Atrapado en su telaraña de manipulación
img img Atrapado en su telaraña de manipulación img Capítulo 5
5
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
Capítulo 16 img
Capítulo 17 img
Capítulo 18 img
img
  /  1
img

Capítulo 5

-Terminamos, Mateo. Se acabó -las palabras se desgarraron de mi garganta, crudas y ásperas.

No esperé una respuesta. Simplemente me di la vuelta y corrí, la imagen de su rostro asqueado grabada en mi memoria. De vuelta en mi dormitorio, bloqueé su número, sus redes sociales, cada rastro digital de él. Solo quería que desapareciera.

Entonces me golpeó la ira. Una furia ardiente y purificadora. Empecé a sacar cosas de mi clóset, de debajo de mi cama, cualquier cosa que me recordara a él. Su vieja sudadera, un boleto de concierto, la pequeña foto enmarcada de nosotros en nuestro primer aniversario. Las reuní todas, una pila de recuerdos destrozados, y marché hacia el bote de basura.

*¡No, Sofía! ¡No lo hagas! ¡Te arrepentirás!*, chillaron Las Voces, sus voces llenas de pánico. *¡Probablemente solo está confundido! ¡Te ama! ¡Esto es solo una pelea! ¡Todas las parejas pelean!*.

*Estás exagerando, Sofía. ¿Recuerdas todos los buenos momentos? ¿Todas las veces que te ayudó?*, intervino una voz, más suave, más insidiosa. *Él probablemente también tiene el corazón roto. ¡Ustedes están destinados a estar juntos!*.

*Piénsalo, Sofía. Es un genio. Probablemente no entiende estas cosas "emocionales". ¿Quizás Ximena fue quien lo besó? ¿Y él solo se quedó... pasmado? No es bueno con las señales sociales, ya sabes*. Otra voz racionalizó, pintando a Mateo como una víctima indefensa e inocente de su propia brillantez. *¡Y ya has terminado con él dos veces! Debe estar tan enojado y herido. Probablemente solo te está dando espacio, esperando a que te calmes y te disculpes*.

*¡Te necesita, Sofía! Puede parecer frío, pero en el fondo confía en ti, ¡su novia dulce y comprensiva! Solo está protegiendo su corazón. ¡Ve a hablar con él! ¡Discúlpate!*.

Su ruido era ensordecedor, un asalto implacable a mi mente ya fracturada. Mi mano se detuvo, flotando sobre el bote. Mis ojos se posaron en la pequeña pila de cartas dobladas, atadas con una cinta descolorida. Mis viejas notas de amor, intercambiadas en la prepa. Se las había dado hace años. ¿Por qué todavía las tenía?

Las recogí, mis dedos trazando las familiares curvas de mi propia letra. Mi corazón dio un vuelco extraño. En los márgenes, con una pulcra tinta roja, había correcciones. Faltas de ortografía, errores gramaticales, incluso algunas frases torpes reformuladas para mayor "claridad". Mis notas de amor. Corregidas. Por Mateo.

¿Cuándo había hecho esto? ¿Cuánto tiempo las había guardado, editando meticulosamente mis declaraciones de afecto? *¿Ves, Sofía? ¡Guarda todo lo que le das! ¡Atesora tus palabras, incluso si tiene que corregirlas gramaticalmente! ¡Es su forma de demostrar amor!*, se desmayaron Las Voces, interpretando su pedantería como devoción. *¡Probablemente las lee tarde en la noche, pensando en ti, su hermosa novia un poco menos que perfecta!*.

Entonces, mis ojos captaron una pequeña foto doblada dentro de una de las cartas. Era una foto espontánea que le había tomado en secreto durante una de nuestras sesiones de estudio en la prepa. Estaba encorvado sobre un libro de texto, con el ceño fruncido en concentración, ojeras oscuras bajo los ojos. Recuerdo haber pensado que se veía tan cansado, tan dedicado.

*¡Estaba trabajando tan duro, Sofía. ¡Por ti! ¡Probablemente estaba tan agotado porque se quedaba despierto toda la noche estudiando y dándote clases! ¡Puso tu futuro académico por encima de su propio sueño!*, arrullaron Las Voces, pintando un cuadro de sacrificio desinteresado.

Recordé cuánto batallé en la prepa. Mis padres habían contratado tutores, caros, pero nada funcionaba. Los números nadaban en la página, las palabras se torcían y giraban. Estaba reprobando. Mis sueños universitarios se desmoronaban. Entonces Mateo, el brillante chico de al lado, había intervenido.

-No eres tonta, Sofía -había dicho, su voz sorprendentemente suave-. Solo aprendes diferente. Déjame intentarlo.

Y lo hizo. Pacientemente me volvió a enseñar todo, encontrando nuevas formas de explicar, nuevos métodos para ayudarme a entender. Pasó horas, días, semanas, desglosando meticulosamente los conceptos, corrigiendo mis errores, empujándome cuando quería rendirme. Transformó esos confusos revoltijos de letras y números en algo que podía comprender. Cuando llegó mi carta de aceptación a la UNAM, realmente creí que finalmente había "abierto mi cerebro", que de repente me había vuelto más inteligente.

Ahora, mirando esas notas de amor corregidas, al chico cansado de la foto, una ola de calidez, mezclada con una profunda y dolorosa culpa, me invadió. No solo me había dado clases. Me había salvado. Había visto mis dificultades cuando nadie más lo hizo de verdad, cuando todos los demás se habían rendido. Cuando ni siquiera yo podía ayudarme a mí misma, él estaba allí.

                         

COPYRIGHT(©) 2022