Había estado aproximadamente dos horas sin poder pegar ojo desde que sentí la manilla de la puerta de mi habitación darse vuelta, mi cuerpo comenzó a temblar, le había puesto el seguro pero él fácilmente podría echar la puerta abajo. Tenía mucho miedo, pero no lo hizo, no tiró la puerta y por una vez no me ultrajaron más el alma, cada noche miraba el techo blanco de mi habitación mientras él estaba sobre mí y las lágrimas corrían por mis ojos, si lloraba debía hacerlo silenciosamente porque si no los golpes no tardaban en llegar, y ¡vaya que dolían! así que solo dejaba que ellas brotarán de mis ojos y luego cuando él se iba yo entraba al baño a llorar mientras dejaba correr el agua abrazándome a mí misma.
Pero ahora podía llorar, y lo hice, llore por todo, por todas las veces que me violó, por todas las veces que mamá lo vio y no hizo nada. Ella no me quería.
Creo que me dormí llorando, no calcular cuánto tiempo estuve así pero mis ojos al primer contacto con los rayos del sol que se colaban por la ventana hacia que me dolieran mucho. Sentía la pesadez de mis párpados y una sensación de arena cada vez que pestañeaba.
Me levanté rápidamente, si tenía suerte salía antes que el imbécil despertara. Siempre sin desayuno y la verdad mi cuerpo ya estaba acostumbrado a no comer la mayoría de las veces, ya que cuando él andaba de mal humor decidía que yo no debía comer, y como siempre mi madre no decía nada.
Una vez estuve lista salí rápidamente de casa, por suerte nadie estaba despierto, lo que era de esperar. Afuera el aire estaba frío, a pesar de que estábamos entrando a primavera, el viento y los días aún no estaban cálidos. Al salir del sitio donde vivía, que no puedo llamar hogar porque para mí un hogar es donde recibes calidez en el alma y mi casa solo producía dolor, al pasar la esquina estaban los de siempre, Diego, Román y Rodrigo, teníamos la misma edad pero ellos habían decidido dejar la escuela para dedicarse a vender drogas, eran camellos del grande, del que nadie sabía su verdadera identidad. La mayoría sabíamos de su existencia, se decía que era el rey de la cocaína y quien tratara de engañarlo o traicionarlo, era colgado en algún árbol del vecindario o degollado y dejado frente a su casa. Muchas veces desee que David apareciera degollado en el ante jardín,que más bien era una selva de pasto seco. Vivo en un barrio peligroso, por aquí los policías no rondan sin que se forme un tiroteo.
Lo llamaban el "demonio de endler"
Pero nadie nunca lo había visto, había sucedido en el puesto de jefe a su padre, se decía que él mismo lo había matado a sangre fría. Cuando escuchaba esos comentarios quería tener ese tipo de valor para poder matar a David y acabar con mi sufrimiento. Había tenido muchos sueños en donde yo lo asesinaba, pero nunca me había atrevido a hacerlo, era débil.
Salude a los chicos y ellos hicieron lo mismo, yo soñaba con dejar este lugar y poder comenzar mi vida sola, pero ellos se habían crucificado a vivir toda la vida aquí, arriesgando su vida día a día por su familia. Al menos ellos tenían una familia, yo por otro lado no tenía nada. Me puse el gorro de mi chamarra y camine a la escuela, ahí yo no era popular, y gracias a dios no me molestaban porque anteriormente diego y los chicos siempre me protegían y todos sabían que aun en esos tiempo ellos eran peligrosos. Ellos han sido los únicos que se podría decir me han protegido.
En la entrada de la escuela, están todos los chicos, bajándose de sus autos, con sus novias y viviendo la vida que quizás siempre han soñado, seguramente no les ha faltado nada. Paso por entre medio de ellos rápidamente, solo quiero salir luego de aquí, aun así escucho comentarios y risas a mis espaldas. Ya no hago caso, la verdad tengo cosas peores en casa, esto no podría afectarme menos.
me enfoco en poner atención a las clases, siento que esto podría ser mi oportunidad de ser alguien en la vida e irme y no mirar atrás, y no puedo desperdiciarla.
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Cuando llego a casa, David está ebrio, follandose a una chica de más o menos de mi edad, ella me mira, tiene los ojos empapados en lágrimas y la boca sangrando, está completamente desnuda, miro hacia el lado para ver a mi mamá completamente destrozada en el sillón, drogada hasta no poder más. Me quedo parada, estática, no puedo mover ningún músculo, ver a aquella chica me llego a mi mente todas las noches que él hizo lo mismo conmigo y nadie me ayudo. David se percató de mi presencia, me sonrió de una manera que me producían arcadas, no me moví, hasta que el hablo.
- Luego tú, ¡serás la próxima zorrita! -
No, no podía aguantar más, de pronto comencé a escuchar los gritos que la chica daba, y la sangre corriendo por sus piernas. Era un maldito perro, se merecía lo peor, se merecía la muerte.
Agarre un jarrón que mi madre tenía, era lujoso y David se lo había traído después de la primera vez que abusó de mí, caminé lentamente hacia él, y de un solo golpe rompí el jarrón en su cabeza, la sangre golpeaba mis oídos, y mi respiración cada vez era más rápida. Retrocedí al menos tres pasos, David había caído inerte sobre la chica que trataba con todas sus fuerzas de sacárselo de encima.
-¿Está muerto? - me pregunto
-No lo sé -susurre, solo veía el cuerpo de David tirado en el piso, con mucha sangre saliendo de su cabeza
-¡Muchas gracias! -me susurro, no respondí, y no recuerdo en qué momento ella se fue, yo solo miraba el cuerpo de ese idiota tirado en un charco de sangre, el sonido de mi madre al despertar, dando un tremendo grito me hizo saltar. Ella miraba el cuerpo horrorizada y lo único que pensé hacer era largarme, así que fui rápidamente hacia mi pieza y guarde la poca ropa que tenía en mi mochila, y salí corriendo de esa casa, a pesar de los gritos de mi madre preguntando qué demonios había hecho.
¿QUE HABÍA HECHO?
Había acabado con mi sufrimiento, o eso esperaba.