Eduardo POV:
Un dolor desgarrador me arrancó de un sueño inquieto. No era un dolor físico, no era un golpe, sino un desgarro en lo más profundo de mi ser, como si mi alma misma estuviera siendo arrancada. Un aullido inarticulado escapó de mi garganta, y me retorcí en la cama, golpeando el colchón con los puños.
La conexión. Mi conexión con Matilde. Se estaba desvaneciendo. Minutos antes, era un hilo tenue, una molestia lejana. Ahora, era un vacío helado, una ausencia que me dejaba hueco.
"¡Eduardo! ¿Qué sucede?" Bella irrumpió en la habitación, su rostro teñido de pánico.
Me puse de pie de un salto, el dolor y la confusión nublando mi juicio. "¡Matilde! ¿Dónde está Matilde? ¿Qué le hiciste, Bella? ¡La siento... se va!" . Mi voz era un graznido ronco, la desesperación me ahogaba.
Bella retrocedió, sus ojos azules grandes y fingidamente asustados. "Eduardo, no entiendo... ¿Matilde? Ella... se fue. Te lo dije. Se fue hace un rato" .
"¿Se fue? ¡No digas tonterías! ¡Ella nunca se va! ¡Ella me ama! De seguro está jugando. ¡Es una niña caprichosa!" . Mis puños se cerraron. "¡Ya me disculpé! ¡Todo está bien! ¡Volverá, como siempre lo hace! ¡En un par de días estará de vuelta, suplicando mi perdón!" .
Bella dudó, su mirada baja. "Pero... Eduardo. Se llevó todas sus cosas" .
"¡Cállate, Bella! ¡Es una tonta! ¡Es una mujer terca! ¿A dónde iría? ¡Nadie la querría! ¡Nadie!" .
De repente, pasos. Afuera de la puerta. Rápidos. Mi corazón dio un vuelco.
"¡Matilde!" , grité, una sonrisa triunfal ya formándose en mis labios. "¡Ya lo sabía! ¡Ella volvió! ¡Y voy a darle una lección por este capricho!" .
Pero la puerta se abrió, y no era Matilde. Era Bella, regresando, con una pequeña cesta de hierbas en la mano.
"Oh, Eduardo, mi amor. Me preocupaste. Sentí tu energía... tan agitada. Te traje un tónico calmante" . Su voz era suave, azucarada, pero no disipaba la furia que me consumía.
"No necesito nada, Bella" , espeté, mi voz dura. "Estoy bien. Matilde solo intenta manipularme con su partida. Pero no funcionará" . Sentía un nuevo tipo de dolor, un vacío que la conexión rota había dejado. Una herida que no podía identificar.
Bella se acercó, sus ojos llenos de una falsa compasión. "Claro, mi amor. Ella solo busca llamar tu atención. Es una estrategia de siempre. Quiere que vayas tras ella. Pero tú eres un hombre fuerte, Eduardo. No te dejarás manipular por sus jueguititos" .
Sus palabras eran un bálsamo para mi ego herido. Ella tenía razón. Matilde estaba jugando. La conexión, ese dolor punzante, solo era parte de su truco.
"No iré tras ella" , declaré, mi voz recuperando algo de su antigua arrogancia. "Ella volverá. Cuando se dé cuenta de que nadie más la quiere, regresará arrastrándose. Y entonces... le daré su merecido" .
Tomé el tónico de hierbas que Bella me ofrecía. Era amargo, con un regusto metálico, pero lo bebí de un trago. Bella siempre sabía cómo calmarme.
Mañana, Matilde estaría de vuelta. Mañana, su ropa estaría lista, como siempre. Mañana, todo volvería a la normalidad. Mañana... la pondría en su lugar.