Reinando en el infierno
img img Reinando en el infierno img Capítulo 3 Cadáver resiliente.
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Capítulo 6 Noche cero. img
Capítulo 7 Otra chica img
Capítulo 8 El demonio me quiere conocer img
Capítulo 9 Identificación falsa img
Capítulo 10 Proposición img
Capítulo 11 Mi gloria o mi perdición img
Capítulo 12 La cena img
Capítulo 13 ¿Celos img
Capítulo 14 Él se llama Alex... img
Capítulo 15 Me fascinas img
Capítulo 16 Siempre consigo lo que quiero img
Capítulo 17 La limpieza img
Capítulo 18 Muñequita img
Capítulo 19 Él puede hacer cualquier cosa sin dejar rastro. img
Capítulo 20 El favor img
Capítulo 21 Atreverme a lo prohíbido img
Capítulo 22 Volveré a estudiar img
Capítulo 23 Quiero más, mucho más... img
Capítulo 24 Primer día img
Capítulo 25 No sé porqué soy tan bueno contigo img
Capítulo 26 Sin exclusividad img
Capítulo 27 Alejarme de él img
Capítulo 28 Soy el puto demonio img
Capítulo 29 Cita con el hermano, ¿son iguales img
Capítulo 30 No soy tuya img
Capítulo 31 Dame una oportunidad img
Capítulo 32 Enfócate en tus estudios img
Capítulo 33 Más mala que yo img
Capítulo 34 Un lobo en piel de oveja img
Capítulo 35 ¿Te estás enamorando de mí img
Capítulo 36 La mujer de mis pesadillas img
Capítulo 37 ¿Quién es el topo img
Capítulo 38 Eres tú img
Capítulo 39 Vengo del Infierno img
Capítulo 40 Un equipo infernal img
Capítulo 41 Dar ese paso... img
Capítulo 42 Oficialmente reinando el infierno img
Capítulo 43 Epílogo img
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Capítulo 3 Cadáver resiliente.

Dios sabe que vivo

Dios sabe que morí

Dios sabe que rogué

Rogué, pedí prestado y lloré

Salí de casa sin mirar atrás, podía sentir los gritos de mi madre llamándome, pero no mire atrás, no quería hacerlo, ¡lo había matado maldita sea!, iría a la cárcel por esto. Debía correr lo más lejos que pudiera, estaba segura que mi madre no me protegería. De pronto sentí un grito que me heló la sangre, mire atrás y era mi madre quién me miraba con odio en los ojos, la verdad no me sorprendía, sabía que no me quería.

-¡Irás a la cárcel por esto, estúpida mocosa! -gritó, para luego romper en llanto. ¿Cómo podía llorar por un hombre que la maltrataba y la despreciaba? se me era imposible entenderla y no es como si quisiera hacerlo. Pero era el único hombre que se había quedado con ella todo este tiempo, él algunas veces traía dinero que conseguía haciendo negocios sucios, mientras la mujer que me parió se drogaba escapando de este mundo y olvidando que tenía una hija que prácticamente se crió sola.

Algunos vecinos salieron a mirar qué había ocurrido, por lo que me puse la capucha de la chaqueta que traía y comencé a caminar, sin mirar atrás esta vez, a pesar de todos los gritos que escuché de ella que hicieron que varias lágrimas cayeran por mis mejillas. No sabía dónde iría, no tenía a nadie, no sabía dónde ir, estaba simplemente perdida y para más remate se estaba haciendo de noche.

No sé cuánto camine, pero llegue hasta una pequeña cafetería con un cartel "Abierto 24 horas"

¡Vaya justo lo que necesitaba! Si tenía suerte podría pasar toda la noche aquí y buscar algo por la mañana. Una vez que entre el olor a comida hizo que me sonara el estómago tan fuerte que por un momento pensé que los demás lo habían escuchado, pero no. Las tres personas que habían en el lugar en ningún momento levantaron la mirada, ni siquiera cuando al abrir la puerta sonaba la campana, mejor para mí. Le sonreí a la señora detrás del mostrador, debía tener al menos unos cincuenta años, los años pasados se notaban en su cara, aunque yo debía verme peor en estos momentos.

-Siéntate donde quieras nena -me dice sonriendo, yo asiento y camino hasta la última mesa desocupada, es muy poco lo que se me ve, y es lo que necesito. Me dejo caer en la silla y me tapo la cara con mis manos, no puedo creer lo que ha pasado.

¡He matado a alguien!

Apenas tengo 17 años, no puedo ir a la cárcel.

Seguro mi mamá ya me denunció

Seguro ya me está buscando la policía

Quizás David sobrevivió y ahora me está buscando para matarme

Una fuerte punzada en la cabeza me saca de mis pensamientos, miró hacia la calle. Ya oscureció, y la gente camina tranquilamente hacia sus casas, a sus hogares, con sus hijos, madres, esposos, novios. Sin saber que detrás de este vidrio hay una persona que acaba de matar a alguien. ¿Por qué tuve que tener esta madre, esta vida? si la policía me atrapa me encerraran por matar a alguien que probablemente habría terminado matándome, como hacerles saber que digo la verdad, solo soy una adolescente a la que ni su madre defendería, por mi situación económica, simplemente cerraran mi caso y me enviaron a prisión.

No puedo más, dejó escapar un fuerte suspiro.

-Y ese suspiro querida, ¿un chico? -dice la señora del mostrador, pero ahora parada frente a mí, no digo nada, no sé qué decir tampoco y ella lo nota ¿qué vas a ordenar linda? -me remuevo incómoda, apenas tengo dinero, no puedo darme el lujo de gastarlo.

-yo no tengo dinero para ordenar -digo agachando la cabeza, rezando porque se vaya y pueda quedarme aquí.

Ella no dice nada, ni tampoco se va, cuando ya pienso que me va a echar y comienzo a agarrar mis cosas ella habla

-¿Qué te gustaría comer? -me pregunta, por un momento creo que no me escucho y la miro -¡yo invito! -me dice sonriendo para luego guiñarme un ojo, estoy a punto de decirle que no es necesario pero mi estómago vuelve a sonar mucho más fuerte, recordando que no he comido en bastante tiempo, ella levanta una ceja divertida, ¡gracias por tanto estómago!

-Solo un sándwich -le digo en voz baja, ella asiente y se va hacia el mostrador.

Me vuelvo a acomodar en el asiento, es muy duro, definitivamente estar toda la noche aquí, a la mañana siguiente me levantaré sin trasero, pero he dormido en situaciones peores, la clave es ser capaz de adaptarse a cualquier situación. Además no es como si fuera algo tan difícil, los seres humanos lo hemos venido haciendo desde que existimos.

Suena la campana de la puerta al abrirse, miro hacia la puerta y veo dos policías, se me hiela la sangre y por un momento siento que todo está pasando en cámara lenta. Ellos se acercan al mostrador y le muestran una foto a la señora, ¡mierda! es una foto mía de cómo hace dos años. ¡Ella me denunció! ¡la maldita denunció a su única hija!

Me puse roja, tenía rabia y pena, pero más rabia, ¿cómo podía haberme hecho eso? Me levante de forma tranquila y camine hacia el baño asustada, esperando que la señora no me delatara, pero ella no me conocía ¿por qué no iba a decirles que era yo?

Entre a un baño y cerré la puerta, esperando que en cualquier momento los policías entraran, pensando las miles de cosas que les diría para que no me arrestaran, pero sabía que no me creerían, esa mujer debe haberles dicho muchas cosas malas para que ellos se dieran el tiempo de buscarme. Porque cuando ocurrían asesinatos en nuestro barrio, que era bastante seguido, solo quedaban en eso, en muertes, a menos que hubiera algo más.

Odiaba a mi mamá.

Debí haberla matado a ella también.

La puerta del baño se abrió, entró alguien pero no dijo nada, me quedé tan callada que ni el sonido de mi respiración se escuchaba y esperaba a que mi estómago no se le ocurriera sonar ahora. ¡Por qué por dios que me lo saco!

-Sé que estás aquí, Aria -dice la voz, la reconozco, es la señora del mostrador, pero no digo nada -¡sal de ahí y cuéntamelo todo! -tengo miedo, quizás ella está ahí con los policías, ¡me va a entregar!

Me comienzan a sudar las manos, no sé qué hacer, yo no debería estar en esta situación, ¡por dios!

Un golpe en la puerta me saca de mis pensamientos asustándome.

-Aria, no están los policías aquí, ya se fueron -dice de forma más suave.

Salgo, me cruzó de golpe con mi reflejo en el espejo, estoy llorando y no me había dado cuenta. Llevo una de mis manos a mi cara para encontrarme con la humedad en mis mejillas. Estaba horrible, estaba herida, tenía heridas que ni aunque volviera a nacer se desaparecerían. Me habían abandonado y dañado tanto que no sabía cómo seguía viva.

-¡Mate a alguien! -digo casi en un susurro, ella se llevó una mano a la boca asustada-Tranquila, soy inofensiva cuando no me dañan -le digo.

            
            

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