Capítulo 5 En el amor y la Guerra.

El umbral de la industria de Sigrid no era una simple puerta, sino una declaración de poder forjada en piedra y cristal.

Al acercarse, el aire frío de la montaña se mezclaba con el olor acre y la manzanilla de la fundición y la máquina de té. El camino de grava daba paso a un pavimento de basalto negro, inmaculado a pesar del tráfico constante de carros pesados.

Dos gigantescos pilares de granito gris, más altos que cualquier torre de vigilancia que hubieras visto, flanqueaban la entrada principal. En la cima de cada pilar, grabada en el metal oscuro, se encontraba la El Cuervo Negro de Thormond, sus ojos hechos de obsidiana pulida que parecían absorber la poca luz del día.

Más allá de la entrada, el sonido era un rugido controlado: el golpeteo rítmico de los martillos neumáticos y el silbido constante del vapor indicaban una maquinaria operando con una eficiencia despiadada. No había caos; había orden absoluto.

A diferencia de otras fortalezas, no había soldados ostentosos. En su lugar, patrullaban figuras vestidas de negro, silenciosas y eficientes, sus movimientos tan precisos como los engranajes de las máquinas que custodiaban. Este era el dominio de Sigrid: fuerza industrial, control total.

Leiv atraviesa el vestíbulo de acero pulido. Sigrid no está en su escritorio, sino de pie junto a un enorme ventanal que da a la planta de producción. Ella está examinando unos planos, con un chaleco de cuero sobre su ropa de trabajo, la imagen de la autoridad absoluta.

Al escuchar los pasos de Leiv, ella no se sobresalta. Lentamente, gira la cabeza. Sus ojos, en la luz fría que se filtra desde el exterior, son exactamente como Leiv los describió: azul glacial que se torna grisáceo.

SIGRID THORMOND: (Su voz es tranquila, pero corta el ruido de la fábrica) Esperaba a tu abuelo, Leiv. O quizás a tu padre. No a ti, el que se fue sin decir adiós.

LEIV (Tu acción, guiado por la estrategia combinada):

Leiv avanza unos pasos, deteniéndose justo donde el silencio de la oficina se impone al ruido de la industria. No se disculpa, sino que establece su presencia.

"Mi partida fue necesaria, Sigrid. Pero mi regreso no lo es. He venido a asegurarme de que nuestra alianza no se construya sobre cimientos podridos. El acuerdo con Magnusson es un veneno para Iricai y para lo que sea que tú y yo representemos. Quiero que se anule antes de que hablemos de anillos o votos."

Leiv la mira fijamente, manteniendo la intensidad sin caer en la súplica. El misterio es que está dispuesto a irse de nuevo si no consigue lo que quiere.

SIGRID THORMOND: (Una leve sonrisa se dibuja en sus labios, evaluando si Leiv está jugando o hablando en serio) ¿Y si no estoy de acuerdo, Leiv? ¿Qué harás entonces? ¿Te irás a llorar por unos ojos que no te corresponden?

Leiv Wolf adoptó el tono más serio posible, dejando de lado el misterio para apelar directamente al núcleo de la identidad de Sigrid como líder de Iricai.

LEIV: "No se trata de mis ojos, Sigrid. Se trata de la palabra de tu padre y de la seguridad de tu gente. No permitas que Magnusson te arrastre hacia la ruina."

Sigrid Thormond se quedó inmóvil. La mención del honor de su padre y la seguridad de su gente pareció golpear un punto sensible. Su expresión se endureció, pero la sonrisa juguetona desapareció por completo.

SIGRID THORMOND: (Su voz era ahora tan fría como el acero que producían) No me subestimes, Leiv. Sé exactamente lo que Magnusson representa. Pero sé también que un líder necesita aliados, incluso si son desagradables. Mi padre lo sabe.

Ella dio un paso hacia él, invadiendo su espacio personal.

SIGRID THORMOND: Si quieres que anule el acuerdo, tienes que ofrecerme algo más que advertencias vagas sobre 'amenazas' o apelar a un honor que tú mismo pusiste en duda al marcharte. Dime, Leiv de los Lobos Negros: ¿Qué ofreces tú a Iricai que sea más valioso que la estabilidad que Magnusson nos promete ahora?

El corazón de Leiv, obstinado y guiado por la intensidad de su encuentro, toma el control. Ha escuchado la advertencia de su abuelo, pero el desafío de Sigrid lo empuja hacia el riesgo más grande.

LEIV: (Con una intensidad que sorprende a Sigrid) "Mi corazón dice que no podemos esperar. Si quieres una alianza, la tendrás. Me casaré contigo, Sigrid. Ahora. Pero hay una condición que sellará este pacto de verdad: el contrato con Magnusson debe ser destruido en la ceremonia. Que sea la primera y última ley de nuestro matrimonio: la lealtad a Iricai antes que a viejos tratos."

Sigrid lo mira fijamente. Este movimiento es audaz, casi suicida en términos políticos, pero es la prueba de fuego que el Patriarca temía. Si Leiv está dispuesto a comprometerse tan rápido, su necesidad de asegurar Iricai es genuina.

Ella sonríe, una sonrisa genuina y peligrosa, la primera que Leiv ve.

SIGRID THORMOND: (Se acerca y pone una mano firme sobre el pecho de Leiv) Eres un hombre de pasiones extremas, Leiv Wolf. El Patriarca te teme, y yo... yo estoy intrigada. Aceptar casarse sin negociar los términos del poder es una locura, pero la condición... la quema del contrato de Magnusson... eso es una declaración de guerra contra él.

SIGRID THORMOND: Acepto el matrimonio inmediato. Pero si quemamos ese papel, Leiv, no habrá vuelta atrás. Tú serás mi esposo, y yo seré tu única autoridad en Iricai. Si esto es un truco, haré que desees haber elegido la guerra.

Ella se aleja y se dirige a un comunicador de latón en su escritorio.

SIGRID THORMOND: (Hablando al comunicador) Preparen la capilla. Que Astrid y el Anciano Thormond sean notificados. El matrimonio será esta noche.

Leiv Wolf decidió que antes de vestirse de novio, debía asegurar el apoyo (o al menos la neutralidad) de la matriarca Thormond. Sabiendo que Astrid es la guardiana de las leyes y los antiguos pactos, su aprobación era crucial para que la quema del contrato no desencadenara una rebelión interna.

Leiv se dirigió a las cámaras privadas de Astrid, un área más sobria y tradicional que la zona industrial de Sigrid. Astrid estaba sentada en una sala de estudio, rodeada de pergaminos y sellos de cera. Al ver a Leiv, su rostro se contrajo en una expresión de fría desaprobación.

Freya THORMOND: (Con voz cortante) Pensé que te habías ido de la casa, Leiv. Ahora regresas para interrumpir el orden con una boda de última hora y un desafío directo a un aliado poderoso. ¿Qué te ha prometido Sigrid para que actúes con tal imprudencia?

LEIV (Tu acción): Leiv debe ser directo, apelando a la ley y al futuro del clan por encima de la política actual.

"No es Sigrid quien me ha presionado, Anciana. Soy yo quien exige la anulación del trato con Magnusson. Este acuerdo es una atadura que debilitará a Thormond en el futuro, y no permitiré que mi esposa, ni nuestro linaje, se vean comprometidos por un hombre que ya está buscando otras oportunidades. Quemo ese contrato esta noche como prueba de que mi lealtad es a Iricai, no a viejos favores. Si tú, como guardiana de la ley, lo permites, el clan se mantendrá unido. Si te opones, serás cómplice de la ruina."

Leiv reconoció la necesidad de la prueba. Freya no se movería por una simple promesa; necesitaba ver la estrategia de un líder, no solo la pasión de un novio.

LEIV: (Su voz se vuelve grave y táctica, dejando atrás la emoción) "No soy un títere, Anciana. Soy un estratega. Si Magnusson ataca después de la ceremonia, significa que su ambición es más grande que su respeto por Thormond, y eso es algo que debemos erradicar de inmediato.

Sigrid está ajustando un broche en su uniforme de cuero, con una expresión de concentración absoluta.

SIGRID THORMOND: (Sin levantar la vista) Tu abuela ha cedido. Eso es un milagro político. Pero no te equivoques, Leiv. No te conozco. No sé cómo tomas tu café, ni qué te hace reír, ni qué temes realmente. Y tú quieres que confíe mi futuro y el de Iricai a un hombre que me propone matrimonio en menos de una hora.

Ella finalmente levanta la mirada, sus ojos grises/azules fijos en él.

SIGRID THORMOND: Has ganado la batalla política. Ahora, en el altar, tienes que ganar la batalla personal. Si vas a quemar el contrato de Magnusson, quiero que sea porque es lo correcto para mí y para mi gente, no solo porque tu abuelo lo quiere.

SIGRID THORMOND: Dime algo ahora mismo. Algo que no sea estrategia. ¿Qué es lo primero que harás después de que ese papel se convierta en cenizas? Quiero una respuesta que no sea para el Patriarca.

El momento crucial está a punto de llegar. La boda es inminente y la anulación depende de la sinceridad de Leiv en este instante.

Leiv vio la oportunidad en el desafío de Sigrid. No era solo responder; era demostrar que la había estado observando, incluso en su ausencia.

LEIV: (Una sonrisa genuina, pero controlada, cruza su rostro. Se inclina levemente) "Tienes razón, Sigrid. No tomo café. Prefiero el té, como tú. Y lo primero que haré después de que esas cenizas vuelen, será aprender el nombre exacto de esa mezcla que bebes aquí, y asegurarme de que nunca falte en nuestra mesa."

Sigrid parpadeó. La información sobre el té era un detalle que ella solo compartía con su círculo más íntimo, o que se notaba al servirle. Leiv no solo le había dado una respuesta personal, sino que había demostrado que su atención hacia ella era más profunda de lo que sus acciones sugerían.

SIGRID THORMOND: (Su voz se suaviza apenas un grado, pero el cambio es monumental) Eres un hombre de sorpresas, Leiv Wolf. Un hombre que recuerda detalles incluso cuando está huyendo.

Sigrid se quedó en silencio por un momento. La verdad, cruda y sin adornos, resonó más fuerte que cualquier retórica. Él había sido honesto sobre su torpeza, justificando su método con una devoción que no podía expresar con palabras.

SIGRID THORMOND: (Ella extiende una mano y toca suavemente el rostro de Leiv, un gesto íntimo y protector) Eres un enigma, Leiv Wolf. Un hombre que usa espías para saber si prefiero el té, pero que luego quema su única garantía política por un presentimiento.

Ella retira la mano y se gira hacia el Anciano Thormond, quien ahora luce aliviado.

SIGRID THORMOND: Abuelo, el juramento está hecho. El contrato está quemado. Leiv Wolf es mi esposo.

El Anciano Thormond, todavía visiblemente afectado por la audacia de la quema del contrato, se acerca a Leiv mientras Sigrid y él se preparan para salir de la capilla. Su voz es baja, pero cargada de advertencia y desconfianza.

ANCIANO THORMOND: (A Leiv) "Has quemado un tratado que aseguraba la paz comercial. Has forzado la mano de mi nieta. No te equivoques, muchacho. Si crees que tu matrimonio te da derecho a las empresas de Iricai, te equivocas. ¿Entonces quieres mis empresas?"

Leiv, con Sigrid a su lado, se vuelve hacia el Anciano. Su tono es firme, el de un líder que acaba de asegurar su posición, no el de un suplicante.

LEIV: (Mirando al Anciano directamente) "No quiero tus empresas, Patriarca. Quiero que Iricai sobreviva a la represalia que viene en las próximas horas. Mi única ambición ahora es asegurar los puntos de control logístico que le dan poder a esta ciudad, tal como acordamos con Sigrid. No busco riqueza personal; busco estabilidad para mi esposa y para el linaje que acabamos de fundar."

SIGRID THORMOND: (Interviene, apoyando a Leiv ante su abuelo) "Abuelo, el Plan Yunque es nuestra prioridad. Si Magnusson corta el suministro de hierro, no habrá empresas que heredar. Leiv está asegurando nuestra base de operaciones. Es la única jugada sensata."

El Anciano asiente lentamente, aceptando la lógica militar por encima de la política de propiedad, por el momento.

ANCIANO THORMOND: "Que así sea. Pero recuerda, Leiv, la seguridad de la fundición es tu responsabilidad ahora. Si Magnusson se mueve, quiero que seas tú quien lo detenga, no Sigrid."

Sin perder un instante, Leiv se dirige a sus cincuenta hombres leales, que esperan cerca de la salida de la fortaleza. Él les da las órdenes concisas y brutales que había planeado.

LEIV: "¡Nos movemos ahora! Puntos de control de hierro y carbón. Si hay resistencia, no negocien. Neutralicen a los líderes y aseguren los pozos. ¡No permitiremos que Iricai se ahogue en su propia oscuridad!"

El grupo se dispersa rápidamente por las arterias industriales de la ciudad. Leiv y un pequeño destacamento se dirigen al principal almacén de carbón, un punto vital que se encuentra en las afueras de la zona industrial.

Al llegar, encuentran que no están solos. Una docena de mercenarios con insignias no oficiales de Magnusson ya están allí, intentando asegurar el lugar. El líder, un hombre corpulento con una cicatriz sobre el ojo, ve a Leiv y saca su espada.

LÍDER DE MAGNUSSON: "¡El contrato no está quemado para nosotros, Lobo! ¡Este lugar es propiedad de Magnusson ahora!"

Leiv optó por la contención táctica. No quería que el primer acto de su matrimonio fuera una masacre innecesaria, lo que podría darle a Magnusson una excusa para una represalia total.

LEIV: (Levantando la mano, deteniendo el avance de sus propios hombres) "¡Alto! No derramaremos sangre innecesaria. ¡Rodéenlos! Corten todas las salidas. No queremos matar a estos hombres; queremos que entiendan que su causa ha terminado."

Los hombres de Leiv, disciplinados, se mueven rápidamente. En lugar de cargar, se deslizan por las sombras y las estructuras del almacén, sellando todas las vías de escape y acceso. En pocos minutos, los mercenarios de Magnusson en el interior se dan cuenta de que están atrapados en una ratonera.

El líder cicatrizado, al ver que no hay forma de salir o recibir refuerzos, saca su espada y la arroja al suelo con frustración.

LÍDER DE MAGNUSSON: "¡Maldita sea! ¡Nos han superado en astucia! ¡Nos rendimos! ¡No queremos morir por un contrato que ya no existe!"

Leiv se acerca a los mercenarios rendidos, que ahora están desarmados y vigilados.

LEIV: "Lleven a estos hombres a la prisión de la ciudad. No serán ejecutados, pero tampoco serán liberados. Quiero que el mensaje de Sigrid llegue a Magnusson: Hemos tomado el control de su logística, y tenemos a sus primeros hombres como prueba de nuestra seriedad."

Habiendo asegurado el carbón sin derramamiento de sangre, Leiv y su destacamento no pierden tiempo. El hierro es el siguiente objetivo crítico, ya que sin él, Magnusson no puede reponer sus armas ni herramientas.

LEIV: "El carbón está asegurado. Ahora, vamos al depósito de mineral de hierro. Si Magnusson no puede forjar, no puede luchar."

El grupo se dirige al segundo punto neurálgico: el complejo de fundición y almacenamiento de mineral de hierro. Al llegar, la situación es diferente. No hay mercenarios esperando; el lugar está sorprendentemente vacío. Solo hay un mensajero atado a una de las grúas de carga, con una nota clavada en su pecho.

MENSAJE CLAVADO: "Leiv Wolf. Espero que disfrutes de tu nueva luna de miel. No me enfrentaré a tu astucia en un almacén vacío. He movido mi fuerza principal al Puente del Río Negro. Si quieres evitar que Iricai colapse, ven a negociar conmigo allí. El puente soporta el peso de toda la ciudad. Magnusson."

Magnusson ha evitado la confrontación directa donde Leiv era fuerte (logística) y ha forzado la confrontación donde la ciudad es más vulnerable (la infraestructura crítica del puente).

Leiv reconoció el juego de Magnusson. El Puente del Río Negro no era solo una ruta; era la arteria vital de Iricai. Entrar solo o con Sigrid era un suicidio táctico.

LEIV: (A sus hombres, que regresan del depósito de carbón) "¡Magnusson se ha movido! Ha dejado el hierro vacío y nos ha tendido una trampa en el Puente del Río Negro. No vamos a caer en ella. ¡La prioridad es el puente! Quiero a mis cincuenta hombres desplegados en posiciones defensivas alrededor de ambos lados del puente. Aseguren los flancos, tomen altura. No disparen a menos que vean movimiento hostil en el puente o un intento de demolición."

Bajo el mando de Leiv, el grupo se divide. Media docena de hombres se quedan para vigilar el depósito de carbón, mientras que el resto se mueve rápidamente hacia el Puente del Río Negro.

Al llegar, el puente está desierto, tal como indicaba la nota. Pero Leiv no confía. Sus hombres se posicionan rápidamente en los acantilados y las estructuras circundantes, estableciendo una línea de fuego defensiva. En el centro del puente, encuentran un solo hombre: Magnusson, flanqueado por solo dos guardias personales, con un artefacto explosivo rudimentario atado a la estructura de soporte principal.

MAGNUSSON: (Sonriendo con arrogancia al ver a Leiv y sus hombres posicionados) "¡Qué predecible, Lobo! Sabía que no vendrías solo. Pero mira, Leiv. Tienes mis suministros, pero yo tengo tu ciudad. Si das un paso más hacia mí, este puente se derrumba, y con él, la mitad de la logística de Iricai. Ahora sí, hablemos de negocios. ¿Qué ofreces por la seguridad de tu nueva esposa y su ciudad?"

La situación es tensa: Magnusson tiene el control del punto de estrangulamiento más importante, y Leiv tiene la superioridad numérica en las alturas, pero un movimiento en falso significa la destrucción del puente.

Leiv no dudó. La seguridad de la ciudad era más importante que el orgullo de Magnusson.

LEIV: (Gritando por encima del viento, su voz amplificada por la tensión) "¡Apunten al dispositivo! ¡Ahora!"

Leiv hizo una seña rápida a su mejor tirador, un hombre conocido como 'El Halcón', que estaba posicionado en el acantilado norte con una vista perfecta del puente. El Halcón levantó su rifle de largo alcance, y el diminuto punto de mira láser se fijó directamente en el paquete explosivo atado a la viga maestra del puente.

LEIV: (Dirigiéndose a Magnusson, con una calma mortal) "¡Magnusson! Ya no tienes la ventaja. Si das un paso, si tus guardias se mueven, o si intentas tocar ese detonador, mi tirador volará esa carga. No te estoy amenazando con mi espada; te estoy amenazando con tu propia codicia. Desactiva la bomba y ríndete, o ambos caemos con este puente."

El silencio se apoderó del lugar, roto solo por el sonido del agua del río debajo. Magnusson miró el punto rojo láser bailando sobre su seguro de vida. Su sonrisa arrogante se desvaneció, reemplazada por una furia impotente. Sabía que Leiv no estaba mintiendo; la desesperación de Leiv por proteger a Sigrid y la ciudad era tan palpable como la suya por el poder.

MAGNUSSON: (Gritando, con la voz estrangulada) "¡Maldito seas, Lobo! ¡No puedes ganar siempre!"

Con un gruñido de derrota, Magnusson se arrodilló lentamente, desabrochando el mecanismo de detonación con manos temblorosas. Una vez desactivado, lo arrojó al río.

MAGNUSSON: "Lo tienes. El puente está a salvo. Pero esto no ha terminado. Has ganado una escaramuza, no la guerra."

Leiv hizo una señal. Los hombres del depósito de carbón, que habían estado esperando la señal, avanzaron. Los dos guardias de Magnusson se rindieron inmediatamente. Magnusson fue desarmado y atado junto a ellos.

SIGRID THORMOND: (Apareciendo desde atrás, donde había estado observando desde una posición segura) "Bien hecho, esposo. Has asegurado nuestra infraestructura sin una sola baja en nuestras filas."

El Plan Yunque está completo: Los suministros logísticos (carbón y hierro) están asegurados, y el punto de estrangulamiento principal (el Puente del Río Negro) está bajo control de Leiv y Sigrid. Magnusson está capturado.

El rostro de Leiv, aunque tenso por la adrenalina, se endurece aún más al ver a Magnusson capturado. Él se acerca al hombre que intentó destruir su ciudad y su matrimonio.

LEIV: (Se acerca a Magnusson, ignorando el cansancio y el posible golpe que recibió al asegurar el perímetro. Le escupe a los pies, la sangre mezclándose con el polvo del puente) "No creo en las lunas de miel, Magnusson. Creo en la justicia. Y tú vas a responder ante el consejo de Iricai por cada vida que pusiste en peligro hoy."

Leiv hace una señal a sus hombres. Los prisioneros, incluido Magnusson, son asegurados con cuerdas.

LEIV: "Llévenlos. No a la mazmorra de Magnusson, sino a las celdas de la fortaleza. Quiero que el consejo se reúna al amanecer. Queremos un juicio rápido y público."

El grupo regresa a la fortaleza con el botín más importante: el enemigo que intentó la traición. Sigrid los recibe en la entrada principal, su rostro grave pero aliviado.

SIGRID THORMOND: "Has asegurado la ciudad y traído al traidor. El Anciano ya ha convocado al Consejo de Guerra para la mañana. Pero hay algo más que debemos discutir antes de que amanezca."

Ella guía a Leiv a una sala privada.

SIGRID THORMOND: "Magnusson no actuó solo. Sus recursos no son ilimitados. Si no tiene aliados dentro de la ciudad, no habría tenido información tan precisa sobre nuestros movimientos. Necesitamos saber quién le vendió los planes de la boda y la logística. El juicio de Magnusson es importante, pero encontrar a los traidores internos es vital para nuestra supervivencia a largo plazo."

La victoria es dulce, pero la amenaza interna persiste.

La declaración de Leiv resuena con la seriedad con la que ha manejado la crisis. No está pensando en días o semanas, sino en el futuro de su unión y de Iricai.

LEIV: (Mientras supervisa que Magnusson sea escoltado a las celdas, mirando a Sigrid con una intensidad inquebrantable) "No creo en una luna de miel feliz, Sigrid. Creo en una vida feliz eterna. Y para tener esa vida, primero debemos sobrevivir a esta noche. Magnusson es solo el peón; necesitamos al jugador que movió las piezas desde dentro."

Sigrid asiente, comprendiendo que su alianza se basa en esta visión compartida de supervivencia a largo plazo. El tiempo es escaso; el consejo se reunirá al amanecer.

SIGRID THORMOND: "Estoy de acuerdo. Magnusson es un síntoma. Debemos encontrar la enfermedad antes de que el consejo se siente a juzgarlo. Si encontramos a su informante antes, podremos usarlo como prueba de la conspiración interna durante el juicio."

Leiv consideró la opción de interrogar a los guardias, pero sabía que los hombres de Magnusson estaban entrenados para resistir. La evidencia tangible en los libros era más difícil de negar.

LEIV: (A Sigrid) "Los hombres de Magnusson mentirán. El mensajero está demasiado asustado. Necesitamos pruebas de quién dentro de Iricai facilitó esto. Ordena a los escribas leales que revisen los libros de cuentas de la guarnición y los registros de acceso a los planos de la boda y la logística de Iricai de los últimos tres meses. ¡Que busquen cualquier pago o acceso sospechoso!"

Mientras Leiv y Sigrid se preparan para el juicio, un escriba de confianza, con los ojos inyectados en sangre por la falta de sueño, se acerca a ellos con un pergamino sellado.

ESCRIBA: "Mi Señor, mi Señora. Hemos encontrado algo. No es un pago, sino un patrón de acceso. Durante el último mes, una persona ha estado solicitando copias de los planos de fortificación y los horarios de patrulla bajo la excusa de 'revisión de seguridad rutinaria' para la zona de la capilla y los depósitos logísticos. El acceso fue autorizado por... ¡El Anciano Thormond!"

El escriba tiembla al pronunciar el nombre.

ESCRIBA: "El Anciano autorizó los accesos, pero la solicitud fue firmada por el Capitán Jarek, jefe de la guardia personal del Anciano."

La revelación es un golpe devastador. El Anciano Thormond, el patriarca y la figura de autoridad de la ciudad, autorizó el acceso, y su capitán de confianza, Jarek, fue quien lo ejecutó.

SIGRID THORMOND: (Su rostro se vuelve ceniciento) "¡Jarek! Siempre ha sido leal a mi abuelo, pero... ¿Mi abuelo? No, debe haber un error. ¡Jarek es el traidor!"

La traición dentro del círculo más cercano era el peor escenario posible. Leiv y Sigrid no podían esperar al amanecer.

SIGRID THORMOND: "¡Jarek es el punto de apoyo de Magnusson aquí! Si el Anciano está involucrado, debemos actuar antes de que él se entere de que sabemos. ¡Detengan al Capitán Jarek ahora mismo!"

Leiv no pierde un segundo en discutir. La lealtad de Jarek es a Thormond, no a la ciudad, y su captura debe ser rápida y discreta.

LEIV: (A sus hombres más confiables) "Ustedes tres, conmigo. Vamos a buscar al Capitán Jarek. Que nadie se entere de esto. Si se resiste, neutralícenlo, pero no lo maten. Necesitamos su lengua."

Leiv, Sigrid y tres hombres se mueven sigilosamente hacia los cuarteles de la guardia personal del Anciano. Encuentran al Capitán Jarek revisando mapas en su oficina, preparándose para el día. Al ver a Leiv y a Sigrid entrar sin ser anunciados, Jarek se pone de pie, con la mano instintivamente hacia su espada.

CAPITÁN JAREK: "¿Qué significa esto? ¡Están violando el protocolo de la casa del Patriarca!"

LEIV: (Avanzando, su voz es un susurro peligroso) "El protocolo cambió cuando descubrimos que estabas vendiendo los planos de mi boda a Magnusson. Tenemos los registros, Capitán. ¿Dónde está el Anciano en todo esto? ¿Te ordenó él que hicieras esto, o solo te dio la autoridad para hacerlo?"

Jarek palidece. Intenta negar, pero la mirada firme de Sigrid y la presencia amenazante de los hombres de Leiv lo quiebran.

CAPITÁN JAREK: (Cae en una silla, derrotado) "¡No fue el Anciano! ¡No directamente! Él... él solo estaba preocupado por el futuro de Iricai. Yo... yo creí que Magnusson era la única manera de asegurar la línea de suministro si la boda fallaba. ¡El Anciano me dio las autorizaciones, pero yo orquesté el acceso a los planos! ¡Pensé que era un seguro!"

La decisión fue tomada: la verdad, por dolorosa que fuera, debía salir a la luz para sanar Iricai.

El Consejo de Logística se reunió en la sala principal de la fortaleza justo cuando el sol comenzaba a asomar. La atmósfera era tensa, con los líderes de la ciudad esperando el informe sobre la logística.

Leiv y Sigrid entraron. A un lado, Magnusson y sus dos guardias estaban atados, testigos mudos de su derrota.

LEIV: (Dirigiéndose al Consejo, con Magnusson de pie como prueba de su victoria táctica) "Señores, hemos asegurado el carbón y el hierro, y el Puente del Río Negro está a salvo. Magnusson está bajo custodia."

Un murmullo de alivio recorrió la sala, pero Leiv alzó la mano para silenciarlos.

LEIV: "Pero esta victoria fue casi una derrota. Magnusson no actuó solo. Tenía información privilegiada sobre nuestros movimientos, la ubicación de la capilla y nuestros planes de boda. El traidor está entre nosotros."

Leiv hizo una seña. El Capitán Jarek, escoltado por los hombres más leales de Leiv, fue conducido a la sala.

SIGRID THORMOND: (Con la voz quebrada por la pena y la ira) "El Capitán Jarek, jefe de la guardia personal del Anciano Thormond, facilitó el acceso a los planos de la ciudad a Magnusson. Su confesión está registrada."

El Consejo se quedó en silencio absoluto. La implicación del Anciano, aunque Jarek afirmó haber actuado por su cuenta, era ineludible.

LEIV: "Capitán Jarek, ¿quién autorizó la revisión de los planos de seguridad que usaste para obtener esta información?"

CAPITÁN JAREK: (Apenas un susurro) "El Anciano Thormond... él firmó las órdenes de revisión de seguridad, alegando preocupación por la seguridad de la futura esposa del Lobo."

El Consejo estalló en un debate caótico. La figura más respetada de Iricai estaba implicada.

LEIV: (Interviniendo con firmeza) "Magnusson, eres el enemigo externo, pero tu traición fue posible gracias a la debilidad interna. ¿Te comunicaste directamente con el Anciano Thormond, o solo con el Capitán Jarek?"

MAGNUSSON: (Riendo sarcásticamente) "¡El viejo cobarde! Me envió mensajes cifrados a través de Jarek. Él temía que tu matrimonio debilitara la alianza con el Norte. ¡Yo solo le di la oportunidad de asegurar su legado!"

Leiv sopesó la opción. Una ejecución rápida aplacaría a la multitud, pero dejaría vivos a los colaboradores de Magnusson dentro de Iricai. La estabilidad a largo plazo requería extirpar la raíz del problema.

LEIV: (Dirigiéndose al Consejo, con la voz resonando con autoridad recién ganada) "Mi propuesta es la siguiente: Magnusson ha sido derrotado y su amenaza externa neutralizada. Juzgarlo ahora es un desperdicio de tiempo. El verdadero peligro reside en quién más le ayudó aquí dentro. Suspenderemos el juicio de Magnusson."

Un murmullo de desaprobación recorrió la sala, pero Sigrid lo apoyó con una mirada firme.

SIGRID THORMOND: "El Capitán Jarek y el Anciano Thormond quedan bajo arresto domiciliario estricto en sus respectivas residencias. Jarek será interrogado más tarde por un equipo de confianza. Ahora, toda nuestra atención debe centrarse en desmantelar la red de Magnusson. Necesitamos saber quién más recibió oro, quién más facilitó la información."

El Consejo, aunque reacio a posponer la justicia, aceptó la lógica estratégica. La prioridad pasó de la venganza a la seguridad interna.

Leiv y Sigrid se dedicaron a la tarea. Durante las siguientes 48 horas, se llevó a cabo una investigación exhaustiva. Jarek, bajo presión, reveló nombres de varios comerciantes y un par de funcionarios menores que habían estado recibiendo pagos para "facilitar el comercio" con las tierras del Norte, información que Magnusson usó para planear su ataque logístico.

Al final de la segunda noche, el informe estaba listo.

SIGRID THORMOND: "Hemos encontrado a diez colaboradores, Leiv. Comerciantes, un funcionario del puerto y dos miembros del gremio de herreros. Todos han sido detenidos. El Anciano Thormond, aunque su miedo lo llevó a firmar las órdenes, parece haber actuado solo por temor, no por traición activa, y no está conectado a la red de pagos."

Con la red interna desmantelada, es hora de resolver el destino del líder enemigo.

El momento de tensión política se rompe momentáneamente con ese gesto. Leiv, sintiendo el peso de la victoria y la cercanía de Sigrid, se permite un respiro.

LEIV: (Apartándose ligeramente, pero con una sonrisa genuina) "Tienes razón. Estamos casados. No es robado." (Se excusa, pero la mirada es intensa). "Pero mi mente vuelve a lo que nos falta: ¿una lectura de Runas?."

            
            

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