El Sr. Halvorsen había declarado la victoria de Sigrid. Iricai era suya, pero el precio personal era altísimo.
LA REACCIÓN DE OLAV Y ALARIC:
Olav se puso de pie tan bruscamente que su silla se tambaleó. Su rostro estaba lívido, no por la derrota de Iricai, sino por el hecho de que su abuelo, Thormond, había sido superado por la astucia de Sigrid.
OLAV: (Dirigiéndose a Thormond, ignorando a Sigrid) ¡No puedes permitirlo, Padre! ¡Ella te ha manipulado! ¡Ha vendido su futuro por un contrato!
THORMOND: (Con voz cansada pero firme) El acuerdo fue mío. Y yo no rompo mi palabra. Ella cumplirá.
Alaric, más joven y menos político, simplemente se levantó y salió de la sala sin decir una palabra, incapaz de procesar que Sigrid había ganado con la rendición.
LA ADVERTENCIA PRIVADA DE THORMOND:
Mientras Astrid comenzaba a asegurar los documentos de Iricai, Thormond se acercó a Sigrid. Ella se mantuvo erguida, esperando el golpe final.
THORMOND: (Acercándose a ella, su voz baja, solo para ella) Ganaste Iricai, niña. Pero te has encadenado a una promesa que no puedes romper sin perder todo lo que te queda. Te casarás, y será un infierno. Pero recuerda esto: si en el momento en que te cases, veo una pizca de amor, de afecto genuino, o si te atreves a traicionar la confianza de la familia por esa unión... te desheredo inmediatamente. Tu esposo será mi herramienta, no tu compañero. ¿Entendido?
SIGRID: (Su mirada fija en la suya, sin parpadear) Entendido, Abuelo. Será una alianza. Nada más.
Sigrid ha ganado el negocio, pero ha aceptado un matrimonio forzado bajo la amenaza de desheredación inmediata si muestra afecto.
Sigrid se mantuvo firme mientras Thormond terminaba su advertencia sobre el matrimonio forzado. El aire entre ellos era denso, cargado con décadas de expectativas y resentimiento no expresado.
SIGRID: (Su voz era baja, pero resonaba con la fuerza de una verdad oculta) Y si el matrimonio con la abuela fue un infierno, Abuelo, ¿por qué esperas que yo acepte el mismo destino solo para asegurar tu legado?
El impacto de la pregunta fue inmediato. Thormond se quedó paralizado, su rostro, habitualmente pétreo, mostró una grieta de vulnerabilidad. La Madre Bjornnsdottir, que había permanecido en silencio, giró la cabeza bruscamente hacia su esposo, como si Sigrid acabara de desenterrar un secreto de hace cincuenta años.
THORMOND: (Su voz apenas un murmullo, mirando hacia otro lado) Eso no es asunto tuyo.
SIGRID: Es mi asunto si me estás pidiendo que repita el sacrificio. Si tu matrimonio fue una prisión, no tienes derecho a juzgar mi elección de ser libre. Yo aseguro Iricai. Yo cumplo la condición. Pero no voy a fingir que es amor.
Astrid, la observadora silenciosa, anotó rápidamente en su tableta, reconociendo que Sigrid no solo había ganado el negocio, sino que había abierto una brecha profunda en la narrativa familiar de Thormond.
Sigrid ha ganado la votación de Iricai y ha forzado a Thormond a aceptar su matrimonio arreglado, mientras lo confronta sobre la infelicidad de sus propios padres.
La declaración de Astrid resonó con la autoridad de quien ya había ganado la guerra de poder. Thormond asintió, satisfecho de que su nieta no pudiera elegir un marido sin peso político. Olav, aunque derrotado en Iricai, vio en esta maniobra una victoria parcial: Sigrid estaba ahora bajo el yugo de una alianza forzada.
ASTRID: (Dirigiéndose a Sigrid con una sonrisa tensa) Mañana al mediodía, te presentaré al primero de la lista. El Sr. Bjorn Magnusson, primogénito del Clan Magnusson del Norte. Es ambicioso, tiene control sobre los astilleros y su familia ha sido leal a este Consejo por tres generaciones. Un matrimonio con él consolidaría nuestra posición en el sector marítimo.
Sigrid sintió un frío recorrer su espalda. Había luchado para evitar un matrimonio sin amor, solo para que le impusieran uno con un hombre que era la encarnación misma de la política corporativa: un peón bien pulido.
SIGRID: (Con voz monótona) ¿Y si no me gusta?
ASTRID: (Su sonrisa se endurece) No es una cuestión de "gusto", Sigrid. Es una cuestión de supervivencia y de asegurar que Iricai no sea desmantelado por Olav mientras tú estás ocupada con tu vida personal. Él es un socio de negocios con un anillo. Cumple tu promesa, y yo me encargaré de que el hombre sea tan útil como sea posible.
La Madre Bjornnsdottir se levantó, su rostro impasible.
MADRE BJORNNSDOTIR: Que así sea. Astrid, asegúrate de que el contrato prematrimonial sea impecable.
Sigrid ha ganado Iricai, pero ahora está obligada a someterse a un proceso de selección de esposo orquestado por Astrid y Thormond, comenzando con Bjorn Magnusson.
Y si no es de tú " gusto " tengo una lista
Clan Hrafnsson (Hijos del Cuervo negro): Sugiere astucia y visión estratégica tienen un joven de 35 años se llama Andrew y sabes de el salio en Forbes la semana pasada posible director de una empresa Fourting 500
Clan Járnheim (Del Hierro): Implican control sobre la industria pesada o la forjan carácter y y fuerza a los que les contradigan su chico se llama Sage es un chico de 29 años y digamos que sale casi todo el tiempo en las noticias por sus alborotos.
Clan Skjöldr (El Escudo): Sugiere lealtad inquebrantable y protección militar/corporativa tienen a su prospecto llamado Torvin es un chico digamos ínteresante pues es un hijo de mamá
Clan Ulfrsson (Hijo del Lobo): Un nombre que podría generar tensión, dado el contexto de Leiv y Wolf Industries.
-No me acercaré a ese tipo sabes que estoy en guerra con Wolf Industries y lo sabes Astrid.
Astrid acababa de anunciar la cita con Bjorn Magnusson, sellando el primer paso hacia el matrimonio político de Sigrid. Justo cuando Sigrid iba a responder, Thormond intervino, su voz recuperando su autoridad después de la breve vulnerabilidad que Sigrid le había expuesto.
THORMOND: (Dirigiéndose a Astrid, ignorando el intento de Sigrid de debatir) Astrid, tu lista es demasiado corta. Añade a los Lobos Negros.
Astrid frunció el ceño, pero asintió. El Clan Ulfrsson, los "Lobos Negros", eran conocidos por su ferocidad en las negociaciones y su historial turbio, pero su lealtad al Consejo era incuestionable.
THORMOND: (Girándose hacia Sigrid, con una mirada penetrante) Y en cuanto a ti, Sigrid. No olvides tus prioridades. Había asuntos pendientes antes de esta farsa de sucesión.
SIGRID: (Confundida) ¿A qué te refieres, Abuelo?
THORMOND: Me refiero a Leiv Wolf. Tú conocías a ese chico. Tuvisteis tratos antes de que él se convirtiera en el dueño de Wolf Industries. Era unos años mayor que tú, ¿no es así? Un niño ambicioso que siempre estuvo en la órbita de nuestras operaciones. Si vas a casarte por conveniencia, al menos considéralo. Él es un poder en ascenso y conoce los viejos códigos.
La mención de Leiv la tomó por sorpresa. Era cierto; habían tenido tratos menores en el pasado, transacciones que ella consideraba cerradas. Que Thormond lo recordara, y lo pusiera en la mesa como un posible esposo, era una jugada calculada para desestabilizarla.
Thormond ha insertado a los "Lobos Negros" (Clan Ulfrsson) en la lista de pretendientes y ha sacado a la luz la conexión pasada entre Sigrid y Leiv Wolf, sugiriendo que Leiv podría ser una opción matrimonial.
El rostro de Thormond se endureció al instante. Había permitido que ella ganara Iricai, había aceptado su jugada maestra, pero no toleraría la insubordinación en la elección de su cónyuge político.
SIGRID: (Con una intensidad repentina, mirando a Thormond) ¡Odio a ese del Clan de los Lobos Negros, Abuelo! No me casaré con uno de ellos.
THORMOND: (Su voz es un trueno contenido) ¡Tú no eliges, Sigrid! Tú cumples. Si no te gusta Magnusson, entonces la siguiente cita es con el candidato de los Hrafnsson, y luego con el de los Járnheim, y luego con el que Astrid designe de los Ulfrsson. ¡Tu palabra fue clara!
Astrid intervino rápidamente para evitar que Thormond se descontrolara emocionalmente, manteniendo el enfoque en la logística.
ASTRID: (A Sigrid, con frialdad) Sigrid, tu aversión por el Clan Ulfrsson es conocida, y por eso Thormond lo sugirió como un castigo potencial. Sin embargo, el Sr. Magnusson es mañana a mediodía. Él no es un Ulfrsson. Él es un Magnusson. Si deseas demostrar que puedes manejar esto con madurez y asegurar Iricai, te presentarás ante él. Si no te presentas, consideraremos que has violado los términos de tu acuerdo de sucesión.
La presión es máxima. Sigrid ha ganado el negocio, pero ha caído en la trampa de un matrimonio forzado, y ahora se enfrenta a su primera prueba: una cita de negocios con Bjorn Magnusson.
Las palabras de Olav, dichas con una falsa capa de preocupación fraternal, resonaron como una sentencia. Si Sigrid se negaba a reunirse con Magnusson, Thormond podría revocar su victoria sobre Iricai, argumentando que ella no estaba dispuesta a cumplir las condiciones asociadas a la misma. Iricai, que ella sentía ya como suya, se convertiría en la moneda de cambio por su desafío.
OLAV: (Con una sonrisa apenas contenida) No te puedes echar atrás, hermana. O podrías dejarle al abuelo tu industria como perdón por meterte en su tiempo, ¿como dijiste, vale oro no? No creo que quieras renunciar a Iricai por un simple capricho.
Sigrid miró a Olav, luego a Astrid, cuya expresión era de advertencia pura. El valor de Iricai era incalculable; era el futuro que ella había luchado por asegurar. Renunciar a él por un arranque de orgullo ante un hombre que ni siquiera conocía sería la derrota más estúpida de su vida.
SIGRID: (Respirando hondo, su voz firme a pesar de la furia interna) No me echaré atrás. Iré a la cita con Magnusson.
Astrid asintió, satisfecha. Thormond se relajó, viendo que la disciplina había regresado a la línea sucesoria.
ASTRID: Excelente. Mañana a mediodía. Te enviaré los detalles de su perfil completo esta noche.
Sigrid ha decidido asistir a la cita con Bjorn Magnusson para asegurar Iricai, a pesar de su aversión al matrimonio arreglado.
Si me casó pasarán cosas hermano.
El silencio en la sala de cristal era absoluto, roto solo por el sonido de la pluma del Sr. Halvorsen al presionar sobre su portapapeles. Olav y Alaric miraban al abogado con desesperación, mientras Thormond se debatía entre la rabia y el reconocimiento de haber sido superado.
SR. HALVORSEN (Abogado del Consejo): (Aclarándose la garganta, leyendo de sus notas) En virtud de la aceptación pública e incondicional por parte de la Sra. Sigrid Bjornsdottir de las condiciones de sucesión establecidas por el Presidente Thormond Bjornsdottir -específicamente, el compromiso matrimonial antes de los treinta años-, se activa la cláusula de transferencia de control.
Hizo una pausa, y su mirada se dirigió a Thormond.
SR. HALVORSEN: Por lo tanto, el voto del Presidente Thormond emitido previamente como "En Contra" de la adquisición de Iricai queda anulado por conflicto de interés inmediato y activación de la cláusula de sucesión. El recuento legal se restablece al momento anterior a su voto decisivo.
El Consejo se quedó en un conteo de 2 a 2 (Sigrid y Brynjar a favor; Olav y Alaric en contra).
SR. HALVORSEN: En caso de empate en una votación de adquisición, el procedimiento establece que la decisión recae en el miembro del Consejo con mayor participación accionaria no ligada a las facciones en disputa. En este momento, esa posición la ocupa la Sra. Madre Bjornsdottir.
MADRE BJORNNSDOTIR: (Se levanta lentamente, mirando a Sigrid con una mezcla de decepción y respeto frío) Mi voto es... A Favor de la adquisición de Iricai.
SR. HALVORSEN: Con el voto de la Sra. Madre, el resultado final es: 3 a Favor (Sigrid, Brynjar, Madre) y 2 en Contra (Olav, Alaric). La adquisición de Iricai es APROBADA.
La Madre asiente a Sigrid, un gesto que vale más que mil palabras. Sigrid ha ganado Iricai, pero ha vendido su libertad personal para lograrlo.
Sigrid ha asegurado Iricai y ha forzado el inicio de su propio matrimonio arreglado.
Eso escribió el Abogado así que Cállate.
Sigrid se había resignado a asistir a la cita con Magnusson, pero su último recurso fue invocar lo antiguo para evadir lo moderno.
SIGRID: (Mirando a Astrid con desafío) La cita entonces es mañana, sí. Pero no tengo tiempo para revisar perfiles corporativos. Traigan a Nana. Ella lee las Runas y nos dirá lo que necesitamos saber.
El aire se congeló. Astrid, que había estado revisando los datos de Magnusson, levantó la vista con una expresión de incredulidad helada.
ASTRID: (Con voz cortante) ¡Absolutamente no! Nana no está en esta sala por una razón, Sigrid. Esto no es un asunto de presagios; es la adquisición de Iricai y tu futuro financiero lo que está en juego. No vamos a tomar decisiones de alianza basadas en palos tallados. Tú te reunirás con Bjorn Magnusson, y te prepararás con la información que te envié.
THORMOND: (Interviniendo, aunque con menos firmeza que Astrid) Astrid tiene razón. El tiempo de las Runas para las decisiones de Consejo terminó hace décadas. Si quieres mantener Iricai, usa tu cabeza, no la suerte.
SIGRID: (Murmurando, derrotada) Entonces, ¿no hay lugar para la sabiduría ancestral?
ASTRID: (Terminando el tema) Hay lugar para el control. Y el control ahora reside en la información que te he proporcionado. Prepárate para mañana.
Sigrid ha sido forzada a aceptar la cita con Bjorn Magnusson y a prepararse utilizando la información proporcionada por Astrid, casi renunciando al recurso de Nana y las Runas.
La firmeza de Astrid al negar la intervención de Nana se desvaneció ante la inesperada decisión del patriarca.
THORMOND: (Mirando a Astrid, su voz recuperando un tono de autoridad ancestral) Astrid, basta. He sido claro sobre la necesidad de asegurar Iricai, pero no soy un necio. Hay sabiduría que el acero y los contratos no pueden replicar. Si Sigrid siente que necesita consultar a Nana para afrontar esto, que lo haga. La Nana lee las runas y es la mejor. Estoy de acuerdo con Sigrid.
Astrid se quedó inmóvil, su planificación meticulosa desbaratada por una decisión emocional del anciano. Olav y Alaric intercambiaron miradas de confusión: ¿Por qué el abuelo pondría en riesgo la preparación práctica por una consulta mística?
ASTRID: (Forzando una reverencia tensa) Como ordene, Thormond. Llamaré a Nana de inmediato. Pero que quede claro: esto es una consulta, no una estrategia.
Thormond ha cedido y ha permitido que Nana sea llamada para leer las Runas, posiblemente para contrarrestar la influencia de Astrid o porque él mismo siente la necesidad de una guía más antigua antes de que Sigrid se reúna con Magnusson.
Astrid, humillada por la revocación de su autoridad ante Thormond, intentó replicar, pero el patriarca la cortó con una ferocidad que no se había visto desde la disputa por Iricai.
THORMOND: (Dirigiéndose a Astrid, su voz áspera y cargada de resentimiento pasado) ¡Pero nada! ¿"Pero papá"? ¿Cómo crees que accedí a casarme con tu madre?
Thormond golpeó la mesa con el puño, haciendo vibrar los vasos.
THORMOND: ¡Por poco me caso con una pueblerina sin apellido, Astrid! Una mujer que, por lo que se sabe, solo tenía un "respaldo de caderas" y nada más. ¡Yo sacrifiqué mi deseo por el bien del clan! Así que no me vengas con tus listas corporativas y tus agendas frías. Si Nana puede ofrecernos una visión que evite un error político peor que el que yo cometí, ¡la consultaremos!
Astrid se quedó pálida. La mención de su madre, y la crudeza con la que Thormond describió su propia unión arreglada, fue un golpe directo a su propia visión del orden y la conveniencia. Ella se encogió, reconociendo que había perdido la batalla de voluntades.
ASTRID: (En voz baja) Entendido, Padre. Llamaré a Nana.
Thormond ha reafirmado su dominio y ha permitido la intervención de Nana para leer las Runas antes de la cita de Sigrid con Magnusson.
Justo cuando Thormond había silenciado a Astrid y se preparaba para enviar a buscar a Nana, la puerta de la sala se abrió con fuerza. No era Nana. Era Leiv Wolf, vestido impecablemente, con una expresión de fría superioridad que eclipsaba la tensión previa.
LEIV WOLF: (Su voz resonó, cortando el aire denso) ¡Ahora hablo yo! Abuelo, no quiero una lectura de Runas. No necesito casarme. ¡Si tú lo necesitas, por Odín, estás más solo que la historia!
El silencio que siguió fue ensordecedor. Astrid y Olav estaban petrificados. Sigrid, aunque sorprendida, sintió una oleada de adrenalina al ver a Leiv tomar el control de la situación que ella misma había iniciado. Thormond, sin embargo, se puso de pie lentamente, su rostro una máscara de furia contenida.
THORMOND: (Con voz peligrosamente baja) ¿Cómo te atreves a entrar en mi sala, muchacho?
LEIV WOLF: (Avanzando un paso) Me atrevo porque tú me mencionaste. Me atrevo porque la nieta caprichosa de uno de tus amigos del milenio antiguo se tenga que casar no seré su respaldo.
Sigrid, es la única persona en esta sala con una visión real, y tú estás tan ciego por el poder que la estás empujando a un matrimonio estéril. Yo no necesito casarme con nadie para tener influencia, y ella no necesita casarse conmigo para asegurar Iricai. Pero si ella necesita un respaldo que no sea un Magnusson de pacotilla, aquí estoy.
Leiv miró a su abuelo y por un instante, la tensión entre ellos no fue de conflicto, sino de una alianza forzada y no declarada iré pero me llevo mi auto.
Al día siguiente
En medio del silencio atronador provocado por la revelación de Elara (Nana), Leiv Wolf fue el primero en romper la parálisis. Su enfoque inmediato en el poder y los activos demostró que, para él, el matrimonio era secundario a la alianza de negocios.
Leiv se movió con una gracia depredadora, ignorando a Thormond y a su recién revelada abuela. Sus ojos recorrieron la sala, deteniéndose en los planos y documentos que Astrid había distribuido sobre la gran mesa de roble, documentos que ahora parecían pertenecerle tanto como a Sigrid.
LEIV WOLF: (Dirigiéndose directamente a Sigrid, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos) Veo que el ambiente está... tenso. Pero antes de que Nana nos dé más lecciones de historia familiar, curiosidad rápida, Sigrid.
Señaló los documentos dispersos, que representaban la estructura de Iricai.
LEIV WOLF: Todo esto, la empresa que te ha costado tanta lucha... ¿es realmente tuya ahora? ¿O es solo otra joya que te prestan hasta que el Abuelo decida cambiarte de collar?
Elara (Nana) observó la interacción con una expresión indescifrable. Astrid se enderezó, lista para defender la legalidad de la posesión de Sigrid, pero se detuvo, esperando la respuesta de su sobrina.
Leiv Wolf ha puesto el foco nuevamente en Iricai y la validez de la posesión de Sigrid, justo después de que su destino matrimonial quedara sellado.
El silencio sofocante de la revelación de Elara fue roto por la inquebrantable confianza de Leiv Wolf.
LEIV WOLF era la encarnación del poder moderno mezclado con una herencia indomable. Alto, fácilmente superando el metro noventa, su estructura era ancha y atlética, vestida con trajes de corte impecable que no podían ocultar la fuerza de un vikingo. Su cabello, de un rubio ceniza oscuro, estaba peinado con una precisión que rozaba lo descuidado, enmarcando unos pómulos afilados. Sus ojos, de un gris acerado, eran lo más llamativo; portaban la inteligencia fría de un CEO y la intensidad de un guerrero. Era, sin duda, sexy en la forma en que solo el poder absoluto y la conciencia de su propia valía pueden hacer a un hombre.
Se mantuvo firme, esperando la respuesta de Sigrid sobre Iricai, sin inmutarse por la presencia de su recién revelada abuela o la furia contenida de Thormond.
LEIV WOLF: (Repitiendo su pregunta, su voz ahora más suave, más íntima, dirigida solo a Sigrid) ¿Es tuya, Sigrid? ¿O solo eres la guardiana hasta que el Abuelo decida que otro hombre la necesita más?
Astrid estaba a punto de intervenir, pero Sigrid se adelantó.
SIGRID: (Con una nueva firmeza, mirando a Leiv por encima de los documentos) Es mía. Y si el destino me no me de atar a ti, Leiv, entonces Iricai será nuestra fortaleza, no una joya para ser transferida. No soy una pueblerina, ni una posesión.
La audacia de Leiv Wolf al desafiarlo había forzado a Thormond a un movimiento desesperado y arriesgado, mezclando la tradición que Astrid despreciaba con la política que él mismo había impuesto. Thormond se dirigió a Leiv, utilizando un término que resonó con una mezcla de desprecio y reconocimiento.
THORMOND: (Mirando fijamente a Leiv) Hijo, quieres jugar al destino, pues juguemos tú abuelo te mandó aquí para una lectura. No necesito tus respaldos, necesito certeza. Quiero que te lean las Runas. Si coinciden, tú y Sigrid se casan. ¡Será un matrimonio de poder, no de afecto! Pero si no coinciden, si el destino dice que no, entonces Sigrid se casa con el Magnusson que tanto odias. ¿Está bien?
Leiv Wolf se quedó quieto. El destino, o la suerte, era una moneda que él rara vez apostaba, pero la alternativa era ver a Sigrid casada con el frío Bjorn Magnusson, un resultado que él también quería evitar.
LEIV WOLF: (Una media sonrisa tensa) Acepto el juicio, Abuelo. Llama a Nana.
Astrid y Olav se miraron, sabiendo que el futuro de Iricai y el matrimonio de Sigrid se decidirían en el próximo instante por el azar místico.
Thormond ha establecido un ultimátum: Si las Runas son favorables entre Leiv y Sigrid, se casan; si no, Sigrid se casa con Bjorn Magnusson.
El anuncio de Leiv y la confirmación de las Runas habían dejado a Thormond en una posición inexpugnable, pero el verdadero golpe estaba por venir. Nana, con su trabajo terminado, comenzó a recoger las piedras con movimientos lentos y deliberados.
ASTRID: (Dirigiéndose a Nana, con una mezcla de respeto forzado y desdén) Gracias por tu tiempo, Nana. El destino ha hablado.
NANA: (Sin mirar a Astrid, sino directamente a Thormond) El destino siempre habla, Thormond. Solo que tú tardaste décadas en escucharme la primera vez.
En ese momento, todos en la sala se petrificaron. Olav abrió la boca, pero no salió sonido. Astrid se quedó rígida, su rostro reflejando una comprensión aterradora.
SIGRID: (Confundida, mirando de Nana a su abuelo) ¿Qué...?
THORMOND: (Su rostro se tornó ceniciento, su voz apenas un siseo) Cállate, Elara.
NANA (ELARA): (Ignorándolo, su voz ahora clara y llena de vieja autoridad) No soy solo la lectora de runas, Astrid. Soy Elara la ex de tu abuelo. Iba a ser tu abuela pero, Thormond, antes de que eligiera el acero y el oro por encima de mí eligió él. Tú elegiste el clan y el poder, y por eso me fui. Ahora, tu nieta se casa con el hombre que el destino que quieres ha elegido para ella.
El silencio era absoluto. La mujer que acababa de dictar el futuro matrimonial de Sigrid era la ex esposa de Thormond, la madre que Astrid había crecido sin conocer completamente.
La matriarca del clan, Elara (Nana), es la ex esposa de Thormond, y su intervención no fue solo profética, sino personal.
No me casaré si no es parcial dijo Leiv.
Ni yo arruinare mi vida por una mala lectura de Runas.
Ofendido no me siento- soltó Leiv Wolf asotar la puerta para irse. -Esta es la cosa Sigrid ¿cierto? Si las Runas son lanzadas y nos casamos no he de atarte a mi, seria algo que por lo que se no conoces Amor.