrever el torbellino de emociones que sentía en ese momento-. Lo mismo de siempre. Proyectos, contratos, decisiones. Lo habitual.
Marco asintió, mirando sus manos sobre la mesa antes de mirarla a los ojos de nuevo.
-Siempre tan centrada en el trabajo... -dijo Marco con una ligera sonrisa, una que Valeria no pudo evitar notar. Era la misma sonrisa que había conocido años atrás. Había algo reconfortante en ella, pero a la vez, aterrador.
El tono de Marco la hizo sentir aún más incómoda. En ese instante, parecía como si no hubiera pasado el tiempo, como si todo lo que había sucedido desde su separación fuera solo una interrupción en sus vidas, algo que nunca realmente se resolvió. Y, sin embargo, el tiempo había hecho su trabajo, y la distancia emocional entre ellos ahora era palpable.
Clara, como si intuyera la creciente incomodidad entre los dos, intervino rápidamente.
-Vaya, se me hace que esto se está poniendo serio -dijo, tratando de suavizar la tensión con un tono juguetón-. ¿Recuerdan cuando salían juntos? ¡Qué tiempos aquellos! Valeria, cuéntales cómo era Marco en esos días. Estoy segura de que tienes historias.
Valeria frunció el ceño. ¿Cómo podía contar historias sobre él sin que todo se volviera demasiado emocional? Pero, antes de que pudiera contestar, Marco la miró y habló, como si quisiera aliviar la tensión entre ellos.
-Oh, no empieces, Clara. Ya sabemos que Valeria tiene un montón de historias en las que yo soy el "malo", ¿verdad? -dijo Marco con una sonrisa irónica, pero Valeria pudo ver que había una ligera incomodidad detrás de sus palabras.
Valeria lo miró fijamente por un momento. ¿El "malo"? ¿Así se veía él? ¿Así la había dejado ella en el pasado? Sin previo aviso, las emociones reprimidas empezaron a salir a la superficie, y Valeria tuvo que hacer un esfuerzo por mantener la calma.
-No sé de qué estás hablando -respondió ella, buscando mantener la voz neutral-. Hace mucho de eso. No es algo de lo que me guste hablar. El pasado es el pasado.
La respuesta de Valeria fue cortante, y Clara, notando la tensión, se apresuró a cambiar de tema.
-¡Vamos, no se pongan tan serios! -exclamó Clara, levantando su copa de vino y tomando un trago largo, como si intentara romper el hielo de alguna manera-. Esto es solo una cena. Disfrutemos.
Pero Valeria no podía simplemente disfrutar. No podía olvidar la sensación de que, al mirarlo, todo lo que había sentido por él volvía de golpe. La atracción, el amor, la pasión. Todo lo que había creído que había superado cuando él se fue de su vida sin una palabra. Marco había sido su primer amor, y aunque su mente había intentado enterrarlo bajo capas de éxito y ambición, en ese instante todo lo que había intentado olvidar salía a la superficie.
Marco, al parecer, también se sentía incómodo. Intentó mantener la conversación ligera, pero había algo en su mirada que delataba la tensión entre ellos. A veces, sus ojos se detenían por un segundo más de lo necesario en los de Valeria, y ella sentía esa chispa de conexión que no podía negar, aunque deseara hacerlo.
-¿Todavía te gusta el vino dulce? -preguntó Marco, tratando de hacer algo que fuera familiar, como una conversación normal entre dos personas que alguna vez se conocieron bien.
Valeria lo miró, sorprendida por la pregunta. La idea de que él aún recordara algo tan trivial sobre ella, algo tan personal, la desconcertó. No sabía cómo reaccionar, así que optó por ser directa.
-Sí, todavía me gusta. Aunque no suelo beber mucho vino -respondió, intentando mantener la conversación liviana, pero internamente, su mente estaba llena de recuerdos.
Las primeras citas, los paseos por la ciudad, las conversaciones interminables hasta altas horas de la noche. Todo lo que alguna vez compartieron y que ahora parecía tan lejano. ¿Por qué lo había dejado ir? ¿Por qué no luchó más por él?
La pregunta la perseguía, pero sabía que no era el momento adecuado para enfrentarse a esas dudas. Aquel reencuentro no era el momento de revivir viejas heridas. Sin embargo, no pudo evitar sentirse herida por su indiferencia. Marco no parecía estar tan afectado como ella, lo que la hizo sentirse aún más vulnerable.
-Valeria... -Marco la miró con una expresión seria, como si hubiera estado esperando este momento. Sus ojos se encontraron, y ella vio algo en su mirada que no había notado antes. Quizás era una especie de arrepentimiento, o tal vez solo nostalgia. Sin embargo, Valeria no estaba dispuesta a abrir esa puerta-. Lamento... todo lo que pasó. Siento haberte dejado sin una explicación. No fue justo para ti.
Las palabras de Marco cayeron como una losa sobre Valeria. Todo el resentimiento que había estado guardando se disparó al instante. "No fue justo para ti..." Esa misma frase había sido su excusa durante años, la excusa que él nunca le había dado. Pero ahora, mientras él lo decía, algo en su tono le daba la sensación de que, en realidad, sí le importaba, de que había sido una herida que nunca había cerrado.
Valeria se levantó de la mesa, sorprendiendo a ambos con el gesto abrupto. Clara la miró con desconcierto, pero Valeria no pudo evitarlo. Sentía que su corazón latía con fuerza, que algo dentro de ella se estaba desbordando. Necesitaba escapar de esa situación antes de perder el control.
-Lo siento, necesito aire -dijo rápidamente, levantándose de su silla y dirigiéndose hacia la salida. El aire fresco de la noche la recibió como un alivio, pero también sabía que no podía huir para siempre. No podía correr de lo que había pasado con Marco, ni de las emociones que él había reavivado en ella.
Desde afuera, vio cómo Marco la observaba desde la puerta del restaurante, con una expresión que no podía descifrar. Y por un momento, Valeria se preguntó si alguna vez podría dejar de sentir por él.