Capítulo 4 LECTURA DE LA NUBE (2)

GRACE

-Escucha, David -suspiré-. Me despidieron por llegar tarde. Y... llevo haciéndolo unas semanas. Además, he tenido un comportamiento un tanto alocado por culpa de mi lado irresponsable y borracho.

¿Necesitas un abrazo?

Su pregunta me dejó helada. Volví a guardar el pan intacto en la bolsa. Puse cara de niña y asentí con la cabeza efusivamente.

David se inclinó hacia delante y me abrazó con fuerza, su colonia me llegó a la nariz. Olía a hombre, y eso me hizo querer quedarme más tiempo en el abrazo.

Aparte de Sam, que me abraza en cuanto tiene oportunidad, apenas tengo a otra persona que me abrace.

-De acuerdo, Grace... creo que deberíamos subir y ver algo que te haga reír. ¿Qué dices? -preguntó David después de soltarme de su cálido abrazo.

Una vez que ajusté mi posición hasta estar bien sentado, levanté la vista pensativo durante unos segundos.

"Creo que quiero salir a dar un paseo."

-Bueno... -Asintió-. Caminar sí que ayuda a despejar la mente. Vamos.

-¡Oye, oye! Espera. -Enarcó las cejas. Y debo decir que se ve más guapo así-. ¿Qué haces todavía aquí? Pensé que ya te habrías ido. Es decir, ni siquiera tuviste la aventura de una noche que podrías haber tenido.

-Bueno, sigo aquí, aunque no hayamos tenido sexo -dije, apretando los labios en una fina línea mientras le lanzaba una mirada de disculpa-. Ya me iba, pero vi tu coche aquí y tuve que pasar.

"No puedo creer que esté diciendo esto. Pero me alegro de que no te hayas ido."

"Me alegro de no haber tenido sexo contigo."

"¿Eh?" Estaba confundido.

"Si lo hubiéramos hecho, yo no estaría aquí y tú probablemente te habrías quedado aquí sentada todo el día llorando hasta no poder más."

-¿Eres un maldito hechicero? Eso es algo que yo haría -respondí, sintiéndome un poco aliviado de tener compañía-. Vamos a dar ese paseo.

Salimos del coche y lo cerré con llave, después de asegurarme de no haber dejado el móvil dentro.

-Entonces, ¿cómo es que no estás trabajando ahora mismo? -pregunté unos segundos después de que llegáramos a la acera.

"Eh... Soy diseñadora gráfica freelance. Desde hace unos seis meses, solo trabajo con editoriales."

-¿De verdad? Trabajo... bueno, trabajaba en una editorial. -Mi voz pasó de la emoción a la tristeza en un instante. Como si presintiera la tristeza que se avecinaba, David cambió de tema de inmediato.

-¿Has intentado leer las nubes alguna vez? -Lo miré con interés-. Es una tontería, pero divertida, que hago cuando me aburro. Miro el cielo en días nublados y leo las formas de las nubes. Un día vi un dinosaurio con una joroba de camello y cola de sirena.

-¿De verdad? -Él asintió y yo solté una risita-. Eso no puede ser cierto. -Era increíble, pero a la vez emocionante de oír.

-Te lo juro, lo vi. Y no me sorprendió porque, cierto día, vi a un burro muy contento posando al lado de... -Me dio un codazo-. ...adivina qué era.

-¿Eh... un burrito? -Negó con la cabeza-. ¿Una hamburguesa?

"No. Es una parte masculina."

"Una parte masculina. ¿Es la sexual...?"

-Sí. -Ni siquiera me dejó terminar la frase.

Cuando finalmente lo comprendí, mis ojos se iluminaron de inmediato con incredulidad.

Le eché una mirada, solté una risita y aparté la vista.

-No te creo -dije.

-Ojalá estuviera mintiendo. Y antes de que lo digas... -Sus dedos índices apuntaron en mi dirección-, no estaba drogado ese día.

«¡Ay, Dios mío!». Solté una carcajada, deteniéndome en seco para reír como es debido. Mientras la imagen se colaba en mi mente, reí aún más, atrayendo las miradas de la gente que pasaba. David se quedó quieto, observándome con una enorme sonrisa. «Eso debió de ser una locura».

-Deberías probarlo -sugirió-. La lectura en la nube es una excelente manera de divertirse y despejar la mente.

Mi alegría se acabó y cedí ante su idea.

Al dirigir mi mirada hacia el cielo lejano, vi que había muchas nubes, algunas incluso bloqueaban gran parte del sol.

Entrecerré los ojos, pero un papel voló hacia mi cara y me bloqueó la vista.

"Eh... no veo nada más que blanco." Me quité el papel de la cara y estaba a punto de tirarlo a una papelera cercana cuando me fijé en la palabra VACANTE escrita en negrita en la parte superior.

Eso me llamó la atención.

-¿Qué es eso? -David se acercó y miró el papel-. ¿Todavía se hacen folletos?

-Necesitan una niñera -dije mirando a David-. Y yo necesito un trabajo. Esto es bueno. Puedo ir a la entrevista o como se llame.

-¿Quieres trabajar de niñera? -Me encogí de hombros y asentí a su pregunta-. Trabajabas en una editorial. ¿Por qué querrías ser niñera?

"No es un trabajo terrible."

"Sé que no es así. Pero lo que quiero decir es que ahora mismo puedes entrar en cualquier editorial. Y estoy seguro de que... Espera, ¿qué puesto ocupabas?"

"Editor jefe adjunto". Me sorprende poder hablar con tanta facilidad de algo tan importante con un hombre con el que casi me acosté.

"¿En serio? ¿Por qué querrías cuidar niños teniendo semejante titulación? Las editoriales se morirían por tenerte trabajando con ellas. Trabajaste con Elite Publishing, Grace. Elite Publishing."

Al darme cuenta de que nunca le había dicho exactamente dónde trabajaba, fruncí el ceño y pregunté: "¿Cómo lo sabes?".

-Vi una taza en su cocina -dijo el hombre sin titubear-. Tenía el nombre de la empresa escrito en letras grandes.

Asentí con la cabeza. Sí, tenía una taza así. De hecho, dos. Formaban parte del obsequio para empleados que nos dieron en la fiesta de Navidad de hace tres años.

En aquel momento aún estaba en mis cabales.

Enderecé los hombros y dije: "¿A quién le importa si trabajé en Elite? He pasado por mucho, David. Necesito una distracción más decente. Y, la verdad, acostarme con hombres no es precisamente una distracción decente. Además, el motivo de mi despido no es lo suficientemente agradable como para darme la confianza necesaria para presentarme ante otros empleadores del sector editorial".

"Bueno, si tú lo dices. ¿Y cuándo es la entrevista o lo que sea?"

¿Yo se, verdad?

Ni siquiera sé si te hacen entrevistas para trabajos de niñera.

Revisé el periódico. "Mañana".

"¿Sabes siquiera cómo cuidar a un niño?"

"Una vez ayudé a un niño a subirse a un columpio en el parque". Lo miré de nuevo, sin estar segura de si eso contaba.

"Bueno, si eso pudo suceder, supongo que cuidar niños no debería ser tan difícil para ti."

Sonreí con grandilocuencia y dije: "Esto debería salir bien. ¿Qué tan difícil podría ser?"

Se encogió de hombros, me devolvió la sonrisa, me tomó la mano y sugirió que fuéramos a comer algo.