Alphonse Castulo no tenía idea de lo que estaba pasando. Si bien le habían advertido que la chica que lo entrevistaría haría un dibujo mientras charlaban, los trazos formaron figuras bastante nítidas. Sin embargo, él no le pudo mucha atención, después de todo, viajó a Belguiz para cumplir una fantasía en particular, por lo que cualquier otro asunto le resultaba irrelevante.
Tras desalojar la habitación a toda prisa y llevar a Greta de vuelta a su casa, Madame Leyxa se encargó de entretener a los clientes con la ayuda de Mercé, una de las anfitrionas de primer nivel. Los sujetos no pagaron la tarifa especial que se requería para ser acompañados por dichas féminas, pero la gravedad de la situación lo ameritaba. Afortunadamente, estos clientes quedaron tan complacidos que prácticamente olvidaron el incidente de esa mañana.
Greta, por su parte, se enfureció con la manera en que fue tratada, ya que un par de Medijays la sometieron y la llevaron a su casa. Ella no dejó de forcejear desde que la sujetaron, pero uno de los corpulentos guardianes le aplicó una llave que la dejó inconsciente. Cuando despertó en medio de su habitación, la chica descubrió que los mismos sujetos se quedaron haciendo guardia en el patio.
-Oigan, ¿qué rayos les pasa? ¿Por qué fueron tan rudos y groseros?- aunque los Medijay eran temidos por la mayor parte de la comunidad, Greta era de las pocas persona, si no la única, que se atrevía a desafiarlos y lanzarles reclamos cada vez que su comportamiento le parecía inapropiado. De hecho, en lugar de asomarse por la ventana y gritarles desde la seguridad de su casa, la chica salió a toda prisa y caminó directamente hacia el hombre que se encontraba más cerca.
-Srta. Greta, Madame Leyxa vendrá más tarde para responder todas sus preguntas. Nuestra única instrucción fue custodiarla hasta que ella llegara- el Medijay fue bastante amable, algo que no sucedía con frecuencia. Esto también fue debido a su jefa, quien les pididó que no actuaran de una manera que pudiera alterar a la chica.
-¡Ya no puedo soportarlo! ¿Por qué esa mujer tiene que estar metida hasta en la sopa? Parece que no hay ni una sola persona en este lugar que sea capaz de tomar decisiones por su propia cuenta. ¿Siempre ha sido así? ¿Allá afuera es igual? ¿Pasaré el resto de mis días encerrada en esta miserable jaula?- Greta ya estaba a punto de enloquecer. Los sueños que la llevaban por pasajes completamente desconocidos eran cada vez más frecuentes, y la gota que derramó el vaso fue el grotesco dibujo que creó ese día. Al parecer, los garabatos abstractos en realidad eran una representación de los deseos más bajos de cada cliente. ¡Por eso eran tan valiosos! Con esa información, Madame Leyxa podía complacer a cualquier individuo, pero... ¿cómo podía esa mujer descifrarlos y saber qué significaban? ¿Y por qué hasta ahora Greta plasmó una escena tan realista? Era la primera vez que sucedía. La presión con la que luchaba la chica era realmente abrumante, y necesitaba respuestas lo más pronto posible.
El otro Medijay, quien parecía ser un poco más joven, miró la discusión a la distancia. Cuando escuchó lo dicho por Greta, una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios.
-Srta. Greta, no tenemos la autorización para darle más información. Debe esperar a la llegada de Madame Leyxa. Ella...
-¿Ella qué?- momentos antes, la chica se llevó las manos a la cara y se cubrió los ojos, pero cuando el Medijay de repente dejó de hablar, alzó la cabeza para mirarlo.
El hombre parecía estar paralizado y no movía ni un solo centímetro de su cuerpo, incluso su boca se quedó abierta. Entonces, Greta se dio cuenta de que no se percibía ningún ruido, ni de los grillos nocturnos, ni de los animales de su establo, ni siquiera el leve silvido del aire. Antes de que ella hiciera algo más, una voz la detuvo.
-Quédate quieta. Procura no moverte mucho.
Greta solo movió un poco la cabeza y notó que lo único que se movía era la figura del Medijay que se encontraba a la distancia. Él comenzó a caminar hacia su compañero con mucha cautela y comenzó a inspeccionarlo con curiosidad.
-Vaya, parece que he mejorado mucho. La única desventaja es que solo puedo mantener esta habilidad por un par de minutos- el hombre dejó de observar a su colega y dedicó toda su atención a Greta.
-No hay mucho tiempo, así que escucha con atención. Detuve el tiempo a nuestro alrededor. Eres la única que puede verme y escucharme. Me conmovió tu desesperación, por lo que te daré un adelanto. No, las cosas en este lugar nunca fueron así. Te sorprenderías si supieras que la ahora llamada Madame Leyxa alguna vez fue tan inocente como tú. Allá afuera hay muchas cosas interesantes, pero todo es casi lo mismo. La única diferencia son sus gobiernos y creencias. No sabes cuán privilegiada eres, pero eso terminará pronto. Sé paciente. En breve comenzará tu viaje. Finalmente tendrás la oportunidad de quedarte afuera o regresar a la jaula. Estoy de tu lado, pero no ayudaré hasta que salgas. Digamos que solo estaré observando. Tu primera lección será el sacrificio. Eso fue lo primero que yo aprendí. Mira.
Por alguna razón que ni siquiera ella lograba explicar, Greta escuchó atentamente las palabras del Medijay, quien actuó con total despreocupación pero intervino cuando vio que la chica tenía la intención de hablar.
-¡No hagas nada, solo escucha! No volveremos a tener una oportunidad como esta- tras decir esto, el hombre se quitó el guante que cubría su mano solo para revelar que no había nada en su interior. Parecía que todo este tiempo la prenda solo tenía aire, pero poco antes, Greta vio que él movía los dedos con naturalidad. ¿Se trataba de una ilusión o era algo que iba mucho más allá de su entendimiento?
De repente, el Medijay se apretó la muñeca con la mano que todavía estaba visible. Entonces, en la zona donde no había nada, comenzó a dibujarse el contorno de una mano con una línea púrpura. Cuando la figura terminó de formarse, todo el cuerpo del hombre brilló por un instante, cambiando su aspecto por completo. En lugar de llevar la ropa rudimentaria que caracterizaba a los Medijay, sus prendas ahora eran más elegantes y vistosas, como el traje de alguien que iba de camino a una cena de gala. Su cabello negro despeinado ahora era rosado y parecía haber crecido algunos centímetros. Lo más impactante fue el hecho de que el sujeto rejuveneciera, teniendo el aspecto de un muchacho de 23 años.
-Esta es mi verdadera apariencia. No preguntes nada más porque no te responderé y no servirá de nada todo este teatro. Tengo varias habilidades, y aunque suene presuntuoso de mi parte, soy muy poderoso. Hay pocos como yo en el mundo. Sin embargo, no puedo luchar contra todos los Medijay al mismo tiempo. Ellos son guerreros admirables y provienen de un lugar tan terrible que tendrías pesadillas si te cuento sobre él. Por eso me hago pasar por uno de ellos. Tenle paciencia a Madame Leyxa. Procede con cautela. Si manejas la conversación de esta noche de manera apropiada, no solo nos encontraremos de nuevo, sino que te enseñaré todo lo que śe. Albergas un poder igual o mayor al mío. Se acaba el tiempo. Guarda la compostura y demuestra que mereces llegar lejos.
Tras decir esto, el Medijay retomó su aspecto anterior y regresó al lugar de donde vino, colocando su cuerpo en la misma posición.
-... vendrá pronto. Se lo aseguro- el hombre que momentos antes estaba paralizado volvió a hablar. El ruido ambiental de igual manera recobró la fuerza que le caracterizaba.
-Srta. Greta, ¿está bien?- el Medijay la cuestionó al ver que ella ya no estaba haciendo su rabieta y ahora tenía la mirada perdida en algún punto en el vacío.
-No, no es nada. Acabo de recordar que no alimenté a mis animales. ¡Carajo! ¿Por qué me noquearon? Mis pobres mascotas deben estar sufriendo- la chica fue lo suficientemente astuta e inventó una excusa a tiempo.
-Lo siento. Dejaré que los alimente, pero por favor, regrese a casa en cuanto termine- el hombre accedió y después miró a su compañero, quien seguía expectante a la distancia. Él le asintió con la cabeza y mantuvo un ojo vigilante sobre Greta.
La chica no sabía si su situación era alentadora o empeoró; de lo único que estaba segura era de que su mente no tenía espacio suficiente para albergar tantas preguntas.
Aprovechando que sus clientes estaban demasiado borrachos y entretenidos con acompañantes de segunda clase, Madame Leyxa rápidamente acudió a la oficina privada que tenía instalada en el interior del Burdel. Una vez allí, abrió un compartimento secreto que solo se activaba marcando un número en particular desde su teléfono celular. En el interior solo había una silla y un escritorio, sobre el que descansaba una pantalla.
-Madame Leyxa, 1XRT46Q- parecía que el dispositivo funcionaba con reconocimiento de voz, ya que se activó en cuanto la mujer se presentó y pronunció la contraseña correspondiente.
-Sabía que llamarías- en la pantalla apareció la silueta de un hombre con un gran porte. Estaba solo en una habitación bastante amplia. Su cabello gris estaba perfectamente peinado y sus facciones finas lo harían rivalizar con cualquier celebridad de cine. Sin embargo, su mirada albergaba un instinto frío y calculador, como si fuera capaz de someter a cualquier ser vivo.
-Sí. Tengo que reportar un incidente. Greta... - este individuo era el único que ponía así de nerviosa a Leyxa. De más joven, solo existieron dos hombres que la llevaron por el camino de sentimientos indescriptibles, pero agradables. En el caso del hombre en pantalla, era terror en su estado más puro. Mucho mayor al que le infundía su madre cuando era una niña y que terminó en el ocaso de su adolescencia.
-Más o menos tengo una idea de lo que sucedió. Anoche su hermana sufrió la conmoción más grave hasta ahora. Supongo que eso disparó el poder de Greta y lo canalizó de una manera nunca antes vista- el hombre en la pantalla no perdió el toque de frialdad al explicar la situación.
-Sí, ¿entonces qué debería...?
-Resuélvelo tú. Ponla a prueba. Autorizo que Greta pueda ingresar a la zona salvaje y llegar hasta la costa. Todavía no debe salir del país. Pero ella aventurarse por su propia cuenta. Solo procura que no salga muy lastimada.
-Espera. Eso es muy arriesgado. La chica aún no es lo suficientemente hábil. Por otro lado, no quiero que alguno de los Medijays hable más de la cuenta- Leyxa volvió a protestar.
-¿Quién me está hablando? ¿Madame Leyxa o Heneida? Heneida, creo que estás llevando tu personaje demasiado lejos. Ese pequeño gobierno de rechazados que fundaste sigue existiendo porque yo lo permito, así que no te atrevas a cuestionarme. Sé lo que hago. Procede tal como te lo ordené. Esas constantes transferencias de dinero que haces a cierta persona en el extranjero podrían llamar la atención de gente muy peligrosa, y curiosamente yo tengo forma de contactarlos...- el sujeto de la pantalla por un momento se puso rabioso y de inmediato lanzó sus amenazas.
-¡No! ¡No le hagas nada, te lo imploro!
'Este sujeto ha enloquecido. Si el plan que he preparado a lo largo de estos años cumple su cometido, mucha gente dejará de sufrir a manos de este maniático', pensó Leyxa, quien no tuvo que fingir para mostrar una inmensa angustia.