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img img 11:59 img Capítulo 4 4
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Capítulo 6 6 img
Capítulo 7 7 img
Capítulo 8 8 img
Capítulo 9 9 img
Capítulo 10 10 img
Capítulo 11 11 img
Capítulo 12 Doce img
Capítulo 13 Trece img
Capítulo 14 Catorce img
Capítulo 15 Quince img
Capítulo 16 Dieciséis img
Capítulo 17 Diecisiete img
Capítulo 18 Dieciocho img
Capítulo 19 Diecinueve - Reencuentro img
Capítulo 20 Veinte: Decisiones img
Capítulo 21 Veintiuno: En cuatro img
Capítulo 22 Veinticuatro: Embarazo img
Capítulo 23 Rompiendo en serio img
Capítulo 24 Calentura en un taxi img
Capítulo 25 El esguince img
Capítulo 26 Celos img
Capítulo 27 Encuentros img
Capítulo 28 Adios Miguel img
Capítulo 29 Propuesta img
Capítulo 30 Dudas img
Capítulo 31 Despedida img
Capítulo 32 ¿Cómo no le contaste a tu familia img
Capítulo 33 Reconciliciación a la distancia img
Capítulo 34 Cumpleaños de Simón img
Capítulo 35 Niégalo todo img
Capítulo 36 Castigo img
Capítulo 37 Poesía img
Capítulo 38 Sin celular img
Capítulo 39 Borrachera img
Capítulo 40 Escribirle a una pared img
Capítulo 41 I´m a mess img
Capítulo 42 Regalo de cumpleaños img
Capítulo 43 Robo img
Capítulo 44 Tiempo img
Capítulo 45 Verdades img
Capítulo 46 Mente sobre el cuerpo img
Capítulo 47 Dolor img
Capítulo 48 Invitación img
Capítulo 49 Cambio de perspectiva img
Capítulo 50 Oportunidad img
Capítulo 51 Piss Off img
Capítulo 52 Control img
Capítulo 53 La llamada img
Capítulo 54 Traslado img
Capítulo 55 Encuentro img
Capítulo 56 Erotismo img
Capítulo 57 Inicia el viaje img
Capítulo 58 Bélgica (parte 1) img
Capítulo 59 Bélgica (parte 2) img
Capítulo 60 Ámsterdam img
Capítulo 61 La separación img
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Capítulo 4 4

Carolina sale de la oficina a las 6:30 todavía esperando señales de Juan Camilo, se monta en el ascensor esperanzada con encontrárselo y un poco con la fantasía de ser besada con pasión contra la pared, pero en vez de eso se monta en un ascensor lleno de mujeres amargadas, rodeada de caras de cansancio y hastío por otro día que termina.

Llega a su casa, sorprendiendo a su mamá, ¿hace cuantos jueves no llega en sano juicio, o por lo menos a la media noche?, piensa un poco calculando que ha hecho durante el último año. El recordatorio más obvio lo tiene en las facturas de las tarjetas de crédito, pero no se amarga, piensa en las sabias palabras de su mejor amiga: "Nadie te quita lo bailado".

Se dedica a cambiar canales sin interesarse realmente en ningún programa, pero ahora las conversaciones de sus compañeros de trabajo sobre los protagonistas de los últimos realities tienen más sentido. Revisa el celular y tiene un mensaje de chat de Miguel.

MMM: Caro y hoy qué?

MCG: Nada Migue, plan ahorro

MMM: viste tu siempre eres igual, conoces a alguien y en seguida te encierras.

MCG: ay Migue, no digas eso, si ganarás lo mismo que yo me entenderías...

MMM: es cierto, ganas una miseria... mmm pero eso nunca ha sido un impedimento.

En ese momento la casa empieza a picarle. Miguel tiene razón, estoy esperando la llamada de Juan Camilo para salir con él, pero y ¿si no llama?, piensa con amargura y un poco de mal genio.

MCG: Qué propones?

MMM: Pues, para tomar cocteles 2x1 ya es un poco tarde... pero podríamos ir a cine

MCG: sabes qué están dando?

MMM: Está la de la posesión y el exorcismo... o la de los muertos vivientes

MCG: Miguel! Tú sabes que no veo nada de terror a menos que tenga con quien dormir...

MMM: y tú sabes que eso nunca ha sido un problema, mi cama siempre está disponible

MCG: Qué chistoso JA JA JA... mmm no hay una película normal?

MMM: nop

MCG: Ya me está dando pereza de salir, como ya estoy en mi casa...

MMM: bueno tienes razón, si quieres hablamos mañana para cuadrar la rumba...

MCG: Ok

Deja el celular a un lado haciendo acopio de su fuerza de voluntad para no escribirle a Juan Camilo y continúa cambiando canales. Coge el libro que tiene abandonado, ¿cuándo fue la última vez que leí? Encuentra el separador de página y retoma la lectura, pronto está inmersa en historias ajenas y se arrepiente por haber abandonado tanto tiempo el libro. No sabe cuánto tiempo ha pasado, cuando mira nuevamente su celular.

JCM: Hola, estas? (8:00 pm)

Mira el reloj faltan 15 minutos para las 9:00. Mierda...

MCG: Hola, estaba leyendo...

En menos de un minuto Juan Camilo ya está respondiendo.

JCM: Hola

MCG: cómo vas?

JCM: pues, estaba pensando en cumplir una promesa...

MCG: mmm qué prometiste?

JCM: Una comida... con POSTRE!!!

MCG: jajajjajajja me encantan los postres...

JCM: te recojo?

MCG: No... no lo tomes a mal, ayer alguien me trasnochó y hoy estoy un poco cansada...

JCM: en serio?

MCG: Mmmm a qué horas vendrías?

JCM: pues si salgo ya, estaré en tu casa tipo 9:30

Antes de contestar nuevamente Carolina duda un momento, no es mentira lo del cansancio y además está segura que la noche va a terminar en sexo y por mucho que lo desee no quiere hacerlo tan pronto. Mira el chat y se pregunta cuál será la respuesta correcta para no parecer una calienta huevos, porque en el fondo sabe que tiene la culpa, que ella no lo detuvo en ningún momento.

MCG: No Juan, mejor mañana en la noche que es viernes...

Y al segundo recuerda que ya había quedado de salir con Miguel... quizá pueda combinar los planes, piensa.

JCM: Está bien... qué tal el libro?

MCG: Está muy bueno, lo tenía abandonado, así que me ha gustado mucho retomarlo...

JCM: Yo me estaba leyendo uno nada interesante sobre finanzas ;)

MCG: Yo soy más de literatura, a veces parezco un poco ratón de biblioteca, ya que leo desde los novelones más malos, pasando por best sellers y por novelas que cambian la vida

JCM: ajjajaj y ahora que estás leyendo?

MCG: un novelón... lo admito con vergüenza...

JCM: ajajajja no te avergüences, creo que ya conozco varios placeres culposos tuyos... incluyendo el de excitar a los vicepresidentes en las escaleras de la empresa.

MCG: te corrijo, al vicepresidente... es solo uno y admito que ese es un placer, pero no culposo ;)

JCM: mmm nos vemos?

Está ganoso, el pensamiento se cuela en Carolina mostrando lo obvio, pero y ¿si fuera diferente? No me engaño, quiere sexo, pero ¿por qué no hacerlo?

MCG: Bueno, recógeme...

JCM: Sí, ese es el plan... re-cogerte

MCG: Jajajajajjajajaj

JCM: Te aviso cuando llegue

Normalmente Carolina hubiera salido con la misma ropa del trabajo, pero aún se sentía insegura de cómo podría terminar la noche, así que se puso jeans y decidió no depilarse, así tengo la excusa perfecta o por lo menos la vergüenza suficiente para negarme.

Juan Camilo también se había cambiado, con una camisa blanca y jeans, se ve mucho más joven que en el trabajo y se parece mucho más al modelo con el que Carolina siempre lo asoció.

- Hola – saluda Carolina con timidez extrema.

- Hola hermosa – la saluda Juan, mientras le da la vuelta al carro para abrirle la puerta. A pesar de que Juan Camilo la quiere besar, Carolina corre la cara y lo saluda con un beso en la mejilla.

Dentro del carro se siente una tormenta eléctrica, antes de arrancar Juan le pone la mano sobre la pierna a Carolina y le pregunta:

- ¿Tienes hambre de algo en especial?

- Mmm ah bueno, pero si me vas a alimentar – dice Carolina riendo.

- Clarooo, sin comida no hay postre... ¿acaso no es obvio? Ajjajajajja – se ríe Juan Camilo

- Tienes toda la razón... ¿comemos sushi?

- Conozco el lugar perfecto – responde él siempre emanando seguridad.

- Estoy pensando que tú nunca comes en tu casa, ¿cierto?

- Mmmm la verdad es que cocino poco, pero no es porque no me guste, sino por falta de tiempo.

- En ese caso, me debes una cocinada... - dice Carolina coqueta.

- ¿Así? Me encanta que seas tan fácil de invitar...

- Creo que tu deuda conmigo va en ascenso.

- ¿Qué te debo?

- Mmm pues para comenzar no confiabas en mi música antes de ayer, así que me debes un poco de crédito por el ipod.

- NOOO eso es trampa, alcanzamos a oír solo ¿qué? cinco canciones de ¿1.000? Así que por ese lado no debo nada.

- Está bien, voy a ceder esa, pero entonces me debes... – y Carolina se toca la cara pensando – me debes un postre completo, porque a pesar de mis advertencias de que no comparto el postre tú me robaste vilmente tres cucharadas del volcán de chocolate.

- Así, que fue un robo vil... mmm en ese caso yo sí que te puedo acusar de deber algo.

- ¿Qué?

- Pues cuando te iba a besar la primera vez me quitaste la mano y casi, casi la cara... y ahora al saludarte me hiciste lo mismo.

- Ah noooo, esa deuda ya la pagué en piso 17, no se si lo recuerdas o quizá necesites algo para recordar...

- Mmmm Yo creo que necesito algo para recordarlo... la verdad es que no tengo memoria de ningún piso...

- Va a tocar hacer algo al respecto... déjame y pienso en algo, mmm – dice Carolina coqueta, mientras remata riendo – ¡Ya se! quizá haya cámaras en las escaleras...

- Esperemos que no – dice Juan Camilo haciendose el espantado.

- Pero bueno, la siguiente deuda sí que no la puedes negar.

- A ver ¿cuál es? – dice él simulando estar llenándose de paciencia.

- Me golpeaste en el ascensor y la verdad es que quedé tan aturdida que salí a comer contigo, de otra forma no lo hubiera hecho.

- ¿En serio? Yo que pensé que habías aceptado la invitación antes del golpe....

- Ehhh... pues... mmm... bueno tu sabes el orden de los factores no altera el producto

Juan Camilo no aguanta la risa y suelta una carcajada.

- Claro acabo de descubrir que eres una experta en matemáticas.

Paran en un semáforo y Juan aprovecha para poner la mano sobre la pierna de Carolina, ella agradece haberse quitado la falda, mientras pasa sus dedos sobre su mano.

- Creo que te va a gustar el restaurante a donde vamos – dice Juan, mientras retira la mano para poner un cambio.

- No lo dudo

- Y entonces, ¿tengo alguna otra deuda de la que me deba enterar?

- Por el momento creo que no... mmm mentiras, me acabo de acordar de otra – dice Carolina con una gran sonrisa.

- ¿A ver?

- Esta no es deuda propiamente dicha, es más una acusación, ¿cómo es que me tocas la pierna al frente de todo el mundo en el restaurante?

- ¿Te gustó?

- Mucho – y sin razón Carolina acaba de ruborizarse – me puse roja.

- ¡No te creo!

- Sí – dice un poco en voz baja.

En ese momento parquean el carro. Esta vez Carolina no espera a que le abran la puerta así que se encuentran al frente del carro y Juan Camilo le da el beso que ella no quiso darle cuando se encontraron. La reacción corporal de Carolina no se hace esperar y transforma el beso inocente en uno mucho más profundo y largo.

El restaurante tiene varios ambientes, pero Juan Camilo elige uno con sofás y mesas bajas. Cuando Carolina lo ve agradece nuevamente haberse puesto jeans, ya que con falda hubiera sido muy incomodo sentarse.

- ¿Un sake caliente? – pregunta Carolina antes de que se acerque el mesero.

- Tú siempre pensando en trago – sonríe Juan Camilo – me parece una buena compañía a la comida, que elegiré yo.

- ¿Por qué? – dice ella un poco sorprendida.

- Porque yo invito.

- Está bien – acepta derrotada ante una respuesta tan honesta.

Se acomodan en el sofá uno al lado del otro y se miran a los ojos con intensidad. La fuerza de los cuerpos se traduce en un ambiente enrarecido y pronto rompen los límites imaginarios. Comienzan a besarse olvidando por un instante que están en un restaurante. El mesero se aclara la garganta para interrumpirlos y les pregunta que desean ordenar. Además del sake caliente Juan Camilo ordena sushi para un batallón, casi ningún tipo de maki se queda por fuera de su solicitud, a pesar de que Carolina le dice que es mucha comida.

- No hay problema señorita Guzmán, si sobra podrá llevarlos de almuerzo mañana.

- Doctor Mendoza, creo que sobrarán tantos que me alcanzará para el almuerzo de pasado mañana también.

- No, el sábado está reservado para una deuda...

Carolina se queda sin palabras, no tenía planes para el sábado, pero pensar en que le están cuadrando agenda sin preguntar le revuelve un poco el estómago. No sabe a dónde va todo lo que ha pasado, y no ha querido comportarse como una mujer normal ilusionándose a la primera, está en una lucha interna para no esperar más, para no querer convertir todo en una relación en apenas tres días.

- Tengo una pregunta – dice Carolina tomando un poco de sake.

- Claro, dime.

- Antes de ir al piso 17, te dije que podía enterarse tu novia...

- Ay Caro, ya sé que vas a preguntar... ¿importa?

Y con esa respuesta a Carolina se le murieron las lombrices del estómago y la libido. Se queda callada mirando hacia el suelo y sin rastro del buen humor de todas sus conversaciones.

- Caro, mírame por favor – le pide Juan Camilo y ella aguantando las lágrimas, se toma otro trago de sake y logra sostenerle la mirada – mira, no tengo novia, pero tampoco quiero una.

- Ok – le responde Carolina con un hilo de voz, solo quiere huir de ahí, ir al baño, recuperarse y volver. Ella ya lo sabía y creía que era inmune a volver a querer algo más. – Voy al baño – logra articular.

Se levanta sintiéndose un poco más fea, más desgarbada e insegura de sí misma. Definitivamente esta noche no habrá sexo para ti, piensa recuperando un poco de dignidad. Se mira en el espejo del baño, las lágrimas han desaparecido completamente, pero se lava cara con un poco de agua fría de todas formas. Toma una bocanada de aire y comienza a calmarse. Ahora no siente tristeza, solo rabia por haberse ilusionado con nada, por no saberse controlar y no lograr diferenciar un cuento, un beso, un pasar el rato, de algo más... le molesta sobretodo no pensar en que sexo es solo sexo.

Vuelve a la mesa y ya se encuentra servido el banquete de sushi. Juan Camilo está chateando en su celular y no nota su aproximación. Una vez ella se sienta esconde el celular y le pregunta:

- ¿Estás bien?

- Sí – responde luego de respirar hondo Carolina.

- ¿Qué pasó?

- Nada – responde, ya que no sabría explicarle la rabia que siente en ese momento contra sí misma, la rabia que siente por que quiere oír otras palabras y la rabia que siente por que es sincero con ella, ¿no podía decir una pequeña mentira? Y al mismo tiempo ¡que buen hombre, por no mentir! – o sí, hay algo, te acabas de volver mucho más interesante porque pocos hombres son tan sinceros en sus respuestas – Carolina está comenzando a pensar de forma diferente, ¿porqué no aprovechar?, después de todo Juan Camilo aguanta mucho, muchísimo...

- Gracias, creo – responde Juan Camilo un poco dudoso.

- ¿Sabes que acabas de mostrarme tu juego y que ahora soy yo la que puede decidir hasta dónde llegar?

- Sí, yo llegaré hasta donde quieras, pero no dudo en que vas a tomar la mejor decisión.

En el fondo suena música japonesa y Juan Camilo decide aligerar el ambiente.

- Alguna vez estuve en Japón – dice en un tono natural.

- ¿Bonito? – pregunta Carolina.

- Sí mucho, pero me sorprendió el odio profundo que sienten por Estados Unidos.

- No me extraña, no creo que una bomba atómica sea fácil de olvidar.

- Tienes toda la razón.

El resto de la comida se desarrolla de forma calmada, mezclando sake y comentarios sin besos.

- ¿Quieres postre?

- No gracias Juan, estoy repleta.

- ¿Un café?

- Mmmm mejor no, no me combina mucho el café con sushi – sonríe Carolina.

- Pensé que no me ibas a volver a sonreír en la vida.

- Mmm eso es mucho tiempo – y acompaña el comentario por una sonrisa más amplia.

Juan Camilo responde a la sonrisa con una igual y luego se acerca a besarla. Este beso no contiene todo el deseo de los otros que se han dado, es más suave y está acompañado por pequeñas succiones a los labios inferiores. Carolina quiere transmitir la frustración que siente, mientras que Juan Camilo espera convencerla de ir más allá. Se siente casi como un beso de reconciliación, piensa Carolina, mientras se ríe de la ironía de sus propios pensamientos.

Pagan la cuenta y se van al carro. Juan Camilo va abrazando a Carolina de la cintura, ella cabizbaja intenta alejar todos los pensamientos de su mente, no quiere analizar nada, pero tampoco quiere actuar de forma impulsiva. En el último año ha estado con más hombres que en toda su vida y está cansada de eso, ha descubierto que cada vez que se acuesta con alguien lo hace solo para cubrir un hueco, y lo peor es que el resultado es un vacío más grande, al tener sexo se termina el coqueteo, los besos emocionantes, los mensajes, las conversaciones. Quizá si pudiera tener un amigo y sexo, pero no cree que el elegido para este cargo sea Juan Camilo.

Llegan al carro en silencio, Juan Camilo abre la puerta y le da un pequeño beso a Carolina en la boca.

- ¿A dónde quieres ir? – pregunta una vez acomodado en el puesto del conductor.

- A mi casa por favor – dice Carolina en voz baja.

- Está bien – dice Juan Camilo sin poder ocultar su molestia – pensé que querías lo mismo que yo – remata en un tono violento.

- Quizá sí, pero no hoy – responde Carolina está vez en voz fuerte y autoritaria.

Juan Camilo sube el volumen de la música, suena un cd de Beastie Boys que invita a manejar rápido y él le está haciendo caso. A Carolina no le molesta la música, por el contrario la hace ignorar sus pensamientos. Llegan a la casa de Carolina y Juan Camilo parquea y apaga el carro, así que vamos a hablar, descansa Carolina.

- Caro, no quiero que tomes a mal lo que te dije, prefiero tener las cosas claras contigo.

- Estoy de acuerdo Juan, pero no te molestes conmigo si hoy no quiero tener sexo.

- Mmm tienes razón, yo propongo tu dispones – prende el carro y como despedida dice – ten una buena noche y llámame cuando quieras.

Carolina se siente un poco molesta, siente que está siendo tratada como puta, pero no dice nada y se baja del carro sin despedirse, mientras Juan arranca haciendo chillar las llantas.

            
            

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