Daniela, mi mejor amiga, hace poco más de tres horas está intentando hacerme entrar en razón sobre lo que ya tengo decidido, revelarle mi identidad al profesor González y todos sus intentos son en vano. Sinceramente me cansé de seguir ocultando este secreto que, aunque lo es a voces no es lo mismo que él lo intuya a que yo le diga "Profesor, quien hace que todo su cuerpo se estremece con cada palabra que lee, con cada sentimiento que en esos escritos se expresan y lo envuelven en una pasión ardiente, soy yo." Aunque les digo la verdad, siento terror y no por revelármele sin máscaras sino por el después, me da terror el después. Pero ya está lo tengo decidido.
Mi amiga, me estaba diciendo todos y cada uno de los problemas que mi accionar podrían traerme, pero para serles honesta, no me importa y a lo mejor es un pensamiento egoísta de mi parte. En realidad, si supieran lo que siento al tenerlo frente a mí, al sentirlo respirar, al mirar como sus movimientos pasan en cámara lenta me entenderían. Comprenderían que no puedo vivir más con este secreto, con estas ganas de mirarlo a los ojos y decirle que lo deseo, que lo deseo como nunca ninguna mujer lo ha hecho en toda su vida.
- ¡Por dios, Camila escúchame por un segundo! Entende, no estás enamorada es simplemente una obsesión. –
- Ay mujer, ¿Vas a decirme a mí qué es lo que siento? No seas ridícula Daniela, yo se distinguir lo que es el amor de una obsesión y ahora déjame, que tengo un email que mandarle a Diego. –
Me molestaba bastante que mi amiga, mi mejor amiga me dijera que lo que siento no es amor sino eso que ella llama, obsesión, claro que no, yo sé diferenciar un sentimiento del otro. Sí, es verdad que todos mis mensajes no le hablan de amor sino de sexo explícito, de lo que quiero que haga con mi cuerpo, de lo que yo quiero hacer con el suyo, pero es la única forma que me sale de quererlo y ella en vez de cuestionar mis actos o juzgarme, debería apoyarme.
- Por favor Camila, recapacita que estás a tiempo de frenar esa locura que querés hacer. Sabes perfectamente que nunca estuve de acuerdo con que le mandaras mensajes demasiado personales y menos que menos con ese contenido excesivamente sexual. Dale Cami, no hagas locuras por lo que más quieran en esta vida ¿A caso no entendes que podés perder todo lo que has conseguido con tanto esfuerzo? Y peor aún, pensá que él puede perder su carrera, ¡por dios reacciona y deja a ese hombre en paz de una vez por todas!
Sí, es cierto lo que me estaba diciendo y créanme que me hizo dudar un poco pero después me puse a pensar, llevo dos años escribiéndole mensajes "personales" como ella dice, y no sólo nunca me ha dicho nada, sino que no se ha quejado con el rector porque ya lo habría sabido toda la escuela. Los pasillos de la institución son peores que Crónica TV. Sé que me dirán que sin nombre no puede quejarse y aunque lo sospechase no puede valerse de una simple corazonada para ir con los directivos y aunque podría haber hecho una denuncia por acoso y no lo hizo, entonces, ¿Qué podría ser diferente ahora? asique sin más, me decidí a redactar el mensaje y enviárselo a González.
- Conozco perfectamente las consecuencias. –
- Bueno, parece que no es así. –
- ¡Ay Dios! Te amo mejor amiga, pero cuando te pones como mi mamá te odio. Tranquila, no va a pasar nada. –
Daniela baja la cabeza un poco afligida por el comentario de su mejor amiga, es que ella no quería que Camila pensara que se metía en su vida, simplemente intentaba, desde que la conoció, que no se metiera en problemas, pero entendía que era imposible intentar cortarle las alas porque desde el primer momento en que sus caminos se cruzaron, Cami, ya volaba sola y lo hacía muy alto.
Como siempre, a modo de derrota, le regalo una leve sonrisa la cual la morena entendió como un gesto de apoyo a su locura y ésta se dispuso a redactar el mensaje no sin antes darle un abrazo a Daniela y decirle al oído que una hermosa frase.
- No importa que mis manos queden vacías si tengo tu amistad no me hace falta nada más. –
Mientras tanto en otra punta de la ciudad, Diego, el profesor González abre la puerta de su no tan lujoso departamento para recibirlo con una sonrisa radiante Vanessa, su mujer embarazada de 8 meses y medio.
Había sido una jornada muy agitada, como siempre, las alumnas del terciario le daban más trabajo de los que podrían llegar a traerle los niños de primer grado. Es que no le cabe en la cabeza el hecho de que personas de más de veinte años aún no sepan las reglas ortográficas básicas. Diego se repetía una y otra vez "¿Qué clase de docentes se están formando?" si quiera le mostraban un poco de interés, cada día que pasaba, se convencía más de que sus alumnos del profesorado estaban allí sólo por las becas y no por el amor y la vocación a la profesión docente, una vergüenza.
Estaba a la mitad de la semana y debía corregir exámenes, prácticos y pasar planillas. Él impartía clases tanto en el Normal 3, como llamaban todos al instituto donde Diego y Camila se conocieron, como en la Facultad de Filosofía y Letras, de donde se habría graduado con honores y de promedio de 9,63.
Decepcionado por las terribles notas bajas de sus alumnos del profesorado, las mismas iban en escala: 8, 7, 6, 3, 2 y 0, ésta última hizo que su corazón se descoloque provocándole taquicardia, que las venas de su frente se hagan cada vez visibles y que sus dientes rechinen, estaba furioso eso lo sentía como una burla, una falta de respeto. Sin más deja todo arriba del escritorio y saliendo del estudio se encuentra con Vanessa, quién le comentaba que ese fin de semana al finalizar su horario laboral en la Universidad tenían un almuerzo en casa de su madre.
Diego se llevaba muy bien con sus suegros ya que se conocían desde que su hija piso por primera vez el aula del salón de primer año y fue como un flechazo al corazón ¿Quién diría que de ser compañeros de división se convertirían en compañeros de vida? Le dio un beso en los labios a su mujer y esta se fue a recostar, el embarazo se encontraba a término y aquellas que han tenido un hijo saben de todos los dolores que en esas épocas se sienten.
Antes de ir hacerle compañía a su esposa decide por última vez darle un vistazo a su correo electrónico, a lo mejor le había llegado un mail importante. Reviso la bandeja de entrada encontrando algunos mensajes de sus alumnos de la universidad preguntando sobre las notas del parcial que les había tomado el lunes de la corriente semana. Todos saben que cuando realizamos un examen estamos ansiosos por conocer la nota y no podemos esperar a que pase exactamente una semana para que nos den las mismas ¿Quién no ha mandado un mensaje un día después del examen para saber si con suerte, estaban los parciales corregidos?
Por un momento se quedó pensando en su admiradora secreta, la misma que desde un email "trucho" le enviaba diariamente y hasta dos o tres veces por días mensajes que catalogó como obscenos pero que algo le provocaban y como no hacerlo si el hecho de saber todo lo que le despertaba a una mujer que no era su propia esposa le generaba mucha intriga. Intriga de conocer si todo lo que esas letras le aseguraban que le harían sería cierto, pero de igual modo ya llevaba una semana sin recibir esos mensajes fogosos que más de una noche lo han ayudado a liberar sus ganas atadas por el embarazo de su mujer.
Disipó esos pensamientos impuros de su mente y continúo observando la bandeja de entrada de su email para encontrarse con uno que, por más que no especifique alumna de que instituto era a él no le hacía falta, conocía perfectamente a Camila Ayala. El asunto sólo decía "perdone el atrevimiento" pero no pensó en nada malo más que en la infinidad de veces que alumnos como ella, intentan cambiar su modo de impartir la materia. Sin más y sin sacar conjeturas se decidió a leer el mensaje sin pensar lo que iría a revelarse. O quizás muy en el fondo sabía que algún día ella, diría la verdad sobre él, los mensajes y sus ganas de hacerlo suyo.
"Bueno, no sé cómo empezar ni cómo decirle lo que tengo que decir sólo intento ser lo más clara que puedo y la verdad que eso cuesta y mucho. Antes que nada quiero que sepa que no me estoy burlando de usted y que nada de lo que hasta ahora le he dicho es un juego sino lo que siento, lo que me pasa y sí, a lo mejor no está acostumbrado que alumnas se le expresen de la manera en la que este tiempo yo lo he hecho con usted, pero créame, es la única forma que conozco de poner de manifiesto mis sentimientos.
No daré tantas vueltas al asunto porque entiendo que debe de tener miles de cosas que hacer por eso intento ser lo más breve posible e intentando buscar las palabras adecuadas para no faltarle el respeto, aunque sé, que lo habrá pensado más de una vez.
Déjeme decirle que me es cada vez más difícil tenerlo en frente y fingir que mis ojos lo desnudan casi sin disimular, que mis manos tiemblan por el deseo de acariciar su aterciopelada piel, que mi corazón estalla cada vez que sus ojos por casualidad se cruzan con los míos y ni le cuento cuando con un simple "buenas tardes, alumna" siento derretirme. Es que todo sería más fácil si me correspondiese, si me dijera que a usted le pasa lo mismo que a mí, que me desea, así como yo lo hago por usted, porque yo, Camila Ayala, soy la dueña de esos mensajes anónimos que por casi dos años le llegan a su casilla de correo y en los que le he desnudando completamente mi alma y dejo al descubierto mis más secretas fantasías en las que aparece usted y solo usted poseyendo mi cuerpo y haciéndome lo que más deseo.
Dije que sería breve y creo que ya he escrito demasiado, lo siento ya no hay nada más que agregar porque está todo dicho la de los anónimos soy yo."
- ¡Qué es esto? –